Que piensa sobre Argentina la prestigiosa economista de Harvard Deirdre McCloskey

Deirdre McCloskey es una reconocida y prestigiosa historiadora estadounidense de la Universidad de Harvard. Hoy es profesora en la Universidad de Illinois. Enseñó en Chicago por más de una década, cuna de la ortodoxia económica. Escribió 16 libros y más de 300 papers. Deirdre nació como Donald McCloskey. Se casó a los 25 años, vivió junto a su esposa y dos hijos por casi tres décadas. Cerca de los 55 entró a un quirófano y salió mujer. “Amé a mi esposa y mis hijos”. Aconseja que una de las claves para cambiarse el sexo es seguir con “la vida profesional y personal”. Hace unos días visitó el país y participó de un evento organizado por la Fundación Libertad.

– Su tesis doctoral en Harvard fue sobre la producción de hierro y acero británicos entre 1870 y 1912. Algunas de esas vigas de metal están acá a la vuelta en la estación de trenes, ¿qué quedó de aquella Argentina?

– La economía de ustedes anduvo bien con el modelo de imperialismo y libre mercado del siglo XIX. Su país no fue una colonia, aunque estaba presente el sentimiento de que Gran Bretaña dominaba la actividad comercial. Cuando los británicos inventaron la refrigeración, la Argentina pudo enviar carne al exterior. Antes, ustedes tenían que comer casi toda esa carne. Así se insertaron en la economía global.

– ¿Qué pasó después? Usted dijo una vez que Argentina desde la época de Perón representa…

– [Interrumpe] Uno de los peores casos en América Latina [risas]. Así, es. El liberal francés Frédéric Bastiat dijo que los gobiernos representan la convicción de que todos los ciudadanos pueden vivir de gravar ingresos y/o subsidiar a alguien más. Desde la época de Perón que en Argentina se cree en eso: se ha convencido a los votantes de que la economía puede funcionar gravando y subsidiando. Argentina no es el caso más grave como por ejemplo fueron Venezuela o Alemania del Este. Pero en Argentina se registra, aún hoy, ese peligro: creer que uno en la sociedad puede vivir del resto. Y por eso es que Argentina no es tan rica como podría serlo.

"La política económica de los casi últimos cien años definió a la economía como una ciencia a la que los gobiernos podían acudir para resolver las demandas de la sociedad. Me parece muy arrogante pensar así". Foto: Luciano Thieberger.

«La política económica de los casi últimos cien años definió a la economía como una ciencia a la que los gobiernos podían acudir para resolver las demandas de la sociedad. Me parece muy arrogante pensar así». Foto: Luciano Thieberger.

– Un sociólogo argentino [N.E.: Juan Carlos Torre] llamó a eso ‘impulso igualitario’ para nuestro caso, ¿pero esto mismo no ocurrió en el mundo?

– Totalmente. Sucedió en Estados Unidos y en Gran Bretaña. ¿Sabe en el fondo por qué? Cambió la opinión de las personas comunes sobre la jerarquía de la sociedad. Doscientos años atrás alguien decía “soy lechero y haré toda mi vida este trabajo”. Era como llevar a cuesta una cruz hasta el último día de vida. Pero luego vino ese concepto de que el gobierno sabe resolver los problemas del país y los individuos, que cuenta con un cuerpo brillante de economistas que arreglarán los inconvenientes como fallas de mercado, monopolios y demás. Me parece una mirada muy optimista sobre los gobiernos. Si usted le dijera a Adam Smith que los gobiernos son un conjunto de buenas personas tratando de que los más pobres progresaran, se hubiera reído.

– Critica los gobiernos, ¿qué responsabilidad tienen los economistas?

– La política económica de los casi últimos cien años definió a la economía como una ciencia a la que los gobiernos podían acudir para resolver las demandas de la sociedad. Me parece muy arrogante pensar así.

– Está en contra de que el Estado redistribuya el ingreso de ricos a pobres. ¿Pero qué hay con el corto plazo? ¿Rechaza la ayuda del Estado cuando el ciclo económico es desfavorable como planteó Keynes?

– Primero aclaremos algo. Los gobiernos nunca ayudan a los más pobres. Los economistas argumentan a favor de la intervención en el nombre de que favorecen a los más pobres y no es así: usualmente sus políticas benefician más a las clases medias que son las que votan a los gobiernos. Yo apoyo el libre mercado y estoy en contra del socialismo. Me defino como una mezcla de John Stuart Mill [N.E.: un economista liberal inglés del siglo XIX] y de la Iglesia de Inglaterra. Me veo obligada a reconocer a los pobres, de hecho, hospedé en mi departamento a dos personas sin techo durante cuatro años y medio. Les di comida, abrigo y un sitio para dormir. Doy el 10% de mis ingresos a mi iglesia que ayuda a los pobres de manera más inteligente que la mayoría de los gobiernos. Me gusta y quiero hacer caridad en el corto plazo, en lo inmediato. Pero usted entenderá, y no quiero eludir su pregunta, que en el largo plazo el mejor programa para los pobres es el crecimiento.

"Acumular pilas de graduados, de edificios, puentes, no conduce a nada si no hay un proyecto detrás. Esas ideas son estúpidas. Claro que hace falta capital para crecer. Y dar empleo. ¡Es obvio! Pero no es suficiente".Foto: Luciano Thieberger.

«Acumular pilas de graduados, de edificios, puentes, no conduce a nada si no hay un proyecto detrás. Esas ideas son estúpidas. Claro que hace falta capital para crecer. Y dar empleo. ¡Es obvio! Pero no es suficiente».Foto: Luciano Thieberger.

– ¿O sea que está a favor de las políticas de ingreso en ciertas ocasiones?

– Sí. En el muy corto plazo las justifico. Mire la desgracia de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump y la manera en que reaccionó a dos huracanes que devastaron Puerto Rico. Fue un atropello. No quiso darles dinero y les dio más a los que viven en Houston.

– Habló de crecimiento económico. Argentina es el país que vivió más en recesión después de Congo según el Banco Mundial. ¿Qué saben los economistas del crecimiento?

– Los economistas metieron la pata, cometieron errores con este tema. El primero de ellos, data de hace siglos y consiste en pensar que la acumulación de capital es lo que hace a una nación rica. Incluso, creo, en ese punto específico se equivocó hasta Smith.

– Puentes, puertos, trenes…

– Mire por la ventana de su casa, oficina o cuando viaja en tren. ¿Qué ve? Sólo edificios. No tiene sentido. Otro punto en los que los economistas han hecho hincapié es en la educación.

– Pero hay evidencia de cómo más inversión en educación genera más crecimiento económico. Informes del FMI, el BID y el Banco Mundial…

– (Mueve la cabeza…) Está mal, está todo mal. Acumular pilas de graduados, de edificios, puentes, etc, no conduce a nada si no hay un proyecto detrás. Esas ideas son estúpidas. Claro que hace falta capital para crecer. Y dar empleo. ¡Es obvio! Pero no es suficiente. Alemania del Este invirtió en capital que no tenía sentido y uno ve sus edificios vacíos.

"Las personas toman el presente como punto de partida para sus análisis y no saben que el presente es treinta veces superior al pasado. Hay estudios que marcan que las condiciones de vida en países como Argentina en los últimos 150 o 200 años mejoró hasta 30 veces. En los más pobres esa mejora es de 10 o 15 veces". Foto: Luciano Thieberger.

«Las personas toman el presente como punto de partida para sus análisis y no saben que el presente es treinta veces superior al pasado. Hay estudios que marcan que las condiciones de vida en países como Argentina en los últimos 150 o 200 años mejoró hasta 30 veces. En los más pobres esa mejora es de 10 o 15 veces». Foto: Luciano Thieberger.

– ¿Quienes diría usted que son los que más se benefician de las políticas de libre mercado?

– La gente más pobre es la más beneficiada por el libremercado. Es verdad que los más ricos obtienen artículos de lujos bajo este sistema. Pero lo más importante es que las personas tengan un techo, salud adecuada, alimentos sanos, educación para sus hijos y la posibilidad de viajar. Todos bienes y servicios que los pobres no tenían dos siglos atrás.

– ¿Por qué el capitalismo es criticado en el mundo? Thomas Piketty dice que el mundo es más desigual. Diarios como The Guardian publican serie de notas al respecto.

Porque las personas toman el presente como punto de partida para sus análisis y no saben que el presente es treinta veces superior al pasado. Hay estudios que marcan que las condiciones de vida en países como Argentina en los últimos 150 o 200 años mejoró hasta 30 veces. En los más pobres esa mejora es de 10 o 15 veces. ¿El mundo es más desigual? No, está mal eso también. El mundo se ha vuelto radicalmente más igual y a favor de los más pobres en los últimos cuarenta años. Muchas veces le comento a mi mamá, que tiene 96 años, sobre estas estadísticas y me responde: “Son aún gente pobre”. Yo le respondo que los pobres están mejor. Y ella me contesta “Pero tienen que estar mejor de manera más rápida”. Y la vía para que dejen de ser pobres más rápido es a través de la innovación. Vea China e India que crecen entre 5 y 10 por ciento por habitante. Argentina al 1 por ciento con suerte…

– ¿Argentina necesita innovar más?

Sí. Y no es porque no haya emprendedores o cursos de MBA en la Argentina. Lo que importa es que las personas tengan el permiso de hacer lo que deseen sin que otros interfieran, sin reglamentaciones o licencias de gobiernos que permiten o prohíban tal cosa. Que las mujeres no tengan la interferencia de sus padres o maridos, que los pobres puedan migrar de un trabajo a otro, que los argentinos puedan comprar cualquier bien o servicio del mundo.

– Usted escribió 16 libros, ¿cuáles son los libros de economía que más venden?

– Los pesimistas. A las personas les encanta leer historias de que el mundo se acerca a su final.

– Como la religión

Los cristianos, judíos y musulmanes tienen una historia con el final. The Eschaton, en teología, es el evento final del plan divino, el final del mundo. Es muy claro en Karl Marx, diría que toda su obra es una traducción a la economía de The Eschaton.

– En los últimos cincuenta años la economía se enseñó con manuales como los de Paul Samuelson o Rudiger Dornbusch-Stanley Fischer, ¿cómo imagina la enseñanza de la economía en los próximos cincuenta años?

Stanley fue un colega mio en la universidad. Y Rudiger alumno mio. Ese tipo de libros creo que no volverán más. Son muy caros de hacer y es cada vez más barato obtener explicaciones en la web. O sea, si soy un editor me iría de ese segmento. ¿Los alumnos? Sería mejor que lean libros, artículos y autores importantes de economía en lugar de manuales. Trataría que entiendan la economía aplicando lo que aprendieron a casos concretos en la vida real.

– ¿Qué autores recomienda leer en economía?

Ahora mismo se me ocurren John Kenneth Galbraith, Milton Friedman, Friedrich Hayek, Karl Marx, John Maynard Keynes…

– ¿Qué avances distingue en la ciencia económica en estas décadas?

El más importante diría que es la historia económica. Nos permite comprender nuestro pasado pero también hacer comentarios sobre el presente y futuro. La economía que se hace hoy es mejor que la de sesenta años atrás porque absorbe más historia. Por supuesto que si le pregunta a algún otro economista tal vez mencione como avance tal o cual técnica o herramienta econométrica. Yo me quedo con la Historia. Otro gran cambio ha sido el estudio de la economía de la propiedad privada, como hizo Ronald Coase. La tercera, Public Choice, esto es, cómo funcionan los gobiernos.

"La economía que se hace hoy es mejor que la de sesenta años atrás porque absorbe más historia. Por supuesto que si le pregunta a algún otro economista tal vez mencione como avance tal o cual técnica o herramienta econométrica. Yo me quedo con la Historia". Foto: Luciano Thieberger.

«La economía que se hace hoy es mejor que la de sesenta años atrás porque absorbe más historia. Por supuesto que si le pregunta a algún otro economista tal vez mencione como avance tal o cual técnica o herramienta econométrica. Yo me quedo con la Historia». Foto: Luciano Thieberger.

-¿Y la economía del comportamiento?

Es una estupidez, como la economía de la felicidad…

– Hablando de felicidad. Usted dijo una vez que para cambiarse de sexo había que tener sentido del humor, ¿qué otros consejos le daría a alguien que piensa dar ese paso?

Que siga con su vida profesional y personal. La transformación de mujer a varón es tan común como de varón a mujer. Esto último no es algo tan obvio ni conocido. Es más dificil pasar de ser hombre a ser mujer como fue mi caso. Las hormonas para pasar de mujer a varón son muy poderosas y los resultados son rápidos.

-¿Cómo es ser un hombre hasta los 53 años, estar casado treinta años y luego hacerse mujer?

Es como ser ruso hasta los 35 años luego mudarse a Estados Unidos y hacerse fan de los Red Sox. En otras palabras, es como cualquier otra transformación en una sociedad libre. Por supuesto que hay personas que resultan lastimadas y ofendidas. Una vez estaba en un evento universitario en Northwestern y discutía un punto de manera muy intensa con un colega. Una de esas discusiones duras entre economistas. Seguimos debatiendo mientras caminábamos y entramos al baño. Me miró y entonces me ví en los mingitorios Me reí.

-¿Qué cambios hay entre ser transexual hoy y antes?

En la calle no dicen ahí va un hombre disfrazado de mujer. Solían decirlo pero ya no más. Otro dato es que sentí que me tratan como una mujer en los debates entre economistas. Fue en una presentación con académicos en Holanda. Yo era la única mujer. Recuerdo que hice un planteo, una observación y los hombres lo ignoraron por completo. Dos minutos más tarde un colega que se llamaba George dijo algo parecido. “¡George! Ese es un gran planteo”, dijo el resto.

-¿Cuanto cuesta operarse?

En mi caso fue caro porque lo hice a las apuradas. Pero puede hacerse por US$ 20.000.

Las memorias de un transexual que fue Donald

Deirdre McCloskey es desde el 2000 Profesora Distinguida de Economía, Historia, Inglés y Comunicación de la UIC en la Universidad de Illinois en Chicago y previamente por más de una década en la Universidad de Chicago. Formada en Harvard como economista, ha escrito dieciséis libros y ha editado siete más, y ha publicado más de 300 artículos sobre teoría económica, historia económica, filosofía, retórica, feminismo, ética y derecho. Sus últimos libros son Las virtudes burguesas: ética para una era del capitalismo de 2006, Por qué la economía no puede explicar el mundo moderno de 2010. También escribió un libro de memorias (“Mis memorias”) sobre su cambio de sexo en 1995. En los últimos años figuró entre los candidatos al Premio Nobel de Economía.

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