«Los muchachos peronistas, todos unidos triunfaremos». La marcha peronista se cantó este miércoles mucho y fuerte, pero no unida. En Merlo (el conurbano bonaerense), los kirchneristas; en Tucumán (en el interior), los antikirchneristas. En Corrientes, a falta de acto unitario, el presidente del Partido Justicialista (PJ), José Luis Gioja, navegó entre dos aguas refugiándose en la inauguración de una sede local. El peronismo, como siempre que está ‘en el llano’ (en la oposición) llegó muy dividido a su 17 de octubre fundacional, su Día de la Lealtad.
A un año y diez días de las elecciones presidenciales, el peronismo está partido entre ‘los K’ y los que se desmarcan de los 12 años de gestión kirchnerista. Con Cristina Fernández nada es a medias, o se la ama o se la odia. Sigue siendo la figura con más tirón del peronismo, un sólido 30% de votos seguros, pero también la del techo electoral más impermeable: alrededor de un 60% de los argentinos no la votarían nunca. Su gran bastión está en el Gran Buenos Aires, las zonas conurbanas donde se concentran industrias, altos niveles de pobreza y afinidad histórica al peronismo. También aguanta en las conurbaciones de Mendoza, Tucumán y Rosario. De nuevo, los sectores más empobrecidos.
La ex presidenta mantiene la ambigüedad sobre si se presentará por tercera vez a las elecciones, pero todos los analistas y políticos consultados por EL MUNDO dan por hecho que será candidata. Con el PJ o con el frente Unidad Ciudadana, el paraguas bajo el que ahora es senadora nacional. Este 17 de octubre no sirvió para despejar dudas: Cristina se quedó en el sur, en Calafate (Santa Cruz), ejerciendo de abuela. «CFK no va (ni a Merlo ni a Tucumán) por nada en especial. Está en el sur. Nada más que eso», explican fuentes de su entorno. «Nunca se rigió por el calendario peronista», comenta la prensa argentina.
Nostalgia peronista
En barrios porteños como Caballito o Agronomía, la nostalgia peronista se palpa en pizarras y muros callejeros. «Néstor eterno», junto a fernet (bebida alcohólica) de oferta. «Sin Cristina no hay pan», entre dos colchonerías. Más allá de los grandes actos de Tucumán y Merlo, el peronismo celebra su nacimiento el 17 de octubre de 1945 en pequeñas dosis: fiestecitas de bar, reuniones vecinales, la marcha peronista cantada a seis o siete voces. Los más fieles a la causa restan importancia a la división del movimiento a gran escala. Siempre es así, comentan, sobre todo cuando el peronismo está sin poder, sin presidente, sin líder claro. «Lo importante es que se festeje el día. Ese día los trabajadores forjaron su futuro de prosperidad», subraya un líder vecinal, antes de invocar, con orgullo, la gran movilización obrera y sindical que aquel 17 de octubre logró la liberación del entonces coronel Juan Domingo Perón, gran promotor de los derechos laborales y elegido presidente un año después.
El resultado de las próximas presidenciales pasa en buena medida por la capacidad del peronismo de presentarse unido. «Con una situación económica mala como la actual y unido, al peronismo es muy difícil vencerlo. Pero si está dividido sí se puede», apunta el analista y profesor Orlando D’Adamo. Para la politóloga María Esperanza Casullo, la disputa peronista es claramente por el liderazgo, «con un sector que se referencia en Cristina Kirchner y otro que no». «El tema es que nadie, hasta ahora, ha logrado construir un capital electoral que pueda jubilarla’», anota. Tampoco el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, su antiguo jefe de gabinete y candidato en las presidenciales de 2015.
Los otros peronistas que suenan como presidenciables -Juan Manuel Urtubey (gobernador de Salta), Juan Manuel Schiaretti (gobernador de Córdoba) y Miguel Ángel Pichetto (líder peronista en el Senado)- aguardan a ver cómo evoluciona la situación económica y cómo llega el Gobierno de Macri al año electoral. «El peronismo no irá unido a las elecciones. Cristina será candidata porque es la figura que más mide en las encuestas», considera Silvia Mercado, experta en historia del peronismo. Los ‘no K’ creen que la fórmula de la victoria es un candidato más moderado, en los modos y la ideología, menos izquierda y más centro, con el apoyo de la ex presidenta. Los meses por venir demostrarán cierta, o no, la mítica frase de Perón. «Los peronistas somos como los gatos: cuando gritamos creen que nos estamos destrozando, pero en verdad nos estamos reproduciendo».
Originalmente publicado en: elmundo.es
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