En el hotel King David de Jerusalén, se respira un ambiente de glamour y sofisticación que hace sentir a los huéspedes como en casa. La vida fluye entre alfombras orientales, firmas de artistas y la música en vivo, recordando la época dorada de Hollywood. Sin embargo, la reciente guerra de Israel contra Irán ha cambiado drásticamente la atmósfera del hotel.
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La vida en el King David ha perdido su esplendor habitual. Los desayunos, antes esplendorosos y épicos en gustos y sabores, ahora se ven opacados por el conflicto que ha llegado a las puertas del hotel. Las imágenes en los celulares ratifican que afuera hay una guerra, y que la gente muere por los misiles que llegan desde Irán.
La guerra ha vaciado los espacios comunes del hotel, transformando la realidad de los huéspedes y del personal. No hay lugar para la moda ni la distensión, todos descienden al refugio con las pantuflas y batas del hotel, abandonando la pompa y las circunstancias que solían caracterizar al King David.
La guerra ha terminado con el glamour, dejando en su lugar un sentimiento de resignación y olvido. La paz y la sofisticación que solía reinar en el hotel King David se han desvanecido, reemplazadas por una realidad marcada por el miedo y la incertidumbre.