El aumento global de dióxido de carbono (CO2) es uno de los principales impulsores del cambio climático, y Noruega se encuentra a la vanguardia con el proyecto Northern Lights. Esta iniciativa, respaldada por el gobierno y empresas como Shell, Equinor y TotalEnergies, busca almacenar toneladas de CO2 capturadas de fábricas europeas bajo el fondo marino, representando un avance clave en la lucha climática.
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El objetivo anual es enterrar hasta 5 millones de toneladas de CO2, cerca del 10% de las emisiones noruegas. La viabilidad económica depende de los apoyos de regulaciones más estrictas y un precio creciente por emitir carbono, según expertos consultados por The Washington Post. El plan prevé monitoreo en tiempo real durante 25 años para garantizar la seguridad y fiabilidad de estos métodos para evitar accidentes.
En un mundo que busca avanzar hacia una industria sostenible, el proyecto de almacenamiento de carbono liderado por Noruega marca un hito en la colaboración internacional, la regulación estricta y la innovación tecnológica.