María del Carmen Zárate tenía 75 años y vivía sola en un pueblo del sudoeste santafesino. El jueves se encontró por enésima vez con los perros de su vecina en el fondo de la casa. Pero esta vez lo que era una molestia se convirtió en tragedia: fue atacada y murió a causa de las heridas que le produjeron. Su nieto encontró el cuerpo por la noche y la familia advirtió que llevaban más de un año pidiendo que retiraran a los animales porque eran peligrosos.
“Ella ya salía a la quinta con un fierrito y lo usaba para defenderse”, comentó resignada Alejandra sobre la rutina que su mamá había adoptado para sobrellevar las invasiones de las mascotas en Chañar Ladeado, a unos 180 kilómetros de Rosario. En el patio trasero la mujer tenía una huerta y un gallinero, pero éste había quedado inutilizado hace tiempo por los animales. “Le comieron todos los pollitos” después de atravesar el tejido precario que divide ambas propiedades.
El nieto de María del Carmen vive al lado de la casa donde ocurrió todo y dio aviso a la policía alrededor de las nueve y media de la noche. “Estaba totalmente destrozada y con la ropa arrancada. Nadie la pudo ver porque no nos dejaron”, comentó la hija de la mujer, quien viajaba al menos una vez por mes para visitarla y sostuvo que la dueña de los perros también estaba desbordada por la situación desde hace tiempo.
Familiares de la anciana aseguran que su vecina tiene una decena de perros aparte de los tres peligrosos que la atacaron. Explicaron que ella tenía una hembra dogo que se cruzó con un pitbull que perteneciente al hijo de su pareja y que los cachorros que no pudieron dar en adopción crecieron allí sin control. Un hijo de los hijos de la víctima que vive en el pueblo contó que un día amenazó a la mujer con matarlos y ella le contestó: “Matalos porque yo no puedo y no sé qué hacer”.
Alejandra no dudó a la hora de señalar quiénes son los responsables de la muerte de su madre y aseguró: “La Comuna avaló todo esto sabiendo que los perros eran terriblemente peligrosos. Les daban de comer y venían con un carro a limpiar”.
Al mismo tiempo, remarcó que no sólo fueron las autoridades las que se negaron a retirar a las mascotas. También se quejaron de la conducta de Mónica G., una mujer que se dedica a rescatar y cuidar perros pero “no quiso recibirlos porque les iban a matar los otros animales”.
Entre otros problemas que surgieron tras el fallecimiento de la anciana, su hija se quejó de la falta de respuesta de la policía. El mismo jueves, la vecina había tapado con un tronco el pozo que cavaron los tres perros para pasar por debajo del tejido divisor y le dijo a los uniformados cuáles eran los tres animales que había encontrado en el terreno de al lado. Sin embargo, no fue hasta este sábado que consiguieron llevárselos.
Para entonces, el resto de la jauría que vivía alojada en caniles precarios ya estaba suelta por las calles del pueblo.
Fuente: Clarín
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