Reino Unido apunta contra redes de criptomonedas vinculadas a Rusia para eludir sanciones en Ucrania

El Reino Unido ha tomado medidas severas contra Rusia, focalizándose en un banco de Kirguistán y plataformas de criptomonedas relacionadas con el Kremlin. La intención es cortar las rutas opacas que Moscú utiliza para eludir las restricciones impuestas tras la invasión de Ucrania.

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El Banco Capital y su director, Kantemir Chalbayev, han sido señalados por facilitar pagos relacionados con el abastecimiento militar ruso. Además, las plataformas de intercambio Grinex y Meer, junto al token digital respaldado por rublos A7A5, han movido más de 9,300 millones de dólares en cuatro meses. El Gobierno británico sostiene que ese token fue creado específicamente para eludir las sanciones occidentales.

Stephen Doughty, secretario de Estado británico de Sanciones, afirmó que las medidas buscan exponer los intentos de Moscú de financiar su guerra por canales alternativos. Al mismo tiempo, Estados Unidos también adoptó medidas similares la semana pasada, llevando a cabo acciones contra entidades financieras de Asia Central que operan con Rusia. La estrategia busca castigar a actores rusos y a intermediarios extranjeros que facilitan las rutas de dinero hacia el Kremlin.

El token A7A5 ha llamado particularmente la atención, ya que desde su lanzamiento ha movido más de 51,000 millones de dólares en transacciones. Además, informes revelan la implicación del banco ruso Promsvyazbank y del oligarca moldavo Ilan Șor en este entramado financiero. Esta situación refuerza la percepción de que Moscú se apoya en redes híbridas que mezclan crimen financiero y experimentación tecnológica para sostener sus operaciones.

Según Reveló Reuters, empresas petroleras rusas ya utilizan Bitcoin, Ether y Tether para comerciar con China e India, evitando pasar por bancos sometidos a vigilancia internacional. Paralelamente, Rusia se ha convertido en el segundo mayor minero global de criptomonedas, legalizando la minería en 2025. Estas iniciativas conforman una economía paralela que, de prosperar, podría socavar la eficacia de las sanciones internacionales.

En respuesta, el Ministerio de Exteriores en Moscú comunicó que incluía a 21 ciudadanos británicos en su lista negra, aunque estas restricciones tienen un efecto práctico limitado. Moscú busca reforzar la narrativa oficial de que Occidente utiliza las sanciones como herramienta de guerra política. Mientras tanto, Londres insiste en que el objetivo es cortar el flujo de dinero que sostiene al ejército ruso, impedir que el Kremlin financie la guerra a través de monedas digitales y jurisdicciones periféricas. Esta lucha presenta un desafío para el sistema financiero internacional: cómo controlar instrumentos que, por diseño, se mueven más rápido que los mecanismos tradicionales de supervisión.


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