«Sólo la educación cambiará al mundo, y allí estamos todos incluidos». La frase pertenece a María Cristina Gómez, una rosarina que acaba de ser elegida entre las 50 mejores docentes del mundo -sobre un total de 10 mil postulantes- por la Fundación Varkey, con sede en Londres, para participar entre maestros de 179 países por el premio Global Teacher Prize 2019.
El otro argentino preseleccionado es Martín Salvetti , de Buenos Aires.
La lista de cincuenta candidatos preseleccionados se reducirá a diez maestros finalistas, tarea que estará a cargo del jurado del premio. La ceremonia de premiación tendrá lugar en marzo próximo en Dubai. El Global Teacher Prize es un galardón creado para reconocer el sobresaliente aporte a la profesión del maestro más destacado del año y para subrayar la importancia del rol de los docentes en la sociedad.
En declaraciones al diario La Capital, María Cristina no deja de reflejar su emoción y alegría: «Fue todo un proceso. Me sorprendí cuando vi el resultado. Fuimos pasando por diferentes etapas. Siempre estoy participando en cuestiones educativas y gente amiga me dijo que llenara la solicitud. Entonces, fue la presión de estos amigos que me presenté. Pero nunca me imaginé que iba a llegar a ese punto. Siempre estoy trabajando en cuestiones de innovación y esta fundación, desde Londres, va monitoreando el trabajo que uno hace. Es una enorme oportunidad pero también una gran responsabilidad».
A sus 57 años, esta docente de Historia, Formación Etica y Ciudadana y Sociología se refiere a su currículum y cuenta que «he pasado por caso todos los niveles excepto en el nivel inicial. Empecé como maestra de grado en la escuela San Casimiro y últimamente estoy en la Escuela 572 El Ceibo, en Ovidio Lagos al 5800, y en la Santa Margartia. Hice gran parte de mi carrera en Buenos Aires, tengo un Master en Economía y en Ciencia Polìtica. Soy egresada de la carrera de Historia de la Universidad Católica Argentina (UCA), donde me formé con gente de la Academia Nacional de Historia».
Pero también su actividad se remitió a trabajar para varias ong, siempre sobre temas educativos: «En la Asociación Conciencia desarrollamos programas que tuvieran que ver con la innovación, con la calidad y vinculando la escuela con la sociedad civil, con el mundo de la empresa. Creo que la escuela debe integrar y es importante ese nexo». «Sé que soy una rara avis», dice y se ríe.
Al repasar su carrera sale a la luz que, más allá de haber trabajado en escuelas de distintos puntos de la ciudad, la docente hizo buena parte de su actividad «en escuelas periféricas, vulnerables. Allí soy la misma persona que si lo hiciera en una escuela del centro. Tal vez tendría más medios económicos o soporte tecnológico. Pero los adolescentes son iguales en ambos lugares».
María Cristina se explaya sobre su trabajo con los alumnos de zonas atravesadas por diversos conflictos sociales y dice: «Es cierto que son jóvenes atravesados por cuestiones sociales más intensas, pero siempre pienso que el chico es una promesa de futuro. Y lo único que quiero es que llegue a la meta y la meta es la universidad, el mundo del trabajo, un proyecto de vida donde sea un ciudadano de bien. Eso se logra apostando a la exigencia, a la cultura del trabajo y el esfuerzo, que es algo que se ha perdido en estos últimos años. Los alumnes que he tenido en estos programas son los que están ahora en la universidad».
También su trabajo se expande a dos fundaciones que acompañan con padrinazgo a chicos que tienen buen desempeño académico pero dificultades económicas. «Los acompañamos en la escolaridad primaria, secundaria y universitaria. Y es satisfactorio ver cómo mis becarios ya están trabajando en empresas o terminando sus carreras. Es como decir que la misión está cumplida», resalta.
Consultada sobre si la educación era la única solución para un cambio real en la sociedad explico: «La educación es la solución, y no puede oscurecerse con ideologías. La educación es una ventana al mundo, es donde un chico aprende lo que es la libertad y los valores. Y eso no tiene ideologìa,. Tengo que formar ciudadanos íntegros. Y allí cabemos todos. La educación es la mejor arma para cambiar el mundo y la inclusión tiene que ver con eso. Y ver que el chico que está sentado en una escuela de esta zona a lo mejor mañana está operando a mi nieto. No puedo pensar que este chico, porque nació en este barrio, no va a tener futuro . No estoy con la inclusión mentirosa de ‘hagámoslo pasar, total…, que tenga un título de 5º año y fracase. Yo quiero que sepa. Y que mañana llegue a la meta».
Sobre cómo veía al sistema educativo argentino, fue contudente: «No lo veo bien en términos de sistema. Hay que romper el sistema, barajar y dar de nuevo».
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