Sobre Juan Darthés: La politización de la envidia del pene

Escribe: Daniel Robledo (Docente)

Debo admitir que esta vez no coincidiré con el gorilaje, o la derecha cultural, como deseen llamarle. Espectro político con el cual me siento identificado por sus valores e ideales, y me sumo a sus filas en esta lucha cultural que libramos contra el zurdaje, lucha que por cierto vamos perdiendo por goleada.


Para mí, la presunción de inocencia se circunscribe a la esfera de lo legal, y nada más que eso. El escrache social es una herramienta coloquial al alcance de ese 99,9% de las personas que no parasitamos en el poder legislativo. ¿Acaso un juez debe establecer lo que podemos decir y no decir los 40 millones de argentinos? Es lo más antiliberal que se me ocurre.

Siendo así la regla general, ¿no podríamos tratar de delincuentes a Menem ni a Cristina? Y me cuesta creer que algún argentino, medianamente politizado, dude de la culpabilidad de esos personajes nefastos. Mas sabiendo el hábitat por el que se desliza Darthés y demás galanes millonarios. ¿Cuántos sapos no se deben comer esas mujeres para escalar posiciones en ese mundillo? Y no digo que sea ilegal, sino más bien inmoral. Y eso la sociedad debería condenarlo de manera espontánea, lejos de toda ideologización que intenta imponer la izquierda.


Ahora bien, tratándose de un presunto caso de violación, y teniendo en cuenta el mundillo donde se dice que ocurrió el hecho, me parece entendible el repudio. Es una manera de bajar los incentivos de aquellos otros galanes millonarios que se la pasan manoseando a sus compañeras, y es una señal para todos los degenerados en general. Si la justicia no gatilla rápido sus procesos legales, es saludable que la sociedad lo haga. Aunque esto juegue al límite de los DDHH y la constitución nacional, por no cuidar el honor de las personas acusadas. Probada su inocencia se deberían abrir mecanismos para limpiar su imagen y resarcirlos económicamente, además de iniciar duras acciones contra los mentirosos. Esto sería lo ideal, penas severas para violadores y mentirosos.

De todos modos, lo que suceda con Darthés me vale 3 km de caca… no me parece un fiel reflejo de lo que le ocurre al hombre común, al que labura de albañil 10 horas bajo un infumable sol de 40 grados. La vulnerabilidad de este último me genera empatía, el cómo las feminazis de clase media deterioran su imagen, lo humillan, piden su muerte, por el simple hecho de tener colgando un par de testículos entre sus piernas.

La politización de la envidia del pene, muerte del hombre pobre y del pobre hombre.

Daniel Robledo