Nora tiene 74 años, es abanderada y quiere terminar la secundaria

Nora tiene 74 años y una larga historia de lucha para salir adelante. Es madre, abuela y alumna del segundo año de la escuela secundaria para adultos en el pueblito La Vertiente, a unos 150 kilómetros al norte en plenas sierras de San Luis. Y ahora, también abanderada: su promedio de 9,20 fue el más alto de todo el colegio.

“Sueño con terminar tercero y seguir cursando otra etapa como quería mi mamá”, confesó.

Nora del Valle Olguín, a quien todos en el pueblito le dicen “Chola”, es jubilada, cobra el sueldo mínimo de $ 5.300 (de bolsillo) y para hacerle frente a la escasa situación económica vende helados en su casa N ª 12 del barrio en la calle Catamarca al frente de la capilla de San Roque. Tuvo dos hijos biológicos y uno del corazón, tres nietos y una bisnieta.

La vida de niña fue muy dura para ella porque su mamá Lorenza Aída Olguín la tuvo de soltera en el campo Arroyo de la Cal, donde vivía. Allí se crió y a su padre lo conoció de grande cuando un día se reunieron en una terminal de micros de la localidad de La Toma. El hombre vivía en Mendoza donde después tuvo dos hijas, medias hermanas de Chola.

A los 6 años, su mamá Lorenza Aída Olguín la enviaba a caballo a la escuelita de Los Chañares, cerca del campo. “Iba solita en el caballo y tenía que cruzar el Río Conlara. Con frío o con calor mi mamá me enviaba igual porque decía que debía educarme”, recuerda.

Hasta cuarto grado fue luego a la Escuela N° 108 de El Talita, un paraje de las mismas sierras del Departamento San Martín junto a otros amigos vecinos, todos niños de los campos cercanos. Allí conoció a quien recuerda con mayor cariño, la directora María Isabel Bello de Allende.

A los pocos meses de casarse nació su primer hijo varón (Alejandro) y luego el segundo (Omar Enrique). El matrimonio vivió con su suegra hasta el fallecimiento del suegro, quien al repartir sus bienes le dejó a su esposo un campo de 130 hectáreas.

Chola y Antonio fueron allí a vivir y a trabajar en la crianza de ganado donde él se dedicó a la compra venta de animales en toda la zona. Tenían un buen pasar económico hasta la muerte de hombre -por un cáncer- los separó. Ella enviudó y por cuestiones legales no se quedó con ningún bien material.

La abuela volvió a luchar sola. Con sus hijos ya grandes y con nietos, decidió un día volver a la escuela. En San Luis se aplica el sistema de educación para adultos como lo establece el Consejo Federal de Educación a partir de los 18 años.

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