Porqué el 30 de noviembre se celebra el Día Nacional del Teatro

El Cabildo de Buenos Aires aprobó la propuesta del Virrey para hacer funciones que fueran pagadas y recomendó que “se evite la mezcla de los dos sexos” entre la audiencia.

Fecha clave en la historia de la cultura argentina, el Día Nacional del Teatro se celebra para recordar la inauguración del Teatro de la Ranchería, un 30 de noviembre de 1783, cuando Buenos Aires era todavía una Intendencia “indiana” dominada por la monarquía Católica de España.

La sala de la Ranchería estaba ubicada en las actuales calles Alsina y Perú, y fue el primer centro cultural donde se pusieron en escena piezas dramáticas durante la Buenos Aires colonial.

Al principio las representaciones teatrales fueron gratuitas, pero pocas y reducidas a una élite muy pequeña, hasta que, pocos años más tarde, Juan José de Vértiz y Salcedo, durante su segunda gobernación como Virrey de Buenos Aires, perteneciente al Virreinato del Río de la Plata, dispuso que las obras sean pagas con la finalidad de financiar la Casa de los Niños Expósitos, que criaba a los bebés abandonados en las iglesias, y propuso al Cabildo que las obras se abrieran al pueblo para la “diversión pública”.

El Cabildo aprobó la propuesta del Virrey y recomendó que “se evite la mezcla de los dos sexos” entre la audiencia.

La construcción del teatro se hizo en el patio de la Ranchería, conocido reducto donde los jesuitas alojaban a los esclavos africanos, y contaba con paredes de madera, techo de paja y amplias puertas para evacuar a los espectadores ante una emergencia.

La primera obra criolla, titulada “Siripo”, fue escrita por Manuel José de Lavardén, dramaturgo y periodista rioplatense, y precursor de la Revolución de Mayo; la historia tenía cinco actos y fue estrenada durante los carnavales porteños de 1789.

Pero, solo tres años más tarde de aquélla gala, el Teatro de la Ranchería terminaría destruido por un feroz incendio que comenzó en los techos de paja y se propagó a todo el recinto, tras la caída de fuegos artificiales disparados desde la Iglesia de San Juan Bautista por la celebración de las fiestas patronales.

Las llamas devoraron todo lo que encontraron a su paso y, entre tantas otras cosas, redujeron a cenizas al manuscrito de Siripo, considerada la primera obra de teatro nacional.

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