Los errores de Occidente tras la guerra ruso-georgiana de 2008 podrían repetirse en Ucrania si no se aprenden las lecciones correctas. Eka Tkeshelashvili, exministra de Relaciones Exteriores de Georgia, advierte que un alto el fuego mal planificado en el conflicto ucraniano podría conducir al mismo destino que sufrió su país. ¿Qué puede aprender Occidente de la experiencia de Georgia para evitar el mismo desenlace en Ucrania?
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LA GUERRA RUSO-GEORGIANA
La invasión rusa a Georgia en agosto de 2008 duró solo cinco días, pero sus consecuencias se extienden hasta hoy. Más de 80.000 tropas rusas cruzaron la frontera, abrumaron las fuerzas georgianas y consolidaron la ocupación de Abjasia y Osetia del Sur, asegurando el 20% del territorio georgiano reconocido internacionalmente. Este conflicto dejó lecciones fundamentales para la política exterior de Occidente.
EL DILEMA DE OCCIDENTE
¿Cómo evitar que el final de la guerra en Ucrania se transforme en el inicio de nuevas operaciones de injerencia y desestabilización por parte de Moscú? Es la reflexión que nace de la experiencia de Georgia y presenta un dilema central para Occidente. La advertencia de Tkeshelashvili es contundente: solo una estrategia coherente y compromiso a largo plazo pueden impedir que Ucrania repita el ciclo de vulnerabilidad que ahora atrapa a Georgia.
PROTEGER A UCRANIA
¿Cuáles son las lecciones de Georgia para proteger a Ucrania? Occidente debe proporcionar garantías de seguridad concretas y creíbles, acelerar su integración a las instituciones europeas y fortalecer su capacidad defensiva mediante un apoyo militar sostenido. La reconstrucción de Ucrania requerirá movilizar activos rusos congelados y evitar una reconciliación precipitada con Moscú que reconozca de facto las conquistas territoriales rusas o reduzca la presión política y económica sobre el régimen de Putin.