La historia sobre la amistad de Adolf Hitler con Rosa Bernile, una niña con ascendencia judía

Este miércoles fue vendida -por la casa de subastas históricas Alexander de Maryland, EE.UU.- la fotografía que muestra al líder nazi con la pequeña, cuya ascendencia tenia orígenes judíos. La imagen posee una dedicatoria del propio dictador: «La querida y considerada Rosa Nienau y Adolf Hitler, Munich, 16 de junio de 1933». A partir de esto comenzó a circular la historia de amistad entre sus protagonistas, y su final por el claro desentendimiento.

Historia

La relación se inicio en la primavera de 1933 en la Berghof, la residencia que tenía el déspota austriaco en los Alpes bávaros, Alemania. La niña de seis años había viajado con su madre desde Múnich para celebrar el cumpleaños de Hitler, quien pidió conocerla personalmente cuando se enteró de que habían nacido el mismo día. Durante cinco años se intercambiaron cartas y posaron para varias fotografías publicitarias.

La foto fue tomada por Heinrich Hoffmann, el fotógrafo personal del dictador, y este se la envió a Karoline, la madre de la pequeña. Además de la firma de Hitler en tinta azul, el retrato tiene pegadas nueve flores de las nieves y un trébol de cuatro hojas, un detalle agregado por la niña.

Rosa Bernile era hija única. Su padre falleció antes de que ella naciera y su madre, hija de una mujer judía, era enfermera. Tener una cuarta parte de sangre semita se consideraba ser judío bajo la Alemania nazi. La documentación que maneja la casa de subastas revela que Hitler se enteró rápido de los orígenes de su amiga, pero su debilidad por ella le impidió cortar el vínculo, “ya fuera por motivos personales o publicitarios”.

Hoffmann solía tomar fotos al dictador acompañado de niños para vender la imagen de que era, además de carismático, un líder cercano y cariñoso. Pero la historia al reverso de la foto propagandística con Rosa Bernile salió a la luz años después. Los Archivos Federales alemanes atesoran 17 cartas escritas por la pequeña a su “querido tío Hitler” y al jefe de ayudantes nazi, Wilhelm Brückner, entre 1935 y 1938.

El  lazo entre el responsable del Holocausto y la niña judía se rompió cuando el jefe nazi Martin Bormann, secretario privado del Führer, se enteró de la herencia sanguínea de Rosa Bernile. Bormann ordenó que se le prohibiera a ella y a su madre el acceso a la casa en los Alpes y le exigió a Hoffmann que no volviera a utilizar sus imágenes en las propagandas. En un principio el fotógrafo no le dijo nada al Führer, pero luego le comunicó la restricción. James Wilson, especialista en la zona de Obersalzberg durante el Tercer Reich, relata en su libro Hitler’s Alpine Headquarters (2014): “Hitler estaba tan furioso de que hubieran denunciado a su pequeña amiga que le dijo [a Hoffmann]: ‘Hay personas que tienen un verdadero talento para arruinar mi alegría”.

A pesar de su corta edad, Rosa Bernile no pudo ser testigo del fin de la Segunda Guerra Mundial. Murió víctima de la enfermedad de polio el 5 de octubre de 1943, a los 17 años, en el Hospital Schwabing. Las investigaciones revelan que estudió dibujo técnico durante su adolescencia. Una de sus primeras obras de arte la hizo sobre una fotografía con su “querido tío Hitler”.

Fuente: El País (España).


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