Etiqueta: abandonados

  • Secuestran cables abandonados en el Sur de la Capital

    Secuestran cables abandonados en el Sur de la Capital

    El pasado lunes, mientras efectivos de la Seccional Sexta realizaban recorridos preventivos por inmediaciones a la esquina de la avenida Gobernador Ramón Correa y Peatonal Nº 10, procedieron al secuestro de cinco (05) rollos de cable, que estaban abandonados en la vía pública, por lo que fueron trasladados a la dependencia policial, tomando intervención la Fiscalía de Instrucción en turno.

  • Muertos permanecen abandonados en las calles de Ecuador en medio de la emergencia por COVID-19

    El nuevo coronavirus causa estragos en Guayaquil, la ciudad más afectada por el brote en Ecuador, y en la cual el gobierno ha reconocido tener dificultades con el retiro de las víctimas del letal virus.

    El problema de la recolección de fallecidos se encuentra en debate público desde que la alcaldesa de la ciudad, Cynthia Viteri, denunciara en un video personal de que «no retiran a los muertos de las casas».

    «Los dejan en las veredas. Caen frente a hospitales. Nadie los quiere ir a recoger», se quejó la regidora.

    A través de las redes sociales, se difundió imágenes que muestra la presencia de cuerpos en las calles.

    IMÁGENES PUEDEN HERIR SUSCEPTIBILIDADES

    DIFÍCIL LA RECOLECCIÓN DE CADÁVERES

    En una entrevista radial reciente, la ministra de Gobierno (Interior), María Paula Romo, reconoció que por las medidas de protección contra el COVID-19, especialmente el aislamiento masivo y la suspensión de la jornada laboral, se había tornado difícil la recolección de cadáveres en Guayaquil.

    Según ella, en esa ciudad se habían recogido 100 cuerpos entre el 24 y el 26 de marzo, algunos de ellos fallecidos por el coronavirus y otros por diferentes causas.

    Entre estos últimos, precisó, había personas que murieron con problemas respiratorios, por lo que se sospechaba que podían haber tenido el coronavirus y que, por ello, junto con los decesos confirmados con esa enfermedad, debían ser sometidos a protocolos estrictos, sobre todo quienes recogían los cuerpos.

    En Ecuador rige un Estado de excepción y de aislamiento domiciliario masivo y obligatorio como estrategia para frenar la expansión del virus.

    Además, se ha aplicado un toque de queda de 15 horas que va desde las 2 de la tarde hasta las 5 de la mañana y rige también una restricción a la circulación de vehículos.

    El pasado 11 de marzo, el Gobierno de Ecuador decretó la emergencia sanitaria en todo el país para enfrentar la pandemia.

  • Final feliz para los ancianos que fueron abandonados por su hijo en Rosario

    Final feliz para los ancianos que fueron abandonados por su hijo en Rosario

    Luego de casi un mes en el que estuvieron a punto de perder las esperanzas, los abuelos que fueron desalojados y abandonados por su hijo en un bar de 27 de Febrero y Corrientes, el pasado 5 de junio, finalmente tienen un techo y una cama. Desde la mañana de este lunes, su casa es el Hogar Español de Adultos Mayores de Rosario, una institución sin fines de lucro. 

    «¿Qué más se le puede pedir a la vida?«, sostuvo Hilda, exponiendo su felicidad.

    «Nos sentimos perfectamente bien, contenidos, es un hogar que ya pensábamos que no íbamos a tener», dijo Hilda en su primer día en el Hogar Español.

    Cuando les propusieron a Hugo e Hilda mudarse al hogar de Uriburu al 3800 tuvieron una sola pregunta: «¿Vamos a estar juntos?». La respuesta fue afirmativa y ya no tuvieron que pensarlo más.

    «Vinimos y vimos que era lindo. Nos gustó y acá estamos. Estamos juntos, estamos felices, ¿qué más se le puede pedir a la vida?», sostuvo Hilda en declaraciones a El Tres y Telefé Rosario, donde además aseguró: «Dios nos escuchó».

    «No sentimos como si nos hubieran arrastrado, estamos bien», dijo la mujer, quien añadió que «dejar la casa fue muy triste, perder todo es algo muy fuerte. Pero la vida sigue, la vida sigue bien».

    También le dejó un mensaje a su hijo, a quien no ven desde que los dejó en el bar: «Hugo querido, estamos bien, no te asustes y vení».
    «Lo oscuro ya pasó», concluyó.

    Por su parte, el titular del hogar, Gerardo Hernández Illanes (exvicecónsul de España en Rosario), destacó que la pareja es recibida sin costo alguno. «La gratificación es solucionar estos temas y dignificar la ancianidad y la gente que está aquí», afirmó.

    En el Hogar Español recibirán atención médica, serán asistidos por kinesiólogos, nutricionista y también disponen de una pileta climatizada de rehabilitación. El hogar, que nació por iniciativa de la Asociación Española de Socorros Mutuos, desde 1982 funciona de manera autónoma, y se sostiene con aportes del gobierno español, el Estado santafesino y Pami.

    Hilda y Hugo, de 86 y 92 años, llevan casi un mes desde que fueron desalojados del departamento donde vivían con uno de sus hijos. La inmobiliaria les había pedido el lugar porque debían devolverlo a los dueños. La inmobiliaria les solicitó que entregaran la llave, lo que ocurrió el pasado 5 de junio. Ya sin hogar, el hijo dejó a sus padres a un bar en 27 de Febrero y Corrientes de Rosario. Allí estuvieron hasta la noche, cuando oficiales de la seccional 5ª los trasladaron a la comisaría.

    Cuando descubrió lo que ocurría, otro de los hijos del matrimonio, Raúl González, acudió en rescate de sus padres y los llevó a su casa, pese a que no cuenta con los recursos ni el espacio para tenerlos. Finalmente el Hogar Español les acercó la solución.

  • Así viven hoy los ancianos que fueron abandonados por su hijo en un bar

    Así viven hoy los ancianos que fueron abandonados por su hijo en un bar

    Pasaron más de 15 días desde que Hilda (89) y Hugo (92) fueron abandonados en la puerta de un bar del centro de Rosario por su propio hijoAquel día, la pareja de ancianos estuvo dentro del local por más de siete horas esperando que los fueran a buscar. Sin embargo, ese momento nunca llegó y los jubilados tuvieron que ser llevados hasta una comisaría, donde finalmente fueron rescatados por Raúl González, su otro hijo. Todo parecía que había concluido de la mejor manera posible. Sin embargo, a más de dos semanas, el drama parece que está muy lejos de tener un final y la situación cada vez se complica más.

    Después de instalarse en la casa de Raúl y de que el foco de atención ya no se centraba en ellos, llegó «el día después». Y no fue fácil . Según relató el hijo, «el hacinamiento se hace cada vez más difícil», pues en la casa viven hoy seis personas: Raúl, su esposa, sus dos hijos y ahora sus padres. Y el espacio es muy reducido. Se trata de una pequeña vivienda de dos habitaciones, un pequeño living, una cocina, un baño y un patio.

    «Tuve que darles mi habitación a mis viejos. Son dos personas grandes que necesitan su espacio. Con mi mujer dormimos en el living. Tengo dos hijos grandes que hoy no pueden hacer su vida. Sus amigos hoy no pueden venir a casa. Se trastornó todo y tenemos poco espacio. Pero lo peor de todo es que no me alcanza para nada la plata. Yo soy la única fuente de ingreso de este hogar y ahora son dos bocas más para darles de comer. Mi hijo se quedó sin trabajo y hoy está changueando«, contó Raúl.

    El hombre es un empleado municipal, monotributista, que apenas vive con lo justo. Hoy -comentó- apenas les alcanza «para comer polenta». «Si antes ya estábamos ajustando, hoy estamos peor», lamentó.

    El campo de acción para Raúl no es muy amplio y la situación económica es apremiante, más allá de la gran cantidad de ayuda que recibieron de vecinos y gente de distintos lugares del país. «Cada tanto viene una ONG  a darnos cosas. Muchos nos traen comida o ropa y lo agradezco, pero no puedo vivir de eso. Necesito encontrarles un lugar donde se puedan quedar. No solo por nosotros sino por ellos también. Lo necesitan. De hecho no doy más de la espalda porque tengo que moverlos de un lugar para el otro. Es difícil», señaló.

    Hilda, cuando toma conciencia de la situación, le hace saber a su hijo Raúl que es consciente de que «están invadiendo» el espacio. «Me cuesta decir la palabra invadir pero entiendo cómo se sienten», agregó. Hugo y su mujer reciben la jubilación mínima, pero este dinero todavía no puede ser ayuda para la familia. De acuerdo con Raúl, su padre «olvidó» el banco en el que cobra el haber mensual y por eso no han podido acceder a él. «Le pregunté y me dice que no sabe. En realidad mi viejo no sabe ni dónde está«, remarcó. Además de la edad -tiene 92 años-, el papá es sordomudo y su capacidad de comunicarse es casi nula.

    Sin rastros de Hugo (h) y a la espera de una ayuda

    A los problemas económicos se sumaron otro tipo de situaciones que complicaron aún más la convivencia. La semana pasada Hilda fue internada por un severo cuadro de bronquitis. Estuvo varios días en el hospital aunque ya fue dada de alta y se recupera en casa, aún a la espera de que Hugo, el hijo que la abandonó en la entrada del bar, aparezca para decirle por qué los dejó.

    «Parece que se lo tragó la tierra. No sé nada de él. La policía me dice que no hay novedad. Mamá piensa que le pasó algo, pero yo a esta altura creo que va a aparecer en algún momento», dice Raúl con absoluta seguridad para referirse a su hermano, con quien no mantenía relación alguna desde hace muchos años. «En sus momentos de lucidez, mamá me pregunta qué le pasó a Hugo y a veces me llega a decir que espera que vuelva para que estén otra vez juntos los tres viviendo. Pero en el fondo sabe lo que hizo pero aún no se explica por qué», contó Raúl.

    Hilda, que es la única que expresa lo que siente, se muestra triste y acongojada. Por momentos dice que jamás va a perdonar a su hijo Hugo pero en otros el amor de madre puede más y solo manifiesta su deseo de que aparezca.

    Los jubilados luego de ser rescatados en la comisaría
    Los jubilados luego de ser rescatados en la comisaría

    Raúl inició un trámite en el PAMI para ver si le pueden ayudar para que le asignen una persona que los cuide, porque no están capacitados para valerse por sí mismos. O que los ayuden para poder llevarlos a un geriátrico, algo que con sus ingresos es una utopía. «Con la presencia de papá y mamá acá no podemos salir ni a dar una vuelta. No te digo de ir a un shopping o algo así. No pueden caminar dos metros. Mi mujer, a su vez, no se queja pero me pregunta que hasta cuándo van a estar acá. Tiene razón, pero bueno, hay que hacerse cargo», sentenció.

    De las pertenencias de sus padres, Raúl apenas pudo recuperar algo de ropa. Los muebles quedaron alojados en un depósito contratado por su hermano y hasta que él no se haga presente, ahí van a quedar.

    De pronto, la comunicación telefónica con Infobae se vio abruptamente terminada. De fondo se escuchaban ruidos y voces. «Disculpame, pero tengo que cortar. Es mi papá que se despertó y debo atenderlo«, fue lo último que dijo Raúl.

    El día del abandono y la mala relación

    La historia de Hilda y Hugo impactó no solo por el hecho de haber sido dejados a su suerte, sin un lugar donde dormir y con 500 pesos en el bolsillo. La conmoción creció después de conocerse la dramática historia que se escondía detrás. Es que tal como contó este medio, la vida del par de abuelos estuvo marcada por el maltrato, la desunión familiar y serios problemas económicos.

    Raúl no se habla con su hermano desde hace años y, por la mala relación que mantienen, el contacto con los ancianos era esporádico. Los visitaba solo cuando Hugo no estaba y gracias a los vecinos se enteraba de la violencia que ejercía el hombre sobre sus padres.

    Hilda -según Raúl- trataba de ocultarlo y fingir que no pasaba nada. «Ella como que lo protegía en el fondo. Cada vez que le preguntaba al respecto, me decía que no pasaba nada, que me quedara tranquilo. Pero yo sabía de los maltratos. Pero la verdad no sé qué le pasó por la cabeza para hacer lo que hizo«, había contado Raúl a este medio.

    Como el contrato de alquiler que mantenían con la inmobiliaria llegó a su fin y mantenían una deuda, no se los renovaron. Por eso, ante la llegada de la fecha límite, Hugo (h) sacó los muebles, la ropa y luego los abandonó en el bar. Hilda nunca entendió por qué los sacaron del departamento, pues según dijo, ella le daba el dinero de su jubilación al hijo para que pagara.

    Una vez en el bar, Hilda y Hugo pidieron algo de comer, terminaron y estuvieron por varias horas hasta que María Inés, la dueña, se acercó para preguntarles qué pasaba y si tenían cómo pagar. La anciana les dijo que esperaban a su hijo. Pasó más tiempo y la propietaria del restaurante llamó a la policía. Fueron siete horas de angustia hasta que finalmente los llevaron a la comisaría y Raúl los buscó.

    Sobre Hugo (h), se sabe que trabajaba en la municipalidad de Pérez -una localidad cercana a Rosario- y que tenía licencia psiquiátrica desde hace varios años. Nunca se le conoció alguna pareja y vivió sus 62 años junto a sus padres.

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