Etiqueta: suicido

  • El cura Eduardo Lorenzo, acusado de abusos sexuales, se suicidó en La Plata

    El cura Eduardo Lorenzo, acusado de abusos sexuales, se suicidó en La Plata

    El sacerdote estaba siendo enjuiciado por las denuncias por abuso sexual a menores en la ciudad de La Plata. Este lunes la jueza Marcela Garmendia había ordenado su detención.

    eduardo lorenzo cura
    Se suicidó el cura Eduardo Lorenzo, acusado de abusos sexuales durante 30 años.

    Eduardo Lorenzo estaba al frente de una parroquia Inmaculada Madre de Dios, en Gonnet y fue denunciado por abusar sexualmente de al menos cinco niños entre 1990 y 2008. El cura se suicidó en la pensión de Cáritas en La Plata donde se encontraba alojado.

    La información fue revelada por medios locales mencionando a fuentes judiciales y aseguraron que la Policía se encuentra trabajando en el lugar del hecho. El sacerdote se disparó con un revolver dentro de la habitación donde vivía.

    Este lunes, la jueza de Garantías de La Plata Marcela Garmendia ordenó su detención por las denuncias de abuso sexual en su contra. Las familias de las víctimas esperaban esta decisión hace algunos meses pero al incorporar las nuevas pericias psicológicas que expresaban que Lorenzo presentaba “rasgos psicopáticos, perversos, narcisistas y obsesivos”.

    Pese a esta orden, la medida había quedado en suspenso a la espera de la resolución final de la Cámara de Apelaciones.

    Los abusos habrían sido cometidos entre 1990 y 2008, a cinco jóvenes varones que participaban de actividades parroquiales en sedes eclesiásticas de la capital bonaerense, Olmos y Berisso.

    En medio de esta causa, el Arzobispado de La Plata decidió desplazar a Eduardo Lorenzo de su cargo en la Parroquia Inmaculada Madre de Dios en Gonnet.

  • Su papá la encontró teniendo sexo en su casa, se escapó y se suicidó «prendiéndose fuego»

    Su papá la encontró teniendo sexo en su casa, se escapó y se suicidó «prendiéndose fuego»

    Su papá la encontró teniendo sexo en su casa, se escapó y se suicidó

    A Débora Guzmán la buscaban desde el miércoles, cuando se fue de su casa tras mantener una fuerte discusión con su papá. La búsqueda tuvo un final trágico e inesperado: confirmaron que el cuerpo calcinado que encontraron ayer en la localidad de San Miguel pertenecía a laadolescente de 17 años.

    La joven cuyo rostro se había viralizado en las últimas horas a través de las redes sociales, tenía el 80 por ciento del cuerpo quemado. «Fue un horror», dijeron a los medios los vecinos del terreno baldío del barrio Santa Brigada en el que la encontraron.

    La denuncia por su desaparición la había presentado el día anterior su papá, un gendarme de 37 años. El hombre, según replicó Crónica, contó que Débora se había escapado después de que él le recriminara haber tenido sexo con su novio en la casa familiar.

    El lugar donde encontraron el cuerpo en San Miguel. (Foto: gentileza Infobae).
    El lugar donde encontraron el cuerpo en San Miguel. (Foto: gentileza Infobae).

    La principal hipótesis de los investigadores es el suicidio. De acuerdo a la reconstrucción que hicieron Débora fue a buscar un bidón con combustible que guardaba su padre, se roció el líquido en su cuerpo y depués de pasar por su escuela para despedirse de sus amigas se dirigió al terreno donde se prendió fuego.

    Esta versión, sin embargo, no convenció a todos los vecinos del lugar. Una mujer dijo al mismo diario: «Si te quemás en vida gritás, es desesperante. Esa chica ya estaba muerta y el fuego sólo fue para quemar evidencias, es muy lógico».

    La Unidad Funcional de Instrucción 22 de Malvinas Argentinas investiga las circunstancias del caso, caratulado en principio como «averiguación de causales de muerte». La zona donde encontraron el cuerpo fue presevada y en las próximas horas se espera la declaración de los testigos.

    Su papá la encontró teniendo sexo en su casa, se escapó y se suicidó

  • España: Una mujer se suicidó después de que se viralizó un video sexual

    España: Una mujer se suicidó después de que se viralizó un video sexual

    Verónica, una mujer que trabajaba en una fábrica de 2.500 empleados en España, se ahorcó el sábado en su casa. La semana anterior se había enterado de que entre sus compañeros circulaba un video sexual donde ella aparecía. 

    La mujer, de 32 años, trabajaba como operadora de grúa en una fábrica de camiones ubicada sobre la avenida de Aragón, en San Fernando de Henares, en la periferia de Madrid. La policía nacional está investigando los hechos como suicidio, pues informó que al no haber denuncia no podrá llevar el caso como delito contra la intimidad.

    Antes de que las imágenes llegaran hasta su esposo, quien detalló que padeció una crisis de ansiedad tras enterarse, Verónica ya había escuchado el rumor entre sus compañeros, pues a veces solo se acercaban a ella para confirmar que era la misma mujer del video.

    Los videos se compartieron en un grupo de Whatsapp (Foto: Pixabay)
    Los videos se compartieron en un grupo de Whatsapp (Foto: Pixabay)

    Este último viernes se fue de la fábrica antes de terminar su jornada laboral, una compañera de su mismo departamento la acompañó hasta su casa. «Se puso muy nerviosa y se tuvo que marchar de la fábrica porque no aguantaba la presión, tanto aquí como en su entorno familiar», declaró Susana Martín al periódico El Mundo.

    La empresa difundió este martes un comunicado entre los empleados para lamentar lo sucedido: «No podemos dejar de sentir dolor y consternación por tan atroz suceso. Aún estamos en shock, y la pena y la indignación nos desasosiegan. Que esto no tenía que haber pasado todos y todas lo tenemos claro».

    De acuerdo con el diario español, la empresa aprovechó la situación para hacer hincapié en que se había hecho «todo lo correcto», pues trascendió que los jefes y altos directivos ya sabían del caso desde el jueves.

    El comunicado de la empresa (Foto: Iveco)
    El comunicado de la empresa (Foto: Iveco)

    La versión de IVECO, como se llama la compañía, asegura que en el departamento de recursos humanos instaron a Verónica a que denunciara y que, incluso, le ofrecieron cambiarse de planta o darse de baja, pero aseguraron que ella «rechazó todas las ofertas«. Sin embargo, nadie ha podido confirmar que esto sea verdad.

    Según la información recabada en los testimonios, el video data de hace cinco años, y allí aparecen Verónica y un ex novio, que también trabajaba en la misma empresa. La policía sospecha de que él fue el responsable de la difusión.

    Pese a que Verónica tenía dos hijos, uno de nueve meses y otro de cuatro años, nada la detuvo el día que se suicidó. En España el código penal castiga con una sentencia de tres meses a un año a todo aquel que «sin autorización de la persona afectada, difunda, revele o ceda a terceros imágenes o grabaciones audiovisuales de aquella».

  • Córdoba: asesinó a su novia y a su suegra y se suicidó

    Córdoba: asesinó a su novia y a su suegra y se suicidó

    Un hombre de 41 años asesinó a su novia y a su suegra en Almafuerte, a unos 100 kilómetros de la capital de Córdoba y, poco después, se mató tras estrellar su auto contra un puente en Elena, una localidad cercana.

    Su hermano fue quien alertó a la Policía de que el hombre lo había llamado para que buscara al hijo de su pareja en la cancha porque él se había «mandado una cagada».

    En la casa de Germán Presbisterio los agentes encontraron asesinadas a puñaladas a su novia, Verónica Rearte, de 34 años, y a su suegra, Cristina Reinoso, de 54. Ambas tenían varias heridas en distintas partes del cuerpo.

    Después de los crímenes, Prebisterio se fue en su camioneta Chevrolet S10 blanca y la chocó deliberadamente contra un puente, en la localidad de Elena, con dirección a Río Cuarto sobre la ruta 36. Murió en el acto.

    Hasta ahora, la Policía determinó que los tres estaban discutiendo y que él tomó un cuchillo y se avalanzó sobre su suegra provocándole un corte fatal a la altura del cuello; después apuñaló a su pareja.

    Sobre el choque de la camioneta contra el puente, los testigos indicaron que en un momento el vehículo se salió de la ruta para impactar de lleno y a toda velocidad contra la columna de hormigón.

    En el caso interviene el fiscal del Segundo Turno de Río Tercero, Alejandro Carballo, quien espera el resultado de las autopsias para determinar cuántas puñaladas recibieron las mujeres.

    El hecho es muy similar al ocurrido hace un mes también en Córdoba, cuando un hombre degolló a su mujer y después chocó intencionalmente su auto contra un camión.

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  • Bariloche: Un adolescente se suicidó luego de que una amiga lo escrachó con una denuncia falsa en las redes

    Bariloche: Un adolescente se suicidó luego de que una amiga lo escrachó con una denuncia falsa en las redes

    Un joven de 18 años fue señalado por su mejor amiga como un abusador. Las acusaciones eran falsas, y la joven admitió que lo difamó “por un momento de bronca y enojo”, pero el hostigamiento en las redes no se detuvo, y Agustín Muñoz decidió terminar con su vida.

    En horario central y prácticamente por cadena nacional, el pasado 11 de diciembre Thelma Fardín, rodeada de “la colectiva” de actrices argentinas, denunció una violación que habría sido perpetrada por Juan Darthés en 2009. La presunción de inocencia, ese artilugio que el derecho liberal plasmó en la constitución, no existe; cuando la sociedad elige sus culpables, la condena es inapelable: VOX POPULI, VOX DEI. Todo lo demás son elucubraciones de los tecnócratas del derecho penal, impotentes frente al trending hollywoodense del #MeToo, o a su versión española, el #NoEsNo, cuyo registro de marca en Argentina pertenece a la empresa Pol-ka, de Adrián Suar, expareja de Griselda Siciliani, líder de “la colectiva”.

    El ejemplo inevitablemente frívolo de las ricas y famosas, que fue celebrado por todo el periodismo, hizo furor en las chicas de todo el país, que armaron grupos de denuncias y escraches divididos por zonas, por partidos, por clubes y hasta por acusados, cuya culpabilidad fue sellada con el lema #YoTeCreo, que alcanzó incluso a Elena Silvina Cast, la madre del fallecido Agustín Muñoz, quien en la pagina de La Izquierda Diario en Facebook agredió a una mujer que dudó del testimonio de Fardín.

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    La fiebre del #MeToo generó una ola de denuncias, muchas francamente desgarradoras, otras triviales o groseramente fabuladas, todas gozaron del mismo crédito dogmático, porque las denuncias no se cuestionan.

    En Bariloche, una chica llamada Annie, escrachó por enojo a su mejor amigo en una marcha y en las redes, alegando que el la había abusado sexualmente, para luego retractarse vía Whatsapp y disculparse por su accionar; “No supe ver el límite de esto” fue parte de la disculpa (tardía) que recibió Agustín Muñoz. Esto sucedió el 13 de diciembre.

    Ese mismo día, la madre de Agustín expuso el caso desde su muro de Facebook y compartió la terrible situación. Al volverse viral, el falso escrache realizado por Annie afectó al adolescente, “Mi hijo esta en su cama encerrado sin querer comer… mientras esa chica se pasea como si nada” relató su mamá, Elena Silvina Cast, para quien solo una bestia inmunda puede dudar cuando una mujer denuncia.

    Si bien la disculpa de la joven Annie fue publicada, Agustín no pudo soportar la presión del escarnio público, y el escrache “por bronca” que realizó su amiga; el adolescente falleció el 22 de diciembre. Su mamá desde las redes recibe las condolencias de decenas de personas que recuerdan a Agustín con amor e intentan abrazarla y consolar su dolor sin alivio.

    Mientras Annie se apresuró a borrar sus cuentas de Facebook e Instagram, desde Twitter los amigos de Agustín piden justicia y que se frenen de alguna manera los escraches virtuales y que las denuncias se hagan en la justicia, que es donde corresponde. Pero algunas pibas no están de acuerdo, como en el caso de “Verdosa”, cuya cuenta fue suspendida luego de justificar que “para atrapar a los verdaderos violadores se necesita cazar a unos cuantos inocentes“.

    El caso de Annie escrachando a Agustín no es el único, la twitera “Ornee F” hizo lo mismo, acusó a un joven de haberla abusado y luego se disculpó por “haber mentido con un tema tan serio“.

    El #MeToo permitió que las caretas de muchos abusadores fueran arrancadas por mujeres valientes, dispuestas a dar su testimonio sin reflectores, sin colectivas, sin venta de merchandising conmemorativo. Cada denuncia falsa, cada victimización sobreactuada, cada puesta en escena, atenta contra ellas, contra su visibilidad y su credibilidad. El daño de Annie es doble, Agustín se quitó la vida, y al mismo tiempo muchos violadores se benefician porque su exposición se reduce cuando las falsas denuncias proliferan, y sin embargo, desde la colectiva parece haber más interés por los registros de marca y la venta de remeras, que por transmitir un mensaje responsable.

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  • El duelo de un terapeuta cuando un paciente se suicida

    El duelo de un terapeuta cuando un paciente se suicida

    Este artículo apareció originalmente en Tonic Estados Unidos.

    Mientras entrevistaba por Skype a Beth, una trabajadora social radicada en los Estados Unidos, ella buscaba entre sus papeles un sobre con el nombre de Toby*, donde había una fotografía, una tarjeta del funeral y algunos dibujos. Una de las cosas que había sobre el escritorio de Beth era una piedra que, me cuenta, a Toby le gustaba tener mientras estaban en terapia. Toby había sido paciente de Beth y se había suicidado hace siete años.

    «Nunca lo olvidaré», dice. «Fue un viernes». Toby era un paciente de un programa para jóvenes con problemas mentales complejos. «Se negaba a salir de mi oficina», dice Beth. «Ponía la cabeza entre los brazos y lloraba mientras decía ‘haz que se detenga’».

    Toby se enfrentaba a toda una constelación de dificultades. De bebé, había sido adoptado por una familia con unos principios religiosos que él no compartía, y además pasaba un momento complicado en la escuela. Experimentaba estados de ánimo muy bajos, tenía pensamientos paranoicos y se había sobredosificado en otras ocasiones. Sin embargo, asistía al programa, tomaba los medicamentos y participaba en la terapia hablada.

    «Estaba triste», dice Beth. «Pero también era graciosos y sarcástico; era skateboarder y le gustaba el rock. Era el chico cool pero también era sumamente vulnerable. Estaba muy solo».

    En las semanas previas a su muerte, Toby había empezado a preocuparse por unas inusuales explicaciones frente a su adopción. «Intentaba entender sobre el hecho de ser amado, no ser amado y ser abandonado», dice Beth.

    Ese viernes, Beth había quedado nerviosa. «Fui al psiquiatra y dije, ‘o lo llevamos a emergencias o intentamos internarlo en un hospital’», dice.

    Toby fue examinado pero no admitido esa misma noche. Otros miembros del equipo pensaron que sería mejor para Toby estar en casa, con la opción de regresar si era necesario. Esta clase de decisiones clínicas pueden ser insoportables, con el peso de intentar equilibrar ciertos riesgos con la salud y seguridad de una persona. Los miembros de un equipo no siempre están de acuerdo en cómo obrar, y Beth no lo estuvo.

    «Cuando sus padres vinieron a recogerlo, les dije, ‘Toby ha tenido un día muy difícil, no está bien, sean muy cuidadosos con él’», recuerda Beth. «Les dije, ‘no duden en llamar o traerlo a emergencias’. Él se fue y le dije, ‘nos vemos pronto’». Beth estaba de turno ese fin de semana.

    «A primera hora del sábado recibí una llamada donde me decían, ‘él está en cuidados intensivos, ¿vas a venir?’». La noche del viernes, mientras su familia comía en el piso de abajo, Toby había ido al baño y se había disparado. Sobrevivió, pero después de un daño cerebral severo, desconectaron el soporte vital después de unos pocos días.

    Aunque no hay muchos datos recientes, se estima que la mitad de los psiquiatras y uno de cada cinco psicólogos en Estados Unidos ha experimentado el suicidio de un paciente. El año pasado se registraron 5.821 suicidios en Reino Unido: 10 muertes por cada 100.000 personas. Sabemos que los efectos son devastadores para familiares y amigos. Se sabe mucho menos sobre las reacciones de los profesionales a cargo. ¿Qué pasa si la persona que murió era tu paciente?

    Las olas de sentimientos que puede generar un suicidio se esparcen enormemente. «La gente suele creer que el impacto solo llega a un puñado de familiares cercanos», dice Julie Cerel, presidenta de la Asociación Americana de Suicidología y profesora en la Universidad de Kentucky. «En realidad, nuestro trabajo a encontrado que 135 personas son expuestas a cada suicidio; quiero decir, personas que conocieron a quien murió. Y más o menos un tercio de ellos son impactados profundamente».

    La reacción inicial de Beth fue volcar su vida al trabajo, pero las consecuencias emocionales fueron muy grandes. «Me sentía tremendamente triste, afectada y culpable. Recuerdo llorar mucho. Sentí vergüenza. No dormía bien. Luego, durante más o menos un año fue incapaz de tomar decisiones… pedía ayuda de otros todo el tiempo. Me preocupaba de qué iba a cenar porque, ¿y si tomaba la decisión incorrecta? Y me llevó un tiempo darme cuenta: esto es porque siento que tomé la decisión equivocada incluso cuando la decisión no fue solo mía».

    Hay una escasez de estudios frente a las reacciones de terapeutas en casos de suicidios de pacientes, y una gran razón para eso es la reticencia para hablar al respecto. La culpa, la vergüenza y —particularmente en Estados Unidos— el miedo a enfrentar acciones legales pueden generar silenciamiento.

    «Los terapeutas suelen sentir las mismas emociones que otras personas cuando hay muertes, y tienen el peso adicional de la culpa», dice Cerel. «Pero la culpa, que suele ser similar a la reacción de familiares que desearían haber podido hacer más, puede ser interpretada como una confesión de no haber hecho lo suficiente en un sentido clínico y eso podría llegar a un litigio. La mayoría de profesionales de la salud no sienten que puedan hablar abiertamente sobre sus reacciones frente al suicidio de sus pacientes».

    A pesar del reducido número de investigaciones, hay una evidencia creciente alrededor del luto de profesionales. Jane Tillman, psicóloga del Austen Riggs Center de Massachusetts, condujo uno de los primeros estudios cualitativos del campo. Ella entrevistó a 12 terapeutas y encontró ocho temas comunes en las reacciones al suicidio de un paciente, incluyendo las respuestas a traumas, reacciones emocionales al duelo, sensación de crisis, efectos en las relaciones con colegas y efectos en el trabajo con otros pacientes.

    Uno de los participantes describió sentirse «sumamente traumatizado», recuerda Tillman. «Se dio cuenta de que cada vez que sonaba el teléfono a mitad de la noche o en un momento inesperado, sentía un pico de adrenalina. Cuenta que ‘ni siquiera fue así como me enteré de la muerte de mi paciente, pero incluso después de muchos años pienso que un paciente se ha suicidado’».

    Estudios más amplios muestran que aproximadamente 40 por ciento de los terapeutas afligidos reportan el suicidio de un paciente como traumático. Reacciones comunes incluyen la vergüenza, la culpa, el terror y una sensación de desesperanza, o pensar que fueron muy ingenuos o ambiciosos por pensar que habrían podido ayudar.

    Tillman cree que hablar es fundamental; tanto para estudiantes como para profesionales calificados. «Suelo decir en los talleres, ‘alcen la mano si son supervisores’», dice. «Mucha gente alza la mano. ‘Levanten la mano si han tenido algún entrenamiento sobre qué hacer si alguno de sus subordinados tiene un paciente que se ha suicidado’. Nadie levanta la mano».

    «Esto no es una cosa inesperada y terrible que solo le pase a malos profesionales», agrega Tillman. «Esto hace parte de estar en el campo, y tenemos que hallar maneras para aprender al respecto, de modo que la gente no se sienta tan abandonada. No es raro estar afligido; no es una debilidad. Es una parte terrible de nuestra vida profesional».

    Cerel cree que el duelo después del suicidio es «similar al duelo tras otras muertes repentinas, pero se diferencia en el sentido que la gente afectada por estas muertes siente que hubo algo que pudieron hacer directamente para prevenir la muerte. Se preguntan por qué durante mucho tiempo».

    Beth aún piensa en Toby, pero no se sentía a gusto hablando de él en el trabajo. «No creo que haya tenido el derecho de procesarlo como una muerte traumática personal. Fue una pérdida profesional traumática, pero se sintió muy personal». Para todas las estructuras teóricas y profesionales, perder a un paciente al final sí implica un luto, más aún en una situación complicada. Trae consigo todas las emociones humanas complicadas de un duelo.

    Beth entiende eso, y quiere que otros terapeutas también lo hagan. «Vivimos entre relaciones humanas», dice. «Nos entregamos a ellas por completo así que cuando perdemos a alguien también sentimos eso con todo nuestro ser, y eso está bien. La gente debería saber que está bien estar de luto y sentirlo».

    «¿Cómo se recupera uno?», se pregunta ella. «Uno no lo hace. Pero tener en cuenta ‘qué necesita un individuo cuando pasa por un duelo’ puede ayudar a normalizar el evento».

    *Algunos nombres han sido cambiados.

    Esta es una versión editada de un artículo publicado original mente en Mosaic por Wellcome y es republicado aquí bajo una licencia de Creative Commons.