Pasadas las 18 horas una ambulancia salió del Sanatorio Otamendi rumbo al estadio Monumental, con los jugadores de Boca Juniors que sufrieron las lesiones durante las violentas agresiones al colectivo. Boca endureció la posición negándose a disputar el encuentro, y coincidió con los dirigentes se River para concretar una nueva reunión con Domínguez, el titular de la Conmebol. Surgía así, nuevamente, la posibilidad de que el partido quedara suspendido.
Cerca de las 18,30 hs. la ambulancia ingresó al estadio, sufriendo agresión por parte de algunos hinchas que le arrojaron elementos contundentes, y Carlos Tévez le decía a los medios que los estaban «obligando» a jugar el partido, aunque ellos se negaban. El plantel de Boca salía a hablar con los medios como única posibilidad de manifestar su rechazo a la decisión de la Conmebol, al mismo tiempo que reprochaban a los futbolistas de River por no acercarse a ofrecer su solidaridad.
Con resignación, Tévez igualmente admitió que si los obligaban a jugar iban a hacerlo, mientras Daniel Angelici recorría los pasillos del Monumental recibiendo los insultos de los hinchas de River, dirigiéndose a otra de las tantas reuniones que acrecentaban la vergonzosa situación. Afuera, los incidente seguían en los alrededores del estadio.
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Así, bajo protesta, Boca aceptaba jugar, pero a casi media hora del horario dispuesto no había certezas. El clima, de a poco, fue calmándose, pero se había terminado la expectativa por una gran final, empequeñecida por los inadaptados de siempre.
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