En las aguas grises delMar del Japón, una secuencia de imágenes difundidas por laFlota del Pacíficorusa muestra el momento exacto en que los cañones giran y disparan. Desde la cubierta del destructorAdmiral Tributs, la artillería apunta hacia un blanco simulado, mientras un helicóptero levanta vuelo desde otro buque cercano. A su alrededor, el cielo es cruzado por un avión chinoY-8y unIl-38ruso en maniobras de detección antisubmarina. Las imágenes –difundidas por elKremlin, pero no verificadas de forma independiente– retratan el cierre del ejercicio militar conjuntoJoint Sea‑2025, una nueva señal de cohesión entre Moscú y Beijing que busca hacer visible una alianza de facto frente a Estados Unidos y sus aliados.
El objetivo declarado: profundizar la cooperación estratégica entre ambos países. El objetivo implícito: mostrar fuerza y sincronía frente al bloque occidental.
ElMar del Japónno fue una elección neutral. En su último informe, elMinisterio de Defensa de Japónalertó sobre la creciente coordinación militar entreRusiayChina, calificándola como una “seria preocupación de seguridad” para la región. DesdeWashington, las señales también fueron interpretadas con alarma. El presidenteDonald Trumpordenó recientemente el despliegue de dos submarinos nucleares en elIndo-Pacífico, una respuesta directa a lo que calificó como amenazas delKremlin. Tres días después,Moscúanunció formalmente el fin de su moratoria unilateral sobre misiles de corto y medio alcance, heredada delTratado INFfirmado en 1987 porReaganyGorbachov.
“La Federación Rusa no se considera más limitada por ninguna restricción”, afirmó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
En una rueda de prensa cuidadosamente guionada, evitó confirmar si estos misiles serán desplegados, pero dejó claro que Moscú se reserva “el derecho a tomar medidas apropiadas”. La amenaza, aunque no explicitada, eleva de manera significativa el nivel de riesgo estratégico. Desde 2019, cuandoRusiayEstados Unidosabandonaron el tratado INF en medio de acusaciones cruzadas de incumplimiento, no existe un marco bilateral que limite el uso de este tipo de armamento.
La narrativa rusa insiste en responsabilizar aEstados Unidospor la “nueva carrera
armamentista”, acusando aWashingtonde avanzar en la instalación de misiles en distintas regiones, especialmente enAsia-Pacífico. En paralelo, elKremlindenuncia la presión comercial de laCasa Blancasobre países comoIndia, a quienes exige el fin de las compras de petróleo ruso.Peskovfue enfático: “Es inaceptable obligar a los países a romper sus relaciones comerciales con Rusia”.
En este clima,Joint Sea‑2025aparece como algo más que un ejercicio naval. Es una coreografía militar diseñada para enviar un mensaje geopolítico. La alianza sino-rusa no está formalizada en un tratado defensivo, pero su coordinación operativa sugiere una voluntad compartida: desafiar el orden internacional liderado porEstados Unidos. Lo hacen desde distintos frentes: en el plano militar, mediante maniobras y patrullajes conjuntos; en el plano diplomático, bloqueando resoluciones en organismos multilaterales; en el plano económico, tejiendo vínculos energéticos que eluden las sanciones occidentales.
Aunque afirma actuar como un actor neutral, sus críticas se dirigen más a Occidente que a Moscú.
Desde 2022, tras la invasión aUcrania, esa sincronía se ha hecho más visible.Chinanunca condenó la agresión rusa ni acompañó las sanciones. Aunque afirma actuar como un actor neutral, sus críticas se dirigen más aOccidenteque aMoscú.Estados Unidosy varios países europeos sostienen queBeijingha facilitado apoyo indirecto aRusia, incluyendo asistencia tecnológica. El gobierno chino niega esas acusaciones y argumenta que las entregas se limitan a bienes de uso civil.
ParaJapón,Corea del Sur,TaiwányFilipinas, el mensaje también es claro. Frente a la consolidación táctica de estos dos regímenes autoritarios, sus gobiernos han intensificado la cooperación conWashington.Tokio, por ejemplo, realizó en junio su primera prueba de misiles en territorio nacional desde la Segunda Guerra Mundial, y firmó nuevos acuerdos de seguridad conFilipinasyAustralia.
En lo inmediato,ChinayRusiaanunciaron que, tras el cierre de los ejerciciosJoint Sea‑2025, realizarán patrullajes navales conjuntos en aguas delPacífico. ElMinisterio de Defensa chinocalificó esta fase como parte de una cooperación regular y aseguró que se mantendrán “los canales de comunicación estratégicos” conMoscú.
Por su parte,Estados Unidoscontinúa con el despliegue de activos militares en la región y mantiene reuniones de alto nivel con sus socios enAsia. Esta semana, funcionarios delPentágonose reunieron enTokiocon representantes deJapónyCorea del Surpara evaluar la situación en elMar del Japóny coordinar nuevas medidas de seguridad regional. Mientras tanto, elKremlinno ha descartado futuras maniobras conChinaen elÁrticoy en elmar de China Meridional, lo que indica que la cooperación militar entre ambas potencias continuará expandiéndose en distintas zonas estratégicas.