El pasado 31 de julio, un grupo de jóvenes, en su mayoría estudiantes universitarios, sufrió un lamentable robo en la barbería que habían fundado como un emprendimiento para costear sus estudios y otros gastos, dado que son oriundos del interior del país. El establecimiento fue atacado por un solitario delincuente que, con violencia, redujo a un empleado y sustrajo diversos elementos esenciales para la actividad, antes de darse a la fuga.
El hecho quedó registrado por las cámaras de seguridad del local, lo que permitió a los jóvenes afectados, junto con la policía, iniciar una investigación. A medida que avanzaron las pesquisas, se descubrió que el robo no fue obra de un asaltante al azar, sino que había sido orquestado por un «empleado infiel». Este empleado, que había solicitado trabajo en la barbería y ganado la confianza de los dueños, planificó el ilícito en complicidad con otras dos personas.
Gracias a las investigaciones, las autoridades lograron recuperar parte del botín. Sin embargo, la barbería no pudo reanudar su actividad debido a la falta de los elementos sustraídos, lo que finalmente llevó al cierre del local. Este desenlace dejó a los jóvenes sin su fuente de ingresos y con gastos acumulados, afectando gravemente su situación económica.
Dos de los afectados relataron la angustiosa experiencia y lamentaron profundamente la traición del empleado, quien había aprovechado su buena fe para llevar a cabo el delito. La pérdida de su emprendimiento no solo significa un revés económico, sino también una gran decepción personal para los jóvenes que depositaron su confianza en el ahora sindicado como el autor intelectual del robo.
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