El primer tiempo fue de trámite parejo, con ambos equipos estudiándose, hasta que llegó una jugada en ataque desde la derecha que sacudió la modorra: derribaron al Pity Martínez sobre el costado derecho del área de Boca, y él mismo se encargó de la ejecución, con un envío que realizó una comba perfecta, cerrándose sobre el ángulo superior izquierdo de Agustín Rossi, que tuvo que estirarse todo lo que pudo para enviarla al corner. Al minuto, Martínez Cuarta se encontró de frente con un centro que cabeceó apenas desviado, sobre el parante izquierdo de Rossi, que se había quedado parado, mirando.
River sacaba pecho en la Bombonera, ante un Boca todavía timorato, que no podía encontrar la pelota ni para asestar un contragolpe. Y volvió a llegar el visitante vía aérea pocos minutos después, obligando otra vez a la intervención del arquero Xeneixe, llevando preocupación a los hinchas de Boca que veían claramente en la cancha las diferencias entre el rival, que desplegaba un funcionamiento colectivo ya habitual, y su propio equipo, perdido en la incertidumbre, apelando apenas a la inspiración de alguna de sus individualidades.

Para colmo, promediando la mitad del primero tiempo Pavón sintió un tirón y tuvo que abandonar la cancha, reemplazado por Darío Benedetto, el hombre de los goles importantes en los últimos partidos por la Copa Libertadores. Todo parecía a pedir de River, hasta que a 15 minutos del final del primer tiempo una guapeada de Wanchope Ábila por izquierda y un zurdazo que alcanzó a tapar Armani, volvió al delantero que le pegó con más fuerza aún, venciendo la resistencia del arquero, metiéndola junto al palo derecho, el palo del arquero, poniendo en ventaja a un Boca que poco había hecho hasta ese momento. Casi con la efectividad que lo caracteriza, y con la ayuda de Armani.
Festejo, locura, abrazo eterno en el banco de Boca, y un rato después, cuando no terminaban de acomodarse de nuevo en la cancha, Lucas Pratto escapó por la derecha, entró al área, sacó un derechazo cruzado y puso el 1 a 1. Las cosas volvían a estar como antes, a tal punto que River tuvo dos chances inmejorables luego a través de Martínez y de Borré, que conjuró Rossi en el primer caso, y salió apenas desviada en el segundo. Se iba el primer tiempo intenso, emotivo, mejor jugado por River, pero faltaba una más: un tiro libre recto al área de River, un centro venenoso, y saltan juntos Benedetto y Borré, peinándola el atacante de Boca, lejos de Armani, que pese a volar contra su palo izquierdo no pudo evitar el gol. Boca pasaba a ganarlo a lo Boca, con poco fútbol y una dosis de suerte hacia el final. Pero quedaba un tiempo todavía.

El segundo tiempo fue parejo, sin mayores ocasiones de peligro en los arcos, hasta el minuto 15, con una jugada de otro partido, cuando Pity tuvo a su cargo la ejecución de un tiro libre que cayó en el área en forma de centro llovido, que cabeceó Izquierdoz contra su propia valla, hostigado por Pratto, peinándola hacia atrás, colocándola contra el caño derecho del arco de Rossi, que sólo atinó a mirar. El gol en contra revivió a River. Partidazo, y faltando aún 30 minutos.

Después, el encuentro cayó en una meseta donde ambos se prestaban la pelota, y apenas se acercaban a las áreas. Boca con la obligación de sacar ventaja como local, River conformándose con la igualdad, hacia el final parecía que ambos firmaban el empate, cuando Tévez ingresando al área le cedió una jugada clara de gol a Benedetto, dejándolo cara a cara con el arquero Armani, que con todo su cuerpo evitó lo que era el triunfo de Boca.
No había tiempo para más. El 2 a 2 ya era inamovible, y hay final abierto para la revancha en el Monumental.
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