Un hombre sorprende a la Policía de Islandia al confesar su participación en el primer gran atraco bancario del país, ocurrido hace medio siglo. La confesión espontánea de uno de los autores del robo resuelve un caso que había permanecido en el olvido y arroja luz sobre un episodio que se consideraba una anécdota en la historia criminal islandesa. El suceso tuvo escasa repercusión en su momento, en parte debido a la poca cantidad robada y al uso de métodos no violentos. La confesión cerró oficialmente el expediente de un robo que apenas ocupó espacio en la prensa local.
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El hombre, cuya identidad permanece reservada, se entregó a la policía y admitió su participación en el robo, ocurrido cuando era adolescente. Junto a varios amigos de 13 o 14 años, aprovecharon unas reformas en el edificio del banco para ejecutar el plan. El grupo retiró la protección y se llevó monedas sueltas, las cuales les permitieron disfrutar de lujos inusuales para su edad durante un tiempo. Aunque el delito ya prescribió y ni siquiera habrían enfrentado penas de prisión en su momento, la reapertura del caso sorprendió a los agentes, que reconocen el valor simbólico e histórico del testimonio. La motivación detrás de la confesión, medio siglo después, sigue siendo un misterio, alimentando diversas especulaciones sobre las razones que llevaron al autor a dar este paso.