La guerra en el cielo de Kiev se libra entre Ucrania y Rusia, con el ruido cambiante de drones que ambos bandos modifican constantemente. Ucrania enfrenta el reto de protegerse de los enjambres de drones kamikaze Shahed, producidos por Rusia a partir de tecnología iraní. Rusia emplea ahora cientos de estos drones no tripulados, pintados de negro para reducir su visibilidad en la noche y equipados con sistemas anti-interferencias.
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BATALLA TECNOLÓGICA
El Ejército ucraniano ha visto caer el nivel de interceptaciones de prácticamente el 100% a niveles cercanos al 80%, lo que se traduce en impactos directos en instalaciones de producción de armamento y en infraestructuras críticas. Para hacer frente a esta crisis, Ucrania apuesta por la fabricación a escala industrial de drones interceptores mucho más baratos que los misiles, con la ayuda de la Fundación Serhiy Prytula.
NUEVOS DESAFÍOS
La Fundación está trabajando en la compra de drones interceptores para el Ejército ucraniano y ha desarrollado un curso para los militares sobre el uso de estos drones. El éxito de estos drones en la intercepción de aparatos no tripulados rusos ha llevado a la empresa productora a desarrollar un modelo para ser empleado como interceptor de Shaheds. El presidente ucraniano busca financiación para multiplicar los pedidos a las distintas empresas productoras, atraer la atención de los principales gobiernos europeos y de la administración estadounidense de Donald Trump.
GRAN DESAFÍO
Según Zelensky, Rusia trabaja para poder lanzar contra Ucrania hasta un millar de drones cada día. La iniciativa de Ucrania depende en gran medida de las opciones de victoria en esta faceta de la guerra.