María Estela Moreno es ceramista, y por estas horas está feliz por los logros y reconocimientos que se van acumulando en los últimos meses, entre ellos, una Mención al Mérito Artístico, en el género cerámica escultórica, «demostrando talento y cualidades artísticas destacadas». Fue en la VII Bienal Intercontinental de Arte Indígena, Ancestral o Milenario, en Lima, Perú. Por eso, desde ExtraCatamarca.com consideramos necesario difundir este logro que tiene relación con lo más preciado de un pueblo: sus raíces.

Es oriunda de Chubut, nacida en Comodoro Rivadavia, pero lleva a Catamarca en la sangre porque sus padres fueron de los tantos comprovincianos que emigraron a trabajar en las empresas petroleras, y que siempre añoraron volver. Esta profesora de cerámica aún recuerda «aquellas vacaciones en Catamarca, en el Shincal, en Belén, de ahí son mis padres, y cuando ellos se jubilaron volvieron, yo me quedé estudiando en Mendoza, y cuando vine a Catamarca de vacaciones me terminé quedando».

Allí, en Mendoza, se recibió en la Escuela de Cerámica que depende de la Facultad de Arte (única escuela universitaria de cerámica en el país), y hace 20 años que está radicada en Catamarca. Ahora concurre a aquella provincia cuyana a dar cursos y charlas, volcando sus conocimientos en la materia, con las técnicas más tradicionales que incorporó al permanecer en la tierra de sus padres. Ahora no duda en decir que «amo a Catamarca… su pasado arqueológico es muy importante y me ayudó a definir mi estilo».

¿Cómo llegó Estela a este último galardón? ella misma lo cuenta a ExtraCatamarca.com: «En abril envié mi trabajo a la Bienal, hasta mayo había que mandar las piezas a tres jurados. A mí me habían invitado a exponer en Cuzco, el 3 de agosto, en una exposición de artistas mujeres. Y cuando vuelvo de Cuzco me avisaron que había sido seleccionada para esta Bienal que se iba a realizar en Lima, sobre la temática de lo ancestral y milenario, que tenía que ser de comunidades indígenas, o justificar tu temática que tenía que ser ancestral. Y yo estaba haciendo vasijas con técnicas prehispánicas, así es que pude entrar». Moreno aclara que «todo esto es autofinanciado, los viajes que vengo haciendo, entonces no pude ir y tuve que enviar las piezas vía aérea, y luego me avisaron que había tenido una mención especial, junto con otra ceramista que es de Lima, a quien yo admiro mucho, por eso para mí es un orgullo especial estar junto a ella en esta mención».

Es profesora en la Universidad Nacional de Catamarca, hace 18 años que se desempeña en el Taller de Cerámica Artística, y hace seis años ingresó por concurso en el ISAC, con cátedras de segundo, tercero y cuarto año en el Profesorado de Artes Visuales, en los dos turnos. Tiene a cargo el taller donde se enseña todo tipo de cerámicas, desde la más tradicional. Si bien realiza esculturas en cerámica, desde hace un tiempo se dedicó a las vasijas con las técnicas milenarias, y ella misma reconoce que esta actividad le fue abriendo puertas.

María Estela Moreno comenta que, el año pasado, la invitaron a Bolivia a un Encuentro Internacional de Cerámica, donde concurrieron solamente doce representantes de Argentina, que tenían a cargo una temática regional. Les fue muy bien. Luego llegó la invitación para viajar a Chile, y después el ya mencionado paso por Cuzco, hasta que surgió esta posibilidad de la Bienal en Lima. Todo bien.

«La profe» recuerda con alegría, también, su paso por la provincia de Salta, donde resultó seleccionada en un encuentro denominado El Barro Calchaquí, con 30 finalistas a nivel nacional, que terminaron realizando trabajos en una plaza. «Vinieron más de 700 ceramistas de todo el país, lo que también me sirvió para posicionarme, y fue muy lindo… Desde el año pasado todo fue muy lindo, y esto de Lima no me lo esperaba, y nunca había proyectado ni siquiera el viaje porque no me lo imaginaba. Eran 22 países. Y aún estoy como procesándolo porque ayer me enviaron el certificado».

Estela no deja de admirarse de Catamarca, y menciona que recientemente estuvo con un grupo de arqueólogos en Belén, en un curso que se llamaba «Rescate de Técnicas Alfareras», y reconoce que «fue fantástico porque yo aprendí mucho de la gente, de su memoria oral, porque si bien hay una generación de alfareras que se perdió, como pasó con el tejido, todavía quedan registros de la abuelas y bisabuelas… mi bisabuela era alfarera en La Aguada, en Londres».

Volviendo al trabajo premiado en la Capital del Perú, Moreno explica que «yo hago vasijas antropomorfas, con personajes típicos. Siempre es el espacio contenedor. Siempre son vasijas, en alegoría a las culturas prehispánicas. Ellos hacían todos esos elementos ceremoniales, todos modelados con toda su cosmovisión, y entonces yo empecé a hacer esa técnica, pero por algún lado tienen la boca de su vasija. Para esta Bienal envié dos músicos típicos, una coplera (vidalera) y un charanguista, que representan a músicos andinos.

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