Opinion: ¿Todos somos Reinas? El capricho del niño emperador

¿Todos somos Reinas? El capricho del niño emperador

El “síndrome del niño emperador” es un fenómeno muy común en la infancia y adolescencia de las clases altas. Los padres se sienten culpables por la falta de dedicación y afecto que brindan a sus hijos, por lo que intentan compensar esto con enormes regalos y cumpliendo a velocidad supersónica todos sus caprichos.

Una vez coronado, es difícil destronar al niño emperador. Se niega a bajar del pony. No puede aceptar un No por respuesta. No puede vivir con la idea de verse superado por un adversario. El comportamiento tiránico y caprichoso del niño emperador exigirá a todos satisfacer sus berrinches. Y si él no puede, se termina el juego. Se va con el balón a su casa. Todas somos reinas.

¿Todos somos Reinas? El capricho del niño emperador

Pero el imperio del niño emperador yace en la superficialidad; después de todo, son niños que vienen arrastrando una gran carencia de afecto, pero una sobreabundancia de recursos materiales. Esta falta de afecto y musculatura espiritual hace que el niño emperador no encuentra la belleza en “el esplendor del orden” (San Agustín), y sostiene que la belleza es un constructo determinado por coordenadas históricas. Entonces se dispone a dictar lo que debería ser la belleza; no sólo para él, sino para todos sus súbditos.

“Todas somos Reinas” agitó al tejido social hace unos días, y es una clara manifestación de este síndrome. Pero también nos permite vislumbrar la estructura social verticalista que nos toca habitar. Las clases privilegiadas toman las riendas del progreso, constituyen los nuevos códigos estéticos, morales y culturales, condenando así a los pobres a acomodarse a la voluntad de aquellos que se hicieron ricos parasitando al Estado.

Entonces no debería llamarnos la atención la velocidad con que las masas populares corrieron a aplaudir los edictos de la clase privilegiada que asiste a esos colegios de élite. Que, dicho sea de paso, son subvencionados jugosamente por las arcas de la provincia ¿Cuántos centenares de escuelas de la periferia organizaron con muchísimo esfuerzo sus festejos estudiantiles? Nadie hizo referencia a ellos, pero bastó que tan sólo un par de colegios privados hicieran una puesta en escena de una moda extranjera -al mejor estilo de esta generación ‘copy paste’- para que todos hablemos de ello.

Cuando el emperador habla, todos escuchan. Y vergonzosamente se sumó a esta catarata de aplausos la Concejal Ivana Ibánez, quién presentará en el Consejo Deliberante de Capital un proyecto para eliminar los certámenes de belleza.

¡ELIMINAR! No se capitalizará la oportunidad para que las instituciones y la sociedad discutan los criterios de evaluación de estos certámenes, que bien podrían escoger a las estudiantes por sus logros académicos, su solidaridad, su contenido espiritual y humano. Pero no, el nene caprichoso grita demasiado y hay que callarlo a toda costa. El sueldo de los representantes del pueblo no alcanza para deliberar, entonces se proponen suprimir los problemas superficiales a fuerza de un plumazo.

El problema es que esta escenografía tiene pies de barro. Hay mucha hipocresía de parte de las clases altas, que ahora denuncian los estereotipos de belleza superficiales, pero el fin de semana los verás salir de los mejores gimnasios, en los mejores boliches, con las mejores prendas de shopping, bebiendo los mejores tragos, conduciendo el auto de papá y reventando su billetera. Reproduciendo las injusticias sociales nacidas de un aparato estatal construido para transmitir recursos desde abajo para arriba; pero en cuestiones de cultura, el mecanismo se invierte, y son los emperadores los que ahora tendrán argumentos para denigrar a las escuelas humildes que realizan estos eventos. Legitimarán así su posición en la cadena alimenticia.

No se discutirá nada, ni se le solucionará la vida a nadie. Bueno, pero el niño emperador dejará de gritar porque perdió una competencia. Es lo que importa

¿No? El adolescente pobre ya no tendrá Elección de la Reina, pero seguirá corriendo detrás del colectivo para llegar a su trabajo luego de salir de la escuela.

Y todo sigue igual. Algunos con corona, otros con -20 en la SUBE.

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