Etiqueta: Historia

  • La Biblioteca Julio Herrera y un recorrido por la historia y la ficción

    La Biblioteca Julio Herrera y un recorrido por la historia y la ficción

    La Dirección Provincial de Bibliotecas y Archivo, dependiente de la Secretaria de Estado de Cultura, visitó el viernes 17 de nmayo la Escuela N° 994 Rivadavia-Belgrano en el marco de las actividades de extensión que lleva adelante. 

    Los alumnos de 5° y 6° año compartieron una tarde de lectura y producción a partir de los “Cuentos de la Tía Clementina”, estas narraciones recorren los sucesos de Mayo de 1810 en el dialogo de dos personajes de ficción, uno de ellos es Eugenia Ortiz, una mujer que decide escribir unos relatos, recuerdos de charlas que tuvo durante su infancia con su criada negra, la tía Clementina, que es el otro personaje. La tarde se desarrolló entre cuentos y producciones que reflejaron el gran trabajo realizado por alumnos y docentes.   

  • Conmovedora historia de una youtuber que gano su lucha contra el cáncer y lo dejo grabado

    Conmovedora historia de una youtuber que gano su lucha contra el cáncer y lo dejo grabado

    Sostiene el libro con la mano derecha mientras habla ante una audiencia atenta. Hoy, con apenas 17 años está presentando su primer producción literaria, donde relata cómo sobrevivió al cáncer. «Acá cuento todo lo que me pasaba durante el tratamiento, hasta las cosas más mínimas como: ‘me agregaron una porción de comida, estoy feliz’», dice.Apenas termina de esbozar esas últimas palabras se quiebra en llanto. Y explotan los aplausos.

    La que habla, la que se emociona, la que conmueve es Celeste Iannelli, una adolescente de Ramos Mejía que rebosa fortaleza con cada palabra que enuncia frente al público reunido para escucharla en la Fundación Natalí Dafne Flexer, la entidad que editó su libro y donde hizo la presentación.

    Celeste Iannelli fue diagnosticada con leucemia a los 14 años, hoy tiene 17 y cuenta cómo se recuperó de la enfermedad en su libro.
    Celeste Iannelli fue diagnosticada con leucemia a los 14 años, hoy tiene 17 y cuenta cómo se recuperó de la enfermedad en su libro.

    El 24 de agosto de 2016, cuando Celeste tenía apenas 14 años, le diagnosticaron leucemia. Hace un año terminó su tratamiento contra el cáncer. Y durante todo ese proceso de lucha que implicó médicos, hospitales y estudios, Celeste abrió un canal de YouTube donde dejó registro de cada tramo que atravesó en ese camino. Las situaciones más difíciles, las pequeñas alegrías, y los momentos «más o menos».

    Sus pensamientos también fueron plasmados en textos que hoy están en su libro Día a día, la historia de Celeste. «Lo empecé a escribir en el hospital, en los papeles del baño y durante los 7 meses que estuve en tratamiento»

    Al finalizar el tratamiento, las páginas fueron incorporando personajes y fantasía. Es la forma que encontró Celeste para transmitir, con ingenio y frescura, lo que ella atravesó con el objetivo de generar conciencia.

    El libro es de distribución gratuita para adolescentes en tratamiento hematoncólogico y jóvenes curados. Para solicitar una copia hay que escribir un mail a institucional@fundacionflexer.org o contactarse con la entidad por medio de Instagram (@fndflexer), o bien ingresando en  www.fundacionflexer.org/celeste Play

    «El objetivo de este libro es que lo lean pacientes oncológicos y que les sirva para algo. Y a ellos les diría que la pelea es día a día, que se puede, que lo hagan con una sonrisa en la cara por más que haya cosas que no les gusten tanto, y que piensen que el día de mañana pueden estar como estoy yo ahora que ya pasé esa etapa y presentando un libro o haciendo lo que más les guste en la vida», resume con una sonrisa.

    Durante el tratamiento, Celeste siguió estudiando en su casa, con un programa de educación domiciliario del Ministerio de Educación que garantiza el acceso a la escolaridad a niños que, por motivos de salud, no pueden asistir al colegio. Ahora volvió a estudiar con sus compañeros, en su escuela de siempre, donde está cursando el último año del secundario.

    “Día a Día, la historia de Celeste” es el nombre del libro que publicó la joven.
    “Día a Día, la historia de Celeste” es el nombre del libro que publicó la joven.

    Durante el tratamiento contra el cáncer le diagnosticaron otra enfermedad que se llama osteonecrosis, y que se caracteriza por la pérdida de irrigación sanguínea al hueso, lo que genera la muerte del tejido óseo. Esto se manifiesta con dolor, limitación de la actividad física y la movilidad en general. A raíz de esto, hoy Celeste camina con ayuda de muletas y usa silla de ruedas.

    A la izquierda, cuando estaba en pleno tratamiento, y a la derecha, hoy, ya recuperada de la enfermedad.
    A la izquierda, cuando estaba en pleno tratamiento, y a la derecha, hoy, ya recuperada de la enfermedad.

    «Me tienen que operar y poner prótesis en las caderas, cuando llegue la prótesis me operan y a partir de ahí voy a poder caminar, correr, volver a jugar al vóley», enumera. Esto último siempre fue una de sus grandes pasiones y no ve la hora de retomar con esta actividad.

    «No me importan las limitaciones que mi cuerpo me quiera poner. Si mi cuerpo me dice que no yo digo que sí y si digo que sí es sí», dice Celeste en uno de sus videos publicados en YouTube y basta escucharla un rato, mirar sus mohínes al hablar y la sonrisa constante para entender el poder de esa determinación.

    ¿Qué le gustaría hacer cuando egrese del colegio? «No tengo bien definidos qué quiero hacer pero probablemente sea algo con la actuación porque me encanta. Siempre me gustó, desde chica, pero nunca lo había concretado. Siempre fui más del deporte pero actuar siempre me gustó», dice.

    En su canal de YouTube, donde principalmente busca informar sobre la leucemia y crear conciencia sobre este tema, también comenzó a publicar otro tipo de contenido donde se la ve probando videojuegos, compartiendo algunas reflexiones con humor o, como resume ella «haciendo algo de comedia».

    Celeste fue registrando cada momento de su tratamiento en su canal de YouTube.
    Celeste fue registrando cada momento de su tratamiento en su canal de YouTube.

    Uno de los videos más populares que hizo fue en agosto del año pasado, cuando se levantó de la mesa que compartía con su familia en un restaurante, y ante decenas de extraños, contó que ese día terminaba la parte más dura de su tratamiento contra la leucemia.

    Ella emocionó y se emocionó. La gente explotó en aplausos, y el clip se viralizó: tuvo un millón y medio de reproducciones en Facebook, y 192 mil en Twitter. Un canto a la vida. Ella es es un canto a la vida y cuesta no conmoverse al escucharla.

    Como ocurre a veces, los momentos críticos en la vida sirven para adoptar nuevas perspectivas. Para mirar el mundo con otra óptica. «Siempre destaco que hay que vivir día a día. Disfrutar mucho de la vida, hasta las pequeñas cosas, no sólo los momentos grandes, sino de esas pequeñas cosas, como ir al colegio y cosas que uno hace todos los días y quizás no se da cuenta de lo valiosas que son», concluye.

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  • Anses: cómo consultar tu historial laboral por internet

    Anses: cómo consultar tu historial laboral por internet

    Los trabajadores que necesiten acceder a su información laboral pueden hacerlo desde la web del ente que dirige Emilio Basavilbaso. La información puede descargarse en formato PDF y ser presentada en cualquier organismo.

    En la sección Mi ANSES del sitio web del organismo, los trabajadores pueden consultar la información relacionada a su historia laboral registrada en el organismo.

    Esa información comprende:

    Los empleados en relación de dependencia: es posible constatar si el empleador efectuó las declaraciones juradas mensuales (períodos posteriores a 06/1994) y anuales (períodos anteriores a 07/1994).

    Autónomos, monotributistas y trabajadores de casas particulares: se pueden corroborar aportes y/o contribuciones realizados en forma personal o por el dador de trabajo (en el caso de casas particulares).

    Desempleo: períodos en los cuales se percibió dicha prestación.

    Provinciales: períodos en que las personas trabajaron en las provincias cuyas cajas fueron transferidas al Estado, por ejemplo, Salta, Jujuy, Mendoza, San Juan, entre otras.

    Blanqueo: períodos declarados por el blanqueo laboral de 1992.

    La Historia Laboral puede descargarse en el formato universal PDF, para ser impresa y presentada ante cualquier organismo que la solicite. Además, no requiere la autenticación con sello y firma de un agente de la ANSES.

    Paso a paso:

    1. Ingresar en www.anses.gob.ar, sección Mi ANSES.
    2. Ingresar la Clave de la Seguridad Social.
    3. Ir a Trabajo.
    4. Elegir Consulta Historia Laboral.

    Para crear la Clave de la Seguridad Social, el interesado debe ingresar antes al sitio de la ANSES, sección Mi ANSES. Una vez ahí, debe seleccionar la opción Crear Clave de la Seguridad Social, que lo llevará a las Políticas de Seguridad que deberá leer atentamente y aceptar para obtener su clave.

    Al acceder a las Políticas de Seguridad, se abrirá una pantalla en la que deberá ingresar su número de CUIL, el código que aparece y señalar si reside en el país o en el exterior.

    Luego de pulsar Enviar, el sistema le confirmará que su usuario fue creado con éxito. A partir de ese momento, tiene 90 días corridos para habilitarla ya sea personalmente o por Internet.

  • La historia del hombre que se fue al infierno y volvió

    La historia del hombre que se fue al infierno y volvió

    Hay historias como la del estadounidense Clifford Hoyt, que resultan muy difíciles de creer, aunque las pruebas, el contenido de la trama, incluso ciertos desfasajes de tiempo, terminen por generar un sinfín de dudas. Lo que se parece en mucho a un relato de una novela de ficción, con varios ribetes y condimentos, que la hacen absolutamente impredecible. Hay infinidad de historias, hechos, que no dejan de resultar extraños, porque sobrevuelan lo irracional, al límite de lo creíble. Sin embargo, muchas de estas historias, que tienen más de un acto, no consiguen dar una explicación fehaciente que las desencuadre de un fenómeno paranormal, un caso extrasensorial, un salto de plano dimensional. Aunque quizá resulte una fábula que no resiste una mirada real. El caso, también conocido como “El hombre que fue al infierno”, tiene fecha de inicio: sucedió el 5 de diciembre de 1999, en la carretera Maple Grove, estado de Maryland, Estados Unidos, donde se produjo un tremendo accidente que protagonizó Clifford. El hombre, de 31 años, logró salvarse de milagro, y a pesar de sufrir varias heridas y contusiones pudo, gracias a un esfuerzo casi inhumano, mover su cuerpo herido fuera del auto y quedar tendido en la carretera, para luego descompensarse y caer en estado de coma. Para su suerte, minutos después un camión pasó por el sitio y al encontrarse con tan horrible tragedia, de inmediato el transportista llamó al 911.

    Ya ingresado en el hospital local, se constató que Clifford no sólo había entrado a un cuadro comatoso, sino que también tenía varias fracturas, hemorragias internas y demás lesiones, muchísimas de gravedad. Por lo que su estadía resultó muy larga y la recuperación fue extremadamente lenta. Lo que los doctores no se imaginaban era que el hombre no sólo luchaba por aquellas desgracias físicas que le habían producido el accidente (en el que se registraron dos muertes), sino que algo más ocurría en su interior. Fundamentalmente en su mente, pero también en su cuerpo. Los médicos, cuando recobró el conocimiento, les permitieron a las autoridades policiales interrogarlo, aunque antes lo habían hecho con sus familiares. Estos descartaron que Clifford bebiera alcohol o tomara drogas, para entender qué había sucedido, aclarando que él ni siquiera bebía en eventos especiales y menos se drogaba. Era un hombre sano. Aunque en su versión, repetía hasta el agotamiento que había ido al infierno y había regresado del mismo…

    Aquella noche

    Según contaron varios enfermeros y auxiliares del room service del nosocomio, se comenzaron a escuchar gritos de desesperación de aquel hombre en el hospital, acompañados de golpes a la pared y sonidos desgarradores, angustiantes. Así, cuando los médicos y enfermeros ingresaron en la habitación de Clifford, lo encontraron asustado pero gritando como desquiciado, con sus globos oculares que parecían salirse de sus órbitas. Se movía tanto y sus alaridos eran tan increíbles que para poder inyectarle un calmante debieron agarrarlo entre varios. Y aún así no fue una tarea sencilla.

    ¿Qué era lo que Clifford Hoyt vociferaba? Mientras lloraba sin consuelo, repetía que durante todo ese tiempo había estado en el mismísimo infierno. Pero no solamente eso: aseguraba que había experimentado innumerables torturas y vejámenes, al momento que inimaginables brazos lo perseguían todo el tiempo, en medio de un clima que se entremezclaba con fuego, olor a azufre pero también a podrido, mientras un coro de lamentos parecía atornillarle el cerebro.

    Aun cuando Clifford Hoyt lloraba sin parar, su manera de relatar y sus dichos mostraban una marcada coherencia, tan vívido y creíble, que entre los presentes no sólo le creyeron, además afirmaron que no parecía delirar ni daba signos de estar afectado por los medicamentos que le habían prescripto..

    Alta, a medias

    A pesar de aquella noche increíble, el hombre, reservado, llegó a repetir la historia a algunos médicos, y con el correr de los días comenzó a superar las heridas, aunque nunca aceptó ser tratado por un terapeuta psicológico, fundamentalemente porque su relato se mantenía pero rechazaba cualquier tipo de tratamiento, y menos de carácter psiquiátrico. Una vez que sus heridas le permitieron ser un paciente ambulante, Clifford Hoyt pudo regresar no sin ciertas dificultades a su discreto departamento que alquilaba.

    Fue entonces cuando, con el correr de los días, sus vecinos comenzaron a quedarse con el dueño del edificio, ya que en el piso que alquilaba Clifford se escuchaba música todo el día, e incluso toda la noche. Ante semejantes quejas, el dueño del edificio decidió tomar cartas en el asunto y esa misma noche se dirigió hacia el departamento de Clifford, para dialogar cara a cara con él y pedirle que cesara con los ruidos.

    Sin embargo, el propietario, al llamar reiteradamente la puerta y no recibir ninguna respuesta a sus incesantes golpes, decidió entrar con la llave maestra, que todo dueño posee, ya que pensó que al tener tan alta la música, podía ser que no lo escuchara. Jamás imaginó entonces lo que vería instantes después, ya que luego de trasponer un desordenado living, donde la música salía de un equipo a todo lo que daba, se encontraría en una habitación contígua con Clifford Hoyt lúcido pero tirado en el piso, abrazando una enorme barra de hielo. La sala parecía una pocilga, llena de excremento. El propietario tomó fotografías del lugar para entregarle a la policía, a la que llamó inmediatamente.

    Las primeras palabras que intercambió con Clifford sorprendieron al propietario, ya que, semidesnudo, dijo que la música estaba al máximo para que los demonios del infierno no se lo llevaran otra vez, y porque solamente así los podía mantener alejados. Y sobre la barra de hielo, que de a poco se consumía, la abrazaba porque no soportaba el calor.

    Luego de eso, y una vez que las autoridades policiales lo interrogaron y ubicaron a sus familiares, estos se vieron obligados a internarlo en un centro psiquiátrico de Maryland. Los médicos afirmaban allí que su comportamiento se debió al daño cerebral que sufrió durante el accidente, pero Clyfford, hasta la última vez que se lo vio, repetía sin pisarse ni confundirse, que los demonios aun lo perseguían.

    Aunque algunos afirman que semanas después Clifford falleció, otros en cambio dicen que sus familiares decidieron cambiarlo de sitio y que aún hoy vive, y que sigue repitiendo lo mismo. Sin embargo, lo más sorprendente y a la vez escalofriante es el dato que se muestra a continuación: en el diario The Baltimore Sun, de Maryland, figura una noticia de un accidente en la misma carretera en 1999. En ese trágico hecho murieron dos personas, una de las cuales se llamaba Clifford Hoyt, quien al momento del deceso tenía 17 años. ¿Error? ¿Fraude? Si se hace bien la cuenta, dicho joven tendría 31 años, la misma edad de Clifford cuando tuvo el accidente. ¿Acaso un acto de resurrección, pero regresado del mismísimo infierno? ¿Un viaje de ida y vuelta, enmarcado en un mismo tiempo, aunque muy diferente al que se vive aquí? ¿O quizás sólo un error del periodista de aquella época? Lo que es cierto es que son muchas, demasiadas coincidencias. Y el caso jamás se aclaró, dado que Clifford Hoyt se perdió en la noche de los tiempos, vaya a saberse en qué psiquiátrico.

    Frustrado diálogo con un psiquiatra

    Cuando Clifford Hoyt fue evaluado por los médicos forences, tras ser hallado casi desnudo y abrazado a una barra de hielo, semanas después de superar un tremendo accidente, del que pocos entienden cómo pudo reponerse, dadas las innumerables contusiones y golpes, externos e internos, además de quebraduras y torceduras que padecía, de los que salió a flote lentamente tras varias semanas. No obstante, y una vez que recibió el alta médica (nunca había aceptado recibir atención psicológica y mucho menos psiquiátrica) sus dichos no solamente sorprendieron por su forma de relatar lo que sentía y cuánto era lo que estaba viviendo, supuestamente, como por la forma en que encaraba, de forma verosímil, cada una de sus respuestas. Tanto es así que medios locales de Maryland lograron rescatar el relato del psiquiatra que le tomó declaración testimonial. El terapeuta, que no dio a conocer su identidad, contó que, cuando Clifford Hoyt entró en su oficina, se mostró en todo momento seguro y decidido en sus dichos, reiterando una y otra vez qué era lo que sentía y que percibía que había vivido. El forense le consultó, directamente: “¿Te importa explicarme el bloque (barra) de hielo Cliff?”, a lo que Hoyt, sentado al otro lado de la oficina, y asegurándose de equilibrar el trozo de hielo que tenía entre sus piernas y que nunca abandonó, respondió sin demasiada voz: “Estoy ardiendo”. El policía repreguntó, como buscando más explicaciones. “¿Ardiendo?” y al instante asintió y apretó el bloque de hielo contra su pecho. “Sigo ardiendo”.

    Fue entonces que, como se ve en las series, el terapeuta acercó su silla al interrogado y le requirió precisiones, al consultarlo nuevamente: “¿Por qué te estás quemando Cliff?” Pero Hoyt, lejos de responder, pareció burlarse, miró el suelo de baldosas grises de esa habitación sin ventanas y luego comenzó a girar alrededor de su cabeza de lado a lado, como si intentara hacer una rara figura, y volvió a hablar: “Se queman. No me dejarán en paz”, replicó. Como si no entrara en razones, el médico replicó.“Cliff, ¿quieres hablar conmigo sobre tu accidente? ¿Recuerdas lo que te sucedió en diciembre de 1999?”,inquirió el oficial, a lo que Clifford, poniendo su atención a la barra de hielo que había comenzado a formar un charco entre sus piernas, apenas balbuceó: “No puedo recordar. No puedo recordar nada”.

    Luego el psiquiatra citó al sheriff Mason Greggs, quien lo había encontrado tras el accidente. “¿Lo recuerdas?”, le espetó, pero Clifford escupió el suelo y enseguida aclaró. “No quiero hablar de eso». Mientras limpiaba el escupitajo, el médico notó un hilo de sangre entre la saliva de Hoyt. “¿Recuerdas algo tras el accidente?”, repreguntó, pero Clifford volvió a negar con su cabeza y dijo: “Calor … y quema. Como un bistec (carne asada), o algo así”, mientras parecía aflojar su agarre de la barra de hielo, que se iba derritiendo. Sin perder la paciencia, el terapeuta volvió a la carga, buscando más acá en el tiempo reflotar en Clifford su vivencia, al consultarle: “¿Qué pasó después de que te despertaste, Clifford?”, pero el hombre que asegura haber vuelto del infierno no perdió jamás la hilación del rumbo tomado en sus respuestas, al declarar que “los seguí viendo. Negros, sin rostro. Me gritaron y me quemaron con sus horcas”, gritó mientras volvía a aferrarse al bloque de hielo con más fuerza. Fue entonces que el médico, ya sin demasiados argumentos, trató de avanzar en la secuencia y preguntó sobre el elevado volumen de la música, cuando ya se encontraba alojado en su departamento, y recordarle que “el propietario del edificio se ha quejado de que usted mantuvo la música a todo volumen en su apartamento toda la noche”. Pero Clifford, quien por entonces inexplicablemente golpeó al hielo mientras miraba para todos lados, como un niño que busca guardar un secreto, respondió lacónicamente: “Los mantuvo alejados. Me ayudó a dormir por la noche”.

    Tras ese relevamiento, Clifford Hoyt fue analizado por otros dos terapeutas, en diferentes momentos. Luego en la tarde y más a la noche, y si bien el primer psiquiatra afirmó haber visto “algo de seriedad en sus ojos”, en cambio, los otros dos llegaron a la conclusión de que el daño cerebral que había producido en el hombre el accidente automovilístico claramente había afectado a su psique.

    Por eso mismo, la junta médica determinó que lo enviarían a la institución mental más cercana en Maryland. Y eso fue lo que sucedió. Aún así, el primer profesional médico dijo sentir “como un cuchillo clavado en mi estómago. Antes de su traslado, hice varias pasadas por su habitación. No se le permitió ninguna visita, pero me quedé allí, escuchando, en la habitación contígua. Y entonces en la noche, lo oí. Se oyó una risa. Una mezcla entre una carcajada y un gruñido que ningún hombre en esta Tierra podría replicar. Pero cuando abrí la puerta, Clifford se encontraba solo, todavía aferrándose a otra barra de hielo que le habían dado. Por eso, aún cuando firmé su traslado, desde entonces no creo que Clifford Hoyt haya estado mintiendo…”.

  • La historia detrás de un morrón

    La historia detrás de un morrón

    Existen varias teorías para definir que es una noticia y otra que plantea que cualquier hecho noticioso para ser presentado al lector debería responder a 5 preguntas básicas (¿Por qué? ¿Quién? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Qué?), conocida como estrategia de la comunicación de las 5W puesto que en inglés esas preguntas comienzan con la letra «W». Pero, a veces atarnos a esos preceptos, a esas reglas básicas aleja aquellas historias que seguramente no harán impacto sobre el dólar fluctuante, sobre las disputas políticas en tiempos de elecciones o sobre la negociación internacional sobre el valor del barril de petróleo. Pero quizás esto no reúna las condiciones para ser una noticia, sino una historia detrás de un morrón. La historia de Stella Mari Bidegain y Juan Carlos Tumini.

    Regresar a la quinta

    Me muestran con orgullo lo que están por cosechar. Son morrones grandes y la huerta es pequeña. En su casa de la calle Sarmiento han hecho del patio un lugar para flores que colorean la tardecita, pero también un espacio para que algunas verduras den sus frutos. Hablan apasionados por esa magia de la naturaleza que este verano y lo que va del otoño salen del verde para llegar hasta su mesa. Hace un tiempo atrás, Carlos me dice «pasá por casa, hay unos morrones para fotografiar que están cerca de los 400 gramos». Esa es su noticia y por qué no ir por ella. 

    Carlos y Stella me llevan por su patio. Allí hay morrones grandes como los que me dijo. Pero también hay tomates cherry, tomates comunes, perejil y albahaca, y en el fondo una planta de zapallo que va ganando terreno desparramando zapallos de tres tipos. 

    Carlos me dice «esto lo vimos de chicos en el campo. Las familias tenían su huerta para consumo de la familia. Y eso se ha perdido. Pero nosotros hemos poquito a poco hecho la nuestra». Stella agregó que «yo cuando surge algún curso del INTA local sobre la huerta me sumo. Siempre se aprende algo más para mejorarla».  

    Carlos resalta que «sería bueno que la gente regresara a producir parte de su propia comida» y se queda mostrándome con alegría la quinta que lleva adelante su mujer.

    Historia de trabajo

    Juan Carlos Tumini y Stella Bidegain llevan 36 años de casados. Se conocieron en el campo. Tienen dos hijos Inés y Fabián. «Siempre trabajamos en el campo. El 8 de diciembre del 2018 hizo un año que estamos viviendo en la ciudad. Este verano arrancamos con la quinta aquí, pero yo siempre hice donde trabajábamos. Es algo que viene de la familia, mi papá hacía huertay so continué» dice Stella.

    Trabajaron juntos en un campo que administraba Pablo Gaviña durante 13 años y luego hasta la jubilación 21 años para una firma de Buenos Aires. De ambos campos tienen muy buenos recuerdos. 

    Al último trabajo llegaron por esos vericuetos del destino. Habían conocido a Caparros de Hotel Juárez por hacerles unos fletes. Los dueños de la última administración donde trabajaron iban a pedir trabajo a través del diario y la radio, pero ese día se cortó la luz y no salió ni el diario, ni hubo radio. Entonces Caparros «nos llamó y nos presentó a los dueños un domingo a la tardecita. Y de ahí en más trabajamos durante 21 años» y agrega que «los dueños si iban solo comían en nuestra casa y si venían con gente íbamos a comer con ellos. Siempre nos trataron como parte de su familia».

    Detrás de los morrones

    Atrás quedaron los morrones suspendidos de las verdes plantas. Juan Carlos se sube a los recuerdos. Nos cuenta de su incursión en el fútbol y una lesión de la rodilla que lo dejó afuera. «Es una historia larga. Entre un campo y otro trabajé también de taxiflet, y durante 40 años participé de carreras de sortija. Actualmente para darle un poco más de energía a la jubilación soy banderillero en las pruebas de riendas, aunque a las pruebas de Juárez e Ibarra de donde soy no les cobro. También en las domas gano algún peso más con una campana eléctrica en las jineteadas» y agregó que «no puedo estar quieto. Necesito hacer algo, sino no sé qué pasaría, quizás me vendría abajo». 

    Cuentas que sus hijos estudiaron en Escuela Nº 11 y en la escuela de Bunge la primaria. Y la secundaria en la Escuela Agropecuaria. Cada uno de los hijos les ha dado un nieto. Ellos están felices con su quinta, con la historia de trabajo, con sus hijos y nietos. 

    Me voy con el sabor del último mate. Sobre la mesa hay una bandeja llena de gigantescos morrones rojos. Stella y Juan Carlos me despiden con una sonrisa. Está claro que esto para la teoría de la comunicación no es una noticia y talvez no haya respondido a las 5W, pero poco importa. Detrás del orgullo por unos morrones vistos desde su siembra hasta la cosecha hay una historia de trabajadores, de gente que ha encontrado el valor de las pequeñas cosas. Como dijo Juan Carlos «es una larga historia», como la de todos los que hacen la gran historia de cada ciudad.  Y eso, en este mundo acosado por la vorágine de titulares que deben vender tragedia, miseria y peleas, es un aire que oxigena el alma.

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  • La historia de la imagen de una madre con sus hijas huyendo del gas lacrimógeno

    La historia de la imagen de una madre con sus hijas huyendo del gas lacrimógeno

    TIJUANA, México – Es la imagen ante el mundo de la crisis que transcurre en Tijuana: una madre migrante y sus hijas pequeñas huyendo de una lata de gas lacrimógeno humeante, con alambre de púas y una cerca de metal al fondo.

    Ambas niñas están vestidas solo con camisetas, y una de ellas, con chancletas, parece estar usando un pañal. La otra está descalza.

    La mujer que las agarra por los brazos y las aleja del peligro lleva un pantalón negro y una camiseta adornada con las sonrientes caricaturas de Anna y Elsa de la película de Disney «Frozen».

    El veterano fotógrafo de Reuters, Kim Kyung-Hoon, captó en cámara el domingo ese retrato discordante momentos después de que un grupo de migrantes centroamericanos se acercó al cruce fronterizo de San Diego y fueron repelidos por latas de gas lacrimógeno lanzadas por agentes fronterizos de Estados Unidos.

    «Cuando comenzaron los gases lacrimógenos, algunas personas gritaban y todos empezaron a huir», dijo Kim a NBC News el lunes. «Vi a la mujer y dos niñas huyendo». Una niña estaba descalza desde el principio. La otra llevaba chancletas de playa y las perdió en el caos «.

    NBC News también ubicó a la mujer, María Mesa, una madre de 39 hijos de Honduras, dentro de una tienda de campaña en el Refugio Benito Juárez en Tijuana.

    «Agarré a mis hijas y corrí», dijo Mesa sobre sus hijas gemelas de 5 años, Saira y Sheilly.

    Mesa dijo que su hijo James, de 3 años de edad, quien no aparece en la foto, también estaba con ellas y se desmayó después de que se le llenara el pulmón de gas.

    «Uno de ellos podría haber muerto», dijo.

    Kim dijo que Mesa «viajaba con cinco niños».

    «El padre de ellos vive en Louisiana y están tratando de comunicarse con él», dijo.

    La fotografía de Kim, que apareció en el sitio web de NBC News y en las portadas de numerosos periódicos, provocó indignación mundial y pareció desmentir la afirmación del presidente Donald Trump de que las caravanas eran una fuerza invasora de «delincuentes» y «miembros de pandillas».

    Pero Trump defendió lanzar gases lacrimógenos a los migrantes, llamándolos «gente muy dura».

    Kim, que es un surcoreano de 44 años residente en Tokio, no es ajeno a la tragedia. En los 16 años que ha trabajado para Reuters, cubrió todo, desde accidentes de avión hasta el terremoto y el tsunami de 2011 que devastó a Japón.

    Su más reciente asignación comenzó el 14 de noviembre cuando llegó a la Ciudad de México y comenzó a seguir a las caravanas de migrantes que escapaban del terror en sus países de origen y se dirigían al norte hacia la frontera con Estados Unidos.

    El domingo, el grupo que Kim había estado observando estaba en el cruce de la frontera de El Chaparral y Estados Unidos estaba a la vista.

    «Fueron detenidos en un lugar por la policía mexicana», dijo el fotógrafo. «Luego bajaron por la orilla del río. La cerca de alambre estaba al otro lado del río, a unos 20 metros de distancia».

    Kim dijo que vio como la madre y las gemelas comenzaron a atravesar el río poco profundo en la frontera. Cuando se le preguntó si esa era la razón por la que las chicas no llevaban casi nada, el fotógrafo dijo que él cree que era toda la ropa que tenían.

    Durante unos segundos, dijo Kim, se distrajo con dos hombres que ya habían cruzado y estaban usando sus manos desnudas y un cubo para cavar un agujero debajo de una cerca para que pudieran arrastrarse debajo.

    Entonces, de repente, el aire se llenó de humo.

    «Una lata cayó junto a la familia y comenzaron a huir», dijo, refiriéndose a la madre y las gemelas.

    Kim dijo que podía escuchar a las niñas pequeñas tosiendo y llorando e inmediatamente apuntó la cámara en su dirección y comenzó a tomar fotos del caos. Dijo que se quedó con ellas mientras huían de regreso al campamento de migrantes.

    Al preguntársele si lo había perturbado lo que había presenciado y los desgarradores sonidos de los niños llorando, Kim dijo que «mi trabajo es documentar lo que está sucediendo».

    «Trato de no dejar que mis emociones se involucren en mi trabajo», afirmó.

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  • La historia de una mamá que vende empanadas y pastelitos para que su bebé pueda ir al Hospital Garrahan

    La historia de una mamá que vende empanadas y pastelitos para que su bebé pueda ir al Hospital Garrahan

    La chaqueña Juliana Benítez tiene 21 años y su hijo, León, sufre apnea y otros problemas derivados.

    Juliana Benítez es una chaqueña, futura profesora de Lengua y Literatura, de apenas 21 años, que tiene un hijo llamado León que sufre apnea y otros problemas derivados.PUBLICIDAD

    Mientras estudiaba para lograr su objetivo, tuvo que dejar el colegio en 5° año porque su bebé, León, fue diagnosticado con apnea hace un año, cuando tenía tres meses. La apnea del sueño que padece su hijo es una afección que hace que deje de respirar por intervalos mientras duerme.

    Primero lo atendió en el hospital pediátrico Avelino Castelan, en Resistencia, hasta que por consejo de especialistas y su entorno decidió viajar a Buenos Aires para hacer una consulta en el Hospital Garrahan, viajó a Buenos Aires con todo el esfuerzo y los médicos le dijeron que tenía que quedarse 16 días internado.

    El caso era más grave de lo que había imaginado. El nene tenía problemas en la sangre y otras afecciones relacionadas con la enfermedad de base. Hubo que hacer estudios del sueño, neurológicos y hematológicos.

    Una señora empezó a acercarle comida, mate, a dejarle lavar la ropa en su casa. “Sin su ayuda, no habría podido sobrevivir en Buenos Aires”, agradeció Juliana en declaraciones al canal TN.

    Cabe destacar que cuando le dieron el alta provisoria, tenía que volver a los dos días al hospital con León para hacerle un control antes de regresar al Chaco. Como no podía pagar un hotel, recurrió a la Casa de la Provincia del Chaco. “Me dieron un alojamiento, pero yo no podía quedarme ahí con mi hijo. La habitación no tenía ni ventilador ni ventana y la asistente social se disculpó: “Es lo que tengo para ofrecerte, mamá”, me dijo.

    Pero los viajes tenían que repetirse si quería que León se repusiera, el problema era como hacían para realizarlo por los conflictos económicos.

    Juliana ideó campañas para recaudar los fondos necesarios. Organizó rifas, horneó pastelitos y alfajores, hizo empanadas, cocinó locro para el Día de la Bandera con el fin de juntar lo necesario para cada uno de los trayectos. Lo hizo en el barrio 17 de Octubre, donde vive con sus abuelos. “porque no tengo cómo moverme y León toma todavía el pecho”. Y la gente, solidaria, respondió.

    Para ayudar a León y Juliana, llamar al celular 0362154002086. O dejar mensaje para Juliana Benítez en Hotel Cuatro Reyes, en Avenida Independencia 1391 de la Capital Federal.

  • Del mito a la verdad: documentos sobre la relación Argentina – Alemania Nazi

    Del mito a la verdad: documentos sobre la relación Argentina – Alemania Nazi

    Hace unas días la Delegación de Asociaciones Judías Argentinas (DAIA) dio a conocer un documental que anticipa algunas sentencias sobre hechos históricos, realizado a través de archivos desclasificados por el Gobierno en el 92′ y en septiembre del año pasado – el material le fue entregado por el presidente Mauricio Macri al premier israelí Benjamin Netanyahu-.(https://www.youtube.com/watch?v=kXdupMM91KU).

    Acto del nazismo en el Luna Park (Bs.As)

    Los documentos rondan la relación de los gobiernos argentinos -del 30 y del 40- con la potencia del Eje, teniendo como escenario la guerra más sangrienta de la historia. Se marca un estrecho vínculo durante varios años, cooperación entre ambas partes, mutuo repudio a los judios, envíos de información, hospitalidad entre las naciones y encuentros festivos.

    Actualmente están en manos de investigadores del Centro de Estudios Sociales (CES) -DAIA- y de Ciudadanos Libres para la Calidad Institucional. La última institución solicitó y obtuvo los documentos de Cancillería hace unos meses y acordó trabajar en cooperación con la DAIA.

    “La investigación tomará algunos mitos sobre los nazis en Argentina y reemplazará esos mitos con hechos y verdad. Entregaremos informes sobre los principales hallazgos del trabajo actual con los archivos históricos”, dijo a JTA Marisa Braylan, directora del CES, el organismo que investiga sobre los asuntos judíos en Argentina.

    En una entrevista realizada por el diario Infobae, el presidente de la DAIA, Alberto Indij, precisa como se realizó el proceso de búsqueda de archivos y la temática del contenido: 

    Alberto Indij, presidente de la DAIA.

    «Se presentó en la Cancillería el titular de Ciudadanos Libres por la Calidad Democrática, el doctor Magioncalda, pidió esos documentos que habían sido desclasificados y se los entregaron. Son cinco disco rígidos que contienen 70 mil documentos. Magioncalda consideró que la DAIA era la entidad más apropiada por su experiencia y medios materiales y humanos para realizar la investigación, suscribimos un convenio con la entidad y a partir de ahí, la DAIA, con cinco voluntarios muy entrenados, comenzó a trabajar en esos documentos», explicó Indij sobre el inicio del proceso.

    «Esos documentos, algunos de los cuáles son escalofriantes, van revelando que el comportamiento del Estado argentino, a partir de 1936, antes de la guerra, y varios años posteriores a la guerra, fue de complacencia hacia el régimen nazi. En 1938 fue suscripta la circular número 11, por parte del ministro de Relaciones Exteriores, José María Cantilo, que explica porque durante el curso de la guerra no podían ingresar legalmente ciudadanos o personas de origen judío de Europa que eran perseguidos por los nazis, y sin embargo durante ese periodo ingresaron infinidad de nazis, croatas, ustachas, criminales de guerra de la peor calaña que hemos soportado en la Argentina».

    Uno de los episodios donde se encontraron objetos del nazismo, en San Isidro-Buenos Aires.

    A lo largo de los años se ha alimentado el relato sobre la relación de nuestro país con los nazis, al evidenciarse la presencia de criminales como Adolf Eichmann o Joseph Mengele -ambos con participación en las masacres-, con la revelación de alguna información por parte de Estados Unidos y a partir de las historias sobre los alemanes que rondan en algunos puntos de Argentina. Solo queda esperar los resultados de las investigaciones que se encuentran en curso para dilucidar la realidad y una vez por todas distinguir lo que son solos cuentos de la verdadera historia. 

    Fuentes: Diarios Infobae e israelnoticias.com