En Argentina se producen dos toneladas de basura por día, pero sólo una pequeña parte de eso se recicla. Es verdad que los tachos negros y verdes se ven cada vez más, igual que los contenedores en las calles, e incluso algunas políticas obligan a los comerciantes a clasificar, pero a los argentinos -por ahora- el tema nos cuesta.
Iwan Caypa tiene 50 años y hace ya tiempo sabe que separar los deshechos no es lo único que se puede hacer con la basura, con todo eso que se saca de las casas: retazos de tela, fragmentos de materiales, cosas rotas. Por eso camina y pedalea lento por Mar del Plata, mirando en las esquinas, sobre los cordones de las viviendas y especialmente adentro de los containers, buscando.
“Cuando alguien necesita algo yo le digo, si podés esperar tres semanas lo conseguimos gratis y si lo querés para mañana lo vas a tener que pagar”, le comenta Iwan a Infobae, para el que prácticamente cualquier cosa puede encontrarse en la calle.
No son sólo palabras. Iwan, que desde hace 10 años vive en Mar del Plata, se encontró un día frente a un departamento vacío, ubicado en Arenales y Brown, muy cerca de Plaza Colón en la ciudad balnearia, el que se propuso usar como conejillo de indias y renovarlo a base de eso que otros sacaron un día a la vereda.
Entrar al departamento es jugar a reconocer objetos que fueron otra cosa. Una manija que contrasta con la puerta, un cartel, una tapa de inodoro espejo, una antena parabólica perchero, un cajón de cervezas sillón, un mingitorio maceta. Retazos de vidrios y azulejos cortados en ángulo, que le dan al lugar un estilo que Caypa reconoce como propio.
“Lo mío es una onda bastante Kandiski, me gusta lo geométrico, movimientos visuales que son rectilíneos”, dice trayendo a la charla al pintor ruso y su trabajo además de esa profunda conciencia ambiental, la misma que hace a dos años lo hizo unirse a Greenpeace Mar del Plata.
Su obra tiene nombre: Clinado. “Porque hay un juego de líneas, está todo inclinado”, explica el no tan improvisado ambientalista, decorador, creador y artista. Detrás de cada elemento, de cada técnica, hay un curso que tuvo que hacer para aprenderla. De herrería, pasando por cortar vidrios y hasta tratamiento de plásticos.
Según Caypa un 80% del departamento viene de la calle y entre los materiales, enumera: partes de autos, caños para agua, frascos de yogur, restos de lavarropas, cintas de reposera, espejos rotos, restos de colchón, una alarma de cochera, copas rotas, la botonera de un ascensor, monedas, llaves, en una lista de más de 30 elementos.
Iwan nació en Neuquén y su papá era arquitecto, se le ocurre que de ahí puede venir esa tendencia a modificar los espacios. Vivió en San Juan, en Río Negro, en Capital Federal y aunque hace 10 años está instalado en Mar del Plata, admite que se siente más identificado con el lago y la montaña.
Su sueño era terminar la universidad y viajar. Se recibió de Relaciones Internacionales en la Universidad de Belgrano y entre 2000 y 2004, a pesar de las dificultades de la crisis, emprendió una travesía que lo llevó a través de 50 países y 300 ciudades. El apellido que usa “Caypa”, cuenta que lo define como “ciudadano argentino y panamericano”.
“Regresé, tuve una vinculación con ayuda humanitaria en una ONG en Estados Unidos, me vincularon al Caribe y un año de ayuda humanitaria en Angola, África”, desanda su historia y dice que en este último destino fue que hizo el quiebre: “Todo lo estético que fue el viaje de cuatro años en África se hizo más humano”.
Un departamento vacío en tres meses lo podés equipar con cosas encontradas en volquetes o en la basura
“Me hizo ver que hay mucha gente descartando cosas que compra, la vida útil de eso es poca, muy sutil y eso va a acumulando basura”, explica sobre el momento en que nació lo que define como su “tic del reciclaje, la conversión, el gusto por lo antiguo, por lo que estaba pensado para que durara décadas”.
“Viví los contrastes de estar en Estados Unidos, Europa y también en África, donde casi no veías basura. Sólo veías el packaging de la gente que venía de afuera, después era toda basura orgánica, generada por los locales. Entonces indagué y me empezó a apasionar el tratar de no gastar, no por mezquindad, sino porque hay cosas que encontrás”, pone en palabras una filosofía detrás de todo el reciclaje.
“Un departamento vacío en tres meses lo podes equipar con cosas encontradas en volquetes o en la calle. En las grandes ciudades como Nueva York, París, Buenos Aires, lo que no entra en el balcón o en la baulera termina en la vereda”, sostiene.
Pero la mirada de Iwan excede lo material.
“Nos debería sobrar siempre a fin de mes algo, quizás en tiempo, para dedicarnos a otras cosas o para ayudar a otras personas”, repasa, antes de hacer un breve silencio y agregar: “Somos una máquina de producir porquerías y a corto plazo hacer montañas de basura. Una realidad que dejamos de ver sin preguntarnos a dónde va y con la que podemos colaborar con sólo preguntarnos qué más se puede hacer con esta botella”.
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