Daniel Muñoz se convirtió en un exitoso empresario e inversor luego de haber trabajado como secretario privado de Néstor y Cristina Kirchner. No se le conoció otro empleo más que aquel de funcionario público.
Con las revelaciones producidas en la Caso Cuadernos se supo que Muñoz recibía bolsos con coimas que transportaba a Santa Cruz y a la casa de los Kirchner. Primero fue la confesión de Oscar Centeno, chofer de Roberto Baratta, el segundo de Julio De Vido en el ministerio de Planificación del kirchnerismo, quien explicó cómo era el sistema de recolección y entrega de bolsos con coimas.
Después confesaron los empresarios. Admitieron el pago de coimas para conseguir obra pública. Luego se sumó la confesión del financista Ernesto Clarens quien transformaba las coimas de pesos a dólares y se las daba en bolsos a Muñoz. Gracias a ser el receptor primario de las coimas, Muñoz tuvo prosperidad. Murió en 2016 y dejó millones en manos de su viuda Carolina Pochetti. Ella también confesó y explicó que parte de la fortuna ilegal -30 millones de dólares- conseguida por Muñoz estaba invertida en las islas de Turks and Caicos. Antes de eso habían comprado propiedades en Estados Unidos por una cifra cercana a los 70 millones de dólares. Pero antes de transformarse en un inversor internacional Muñoz puso dinero negro en empresas en Argentina para lavar lo conseguido a partir de ser el receptor primario de los bolsos de las coimas.
Quedó demostrado durante la investigación que Muñoz invirtió dinero negro en complejos turísticos, en garajes, en farmacias y en la fábrica de nebulizadores San Up. Todas las maniobras se hicieron a partir de la creación de sociedades en varios países del mundo, algunas de las que quedaron expuestas en los Panamá Papers.
La compra que hizo Muñoz de la firma San-Up se concretó mediante transferencias a cuentas suizas de uno de los testaferros del ex secretario de los Kirchner, Carlos Temístocles Cortez. Cortez fue uno de los procesados por el delito de lavado de dinero por el fallecido juez Claudio Bonadio como parte de la banda de Muñoz. Cortez abrió cuentas en Suiza desde donde se hicieron varias transferencias algunas de ellas para que Muñoz adquiriera inmuebles en Estados Unidos. El dinero que circulaba por aquellas cuentas era producto de la corrupción.
Cortez fue socio de los hermanos Rubén y Leonardo Llaneza en un grupo de farmacias instalado en la Patagonia. En esa empresa Muñoz, a través de Cortez, inyectó dinero sucio para blanquearlo. Alejandro Manzanares, ex contador de la familia Kirchner confirmó ante la justicia haber armado sociedades para que Muñoz blanqueara dinero obtenido por la recolección de bolsos.
Manzanares también explicó en su confesión cómo se hizo la compra de la fábrica de nebulizadores. El contador dijo que “…. Muñoz inició la compra de San-Up S.A, que era de Jorge Shemi. Fue un negocio que trajo Cortez. La operación de compra fue por 34 millones de dólares, según me informó Muñoz, aunque en los papeles creo que se consignó 8 millones de pesos. Eso obra en las declaraciones juradas fiscales de Cortez y de Llaneza.”.
Ya en 2018 Bonadio había mandado exhortos a Suiza para que se congelaran los fondos de las cuentas que Cortez tenía en aquel país y que según los investigadores estaban repletas de fondos de Muñoz. Y para que determinaran las transferencias que se hicieron desde esas cuentas.
De la información enviada por las autoridades suizas a la Argentina en las últimas semanas se desprende que hubo transferencias por 5 millones de dólares de cuentas de Cortez/Muñoz a las de integrantes de la familia Shemi que vendieron una parte mayoritaria de la compañía. Las acciones que compró Muñoz pertenecieron a Jorge Isaac Shemi, Alberto José Shemi, Martín Bernardo Shemi y Sabrina Shemi.
Se detectaron tres transferencias ordenadas por Cortez. Una por un millón de dólares, otra por un millón y medio de dólares y la última por dos millones y medio de dólares. Las primeras dos transferencias terminaron en cuentas a nombre de los Shemi. La tercera tuvo como destino una cuenta a nombre de la firma “Ruby Nature International Ltd”. Esa firma se registró en agosto de 2012 –meses antes de las transferencias- en las Islas Vírgenes Británicas y quedó expuesta en los Panama Papers. Según la información que se volcó a la base de datos del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) esa firma pertenece a la familia Shemi. Dejó de operar en 2015 y fue dada de baja del registro en 2016.
Como el dinero que se giró a esas cuentas por la compra de San-Up fue obtenido de manera ilegal por Muñoz, el fiscal del caso, Carlos Stornelli pidió que se congelaran los fondos con el fin de decomisarlos y la recuperar los activos para la Argentina. Y luego de ese pedido, el juez Marcelo Martínez De Giorgi, quien subroga el juzgado que era de Bonadio, envió esta semana exhortos a Suiza y a la Islas Vírgenes Británicas.
Martínez De Giorgi envió a través de la Cancillería exhortos a Suiza y a las Islas Vírgenes Británicas para que se congelen las cuentas los hermanos Llaneza, de la familia Shemi y de varias sociedades que formaron parte de la operación. Y también decidió embargar los bienes que se encuentre en esas cuentas.
Dinero ilegal que Muñoz consiguió producto de su posición como secretario de los Kirchner aún sigue dando vueltas por el mundo a la espera de ser decomisado. A los 30 millones de dólares que están en Turks and Caicos se suman los cinco detectados en Suiza. Una cifra nada despreciable.
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