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  • Lanata, vs Tinelli por los wichí: “Yo me ocupé del tema en 2013 cuando vos estabas en Europa y en Estados Unidos»

    Lanata, vs Tinelli por los wichí: “Yo me ocupé del tema en 2013 cuando vos estabas en Europa y en Estados Unidos»

    El periodista Jorge Lanata cruzó públicamente a Marcelo Tinelli en medio del drama de desnutrición que viven chicos de la comunidad wichí de Salta.

    La polémica se originó ayer, cuando Lanata analizó en su programa de radio Mitre la preocupación que había mostrado el conductor televisivo e integrante del Consejo Federal de Lucha Contra el Hambre sobre el tema y un mensaje de audio que les había enviado a los wichí.

    Según contó el analista que también lidera el programa Periodismo Para Todos –actualmente fuera del aire–, por la noche recibió un mensaje de WhatsApp de Tinelli invitándolo a colaborar en la construcción de 10 pozos de agua en el norte del país.

    Jorge Lanata disparó contra Marcelo Tinelli
    Jorge Lanata disparó contra Marcelo Tinelli

    El periodista contestó públicamente la convocatoria y cruzó duramente al presidente de San Lorenzo. “Quería contarle a Marcelo que nosotros hicimos algo en 2013, durante el kirchnerismo”, introdujo. “Yo me pregunté qué habías hecho vos, porque quizás los estabas ayudando y no lo sabía, pero me enteré que no; que te tomaste un año sabático”, continuó.

    Y prosiguió: “Me pregunté si habrás viajado a Salta para ver a los wichí y creo que no, que estuviste en Estados Unidos, en Europa, en Punta del Este y en tu casa de Le Parc, pero no te vieron por Salta”.

    Días atrás, Tinelli pidió que por favor las autoridades “hagan algo” para evitar que los chicos se sigan muriendo por la falta de agua potable. “Urgentes recursos para las comunidades wichís de la zona y lograr perforaciones para conseguir el agua”, solicitó. Más tarde, aclaró que la situación no era nueva y tras un diálogo con el gobernador Gustavo Sáenz se comprometió a trabajar en la construcción de 10 pozos.

    Su intervención inicial provocó críticas de quienes le recordaron que a principios de la administración de Alberto Fernández se reunió con el Presidente y se comprometió a trabajar en un Consejo Federal para luchar contra el hambre.

    La transcripción completa de los dichos de Jorge Lanata

    En los últimos días se conoció que 8 niños wichí del norte de Salta murieron por desnutrición. Pasamos ayer un mensaje muy contrastante de Tinelli: les mandaba un abrazo y les decía que iba a ir por ahí cuando pudiera para que le contaran la situación.

    Anoche, me mandó Tinelli un mensaje a WhatsApp: “Hola, Jorge, recién veo que pasaste un mensaje que con la mejor onda les mandé a las comunidades wichí de Salta y te preguntabas qué hacía yo. ¿Sabés qué hago? Ayudarlos consiguiendo 10 pozos de agua, mandándoles alimentos, compus, buscando grupos electrógenos. Ojalá todos hicieran algo por los que necesitan, incluso vos también. Sería genial que nos dieran una mano. ¿Te prendés? Yo no tengo cargo y siempre colaboro desinteresadamente por los que más lo necesitan. Y ese mensaje lo envié porque no podía ir ahora. Ojalá nos puedas dar una mano vos también. Abrazo”.

    Quería contarle a Tinelli primero mi reconocimiento y mi admiración a la Fundación (Ideas del Sur), que hace mucho laburo social desde siempre y por lo general no lo promociona. Respecto al tema wichí, quería contarle a Marcelo que nosotros hicimos algo… ¿sabés cuándo, Marce? En 2013, durante el kirchnerismo hicimos una campaña respecto a la falta de agua.

    En 2013, Marisa González conmovió a la Argentina porque dijo que sus chicos tenían ‘hambre de agua’. E hicimos una campaña solidaria con la fundación CONIN para luchar contra el hambre y la sed. Se juntó más de un millón de pesos, más de 7 mil voluntarios, el gobierno de salta colaboró con la campaña, etcétera… PlayFragmento del informe de PPT de 2013

    En Los Ángeles se armó un grupo de argentinos, que se llamaba “Mirando al sur”, que juntó y mandó donaciones; compraron 100 tanques de agua por 500 litros. Y se recibieron 25 mil kilos de alimentos, 100 mil litros de agua, etcétera.

    Por el centro CONIN pasaron más de 300 chicos por desnutrición. Sé que Abel Albino es católico, está en el Opus Dei, y tiene una visión muy distinta a la mía en el aborto, pero nada de eso nos impidió trabajar juntos. Me parecería bien que la gente que apuesta por saltar la grieta también salte otras grietas. Podemos creer en distintas cosas, pero podemos juntarnos para hacer algo.

    Así pasó en 2013. Yo me pregunté qué habías hecho vos en 2013; quizás estabas ayudando a los wichí y yo no lo sabía. Y me enteré que no, que te tomaste un año sabático porque no estabas en TV, que estabas viendo a qué canal ibas y finalmente no fuiste a ninguno.

    Me pregunté: ¿habrás viajado a Salta a ver a los wichí? Y no, creo que no, creo que estuviste en EEUU, en Europa y en Punta del Este y en tu casa de Le Parc. No te vieron por Salta, pero si es así, comentámelo porque me interesaría saberlo. Nos ocupamos del tema desde hace muchos años e hicimos algo concreto. Ojalá vos también puedas hacer ahora algo concreto.

    No digo que antes fue mi turno y ahora el tuyo. Antes hicimos algo y cuando ‘pinte’ haremos otra cosa, no tengo problema de hacerlo. En Formosa nuestra suerte fue mala porque el gobierno tapó los pozos que nos habían donado. Así de brutal. Lo que te quiero decir es que nos ocupamos del tema desde hace tiempo.

  • «Solo quiero que vivan»: el pedido desesperado del padre de diez chicos wichi desnutridos y sin madre

    «Solo quiero que vivan»: el pedido desesperado del padre de diez chicos wichi desnutridos y sin madre

    La extraña. Con sus manos pequeñas de nena de 12 años, empieza a juntar lo que encuentra en el monte para hacer, como puede, una muñeca que le haga acordar a su mamá. Unas ramitas para hacer el cuerpo, trozos de tela para vestirla y algo redondo que pueda funcionar como cabeza.

    En esa figura maltrecha, Dominga Canciano, y sus nueve hermanos, encontraron la manera de «estar con su mamá», María, todos los días. Esa que perdieron hace ya seis años, mientras paría mellizas en el monte. Llovía a cántaros y no la pudieron sacar. Algo salió mal. Sola, desnutrida y sin ayuda, se terminó desangrando.

    «María luchó por esos hijos durante todo el embarazo. Los caminos eran un barrial y no había ambulancia», explica Delfín Aranda, ex cacique de la comunidad Techat, en el Impenetrable Chaqueño.

    Son seis mujeres y cuatro varones. Tienen ojos tristes, las caras marcadas por el sol, los dientes rotos, los pantalones y las remeras sucias, las miradas desviadas.

    En ese momento la familia vivía en una carpa hecha con troncos y unos silobolsas de plásticos que se usan para acopiar granos. «No sabía que eran dos hijos y María se muere en el parto, debajo de una bolsa de nylon como un perro», recuerda Alejandro Montagne, Presidente de la Fundación S.O.S. Aborigen. Sus hijos, miraban sin poder hacer nada.

    El de María no es un caso aislado. Son muchas -no existen cifras oficiales- las mujeres que mueren dando a luz en los rincones más aislados del Impenetrable, dejando huérfanos al resto de sus hijos. En algunos parajes ni siquiera existen postas sanitarias y en todos, los hospitales quedan demasiado lejos. «Para parir se acercan como pueden a Miraflores o a Castelli pero muchas veces no llegan y los tienen en el monte. Cuando hay complicaciones, las madres están en riesgo y es común que los chicos tengan problemas de oxígeno», cuenta Montagne.

    Las fundaciones que trabajan en la zona, como S.O.S. Aborigen o La Higuera, brindamos asistencia médica cada 60 días y el resto del tiempo las familias se arreglan solas. Tratan de curarse con los agentes sanitarios y sino lo hacen con su medicina tradicional. Los hijos de María, de descendencia Wichi, tenían todos menos de 12 años cuando vieron que se la llevaban envuelta en el nylon que antes la protegió de la lluvia. No entendían -todavía no entienden- qué pasó, por qué sus dos hermanitas viven en Miraflores con una familia adoptiva ni por qué ellos quedaron al cuidado de un padre que casi nunca está porque tiene que trabajar para darles algo de comer.

    «Sólo quiero que vivan», dice Manuel Canciano, su padre. Porque cuando la panza cruje y no hay ninguna red de contención, el desafío es poder terminar el día con vida. Él trabaja haciendo pozos al rayo del sol por lo que le pagan algunos pesos o en mercadería y los chicos fueron creciendo, sin madre, a los tumbos. «Se dice que los aborígenes son vagos. Pero cuando tienen que hacer una zanja con 40 grados de calor, los llaman a ellos y les dan $150. Están muy mal pagos», dice Montagne.

    En la comunidad de Techat viven cerca de 100 familias Wichi. Su principal desafío es conseguir agua y alimentos. Cuando llueve se llenan los pocos aljibes que tienen con agua de lluvia. Y dependen de eso. «Si no llueve tenés que ir a buscar un charco para sacar agua o ir a pedir al municipio. Los gobiernos no nos dejan vivir de la fauna pero nos abandonan. Y sí o sí tenemos que conseguir alimentos procesados, como la harina del pueblo», dice Aranda.

    Los Canciano no existen. Nadie conoce sus nombres -su papá se equivoca al presentarlos- ni cómo viven. «Dominga, Omar, Susana, Angela, Isabel, Madgalena, Armando», va diciendo Manuel con la ayuda de sus otros hijos, mientras los señala, uno por uno, con el dedo.

    Como su mamá durante el parto, ellos también están abandonados. No tienen a nadie que los mire, los acaricie, les cante, les pregunte cómo fue su día ni los lleve a la escuela. «Queda a 5 kilómetros y yo no los puedo alcanzar. Las bicis están rotas y no tengo plata para usar la moto», dice Manuel, mitad en español y mitad en Wichi. Aranda oficia de traductor para poder entenderlo.

    «Estos chicos tienen su infancia embargada. No saben español. El que no sepan leer ni escribir los convierte en esclavos del futuro. Si hay alguien que está fuera del sistema son ellos. Son los más pobres dentro de los pobres», reflexiona Montagne.

    Manuel no sabe si mañana va a poder darle de comer a sus hijos. «Comen y siguen teniendo hambre», dice para explicar que las raciones nunca alcanzan. Podría cobrar la AUH por sus hijos pero nadie lo asesora y no sabe cómo hacer el trámite. «No sabe leer, ni hablar castellano y es muy quedado. Firmó unos papeles y no sabe en dónde están», explica Aranda. Mientras tanto, los chicos pasan los meses sin brújula ni destino. No saludan, no contestan, no se ríen, no tienen un plato de comida seguro en la escuela, no aprenden. Nada los ayuda a poder integrarse a una sociedad que les dio la espalda.

    Hoy no desayunaron y a las 12 del mediodía prenden una olla para preparar una taza de arroz hervido para repartir entre todos. Al lado, un perro desnutrido sabe que no va a recibir su tajada.

    «Solo nos queda un poco de harina», cuenta Manuel. Hace unos años el gobierno les entregó una casa de material pero sin agua. Tampoco tienen luz y usan el monte como inodoro. Los cuartos son el reflejo de una ausencia que duele todos los días: la ropa tirada en el piso muestra que nadie les enseñó a ordenar ni a cuidar sus pertenencias.

    Son seis mujeres y cuatro varones. Tienen ojos tristes, las caras marcadas por el sol, los dientes rotos, los pantalones y las remeras sucias, las miradas desviadas. Los adolescentes hacen trabajos en el monte y las mujeres algunas artesanías como cortinas o carteras para conseguir algunos pesos.

    «Acá los chicos están condenados. El futuro se les hace muy difícil. Lo más probable es que las nenas terminen juntando leña, buscando agua y cuidando a sus hijos», dice Montagne.

    En esta realidad ya cayó Dominga, que tiene 17 años y es mamá de Leo, que tiene dos meses. El bebé, es quizás, el único que logra robarle una chispa de esperanza a sus ojos, un intento de juego, una morisqueta instintiva.

    Cómo ayudar:

    Los Canciano necesitan alimentos no perecederos, bicicletas para que los chicos puedan ir a la escuela, y calzado. Las personas que quieran colaborar pueden comunicarse con Alejandro Montagne, presidente de la Fundación SOS Aborigen al 03471-614139.Fuenre

    Fuente: La Nación.