En los próximos días el papa Francisco buscará en Irak visibilizar entre otros temas la persecución sufrida por los cristianos a manos de la milicia Estado Islámico, un objetivo que se inscribirá en una larga lista de iniciativas del pontífice para promover la paz y el acercamiento entre pueblos en Medio Oriente.
Menos de seis meses después de ser entronizado, Francisco dio su primera señal hacia la región cuando, el 1 de septiembre de 2013, lanzó una campaña de oración y ayuno por Siria, en ese momento al borde de un ataque militar de potencias occidentales y ya devastado por más de dos años de guerra civil.
«He decidido convocar en toda la Iglesia, el próximo 7 de septiembre, víspera de la Natividad de María, Reina de la Paz, una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo entero, y también invito a unirse a esta iniciativa, de la manera que consideren más oportuno, a los hermanos cristianos no católicos, a los que pertenecen a otras religiones y a los hombres de buena voluntad», planteó entonces.
La campaña pública fue acompañada por una carta que Francisco envió a los líderes del G20 para que un grupo encabezado por Estados Unidos y Francia desistiera del bombardeo que pretendía lanzar contra el Estado sirio y sus fuerzas armadas, en represalia por las crecientes denuncias de la oposición y organizaciones internacionales de ataques con armas químicas contra la población civil.
Al año siguiente, en su segundo viaje fuera de Italia como Papa, Francisco realizó una peregrinación a la denominada Tierra Santa, en la que visitó Amán, la capital de Jordania; Belén, en el territorio palestino ocupado por Israel y Jerusalén, una ciudad considerada por la mayoría de la comunidad como en disputa entre palestinos e israelíes.
Como símbolo de fraternidad entre religiones, durante todo el viaje estuvo acompañado por un rabino y un dirigente musulmán argentinos, Abraham Skorka y Omar Abboud, y en esos cuatro días en Medio Oriente se intensificaron los gestos y pedidos del Papa en favor de la paz para la región.
«Constato con dolor que sigue habiendo fuertes tensiones en la región medio-oriental», reconoció Francisco en su primera actividad oficial en Jordania, al ser recibido en el palacio Real.
En ese viaje, Francisco utilizó los pedidos de pacificación en la región como hilo conductor y también instó a encontrar una salida «pacífica» a la guerra en Siria, así como una «solución justa» al conflicto entre israelíes y palestinos.
En particular, pidió «que sea universalmente reconocido que el Estado de Israel tiene derecho a existir y a gozar de paz y seguridad dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas», y «que se reconozca igualmente que el pueblo palestino tiene derecho a una patria soberana, a vivir con dignidad y a desplazarse libremente».
Durante el viaje, como símbolo concreto de la voluntad de diálogo, el Papa invitó al entonces presidente de Israel, Shimon Peres, y al líder de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, a que viajar al Vaticano para compartir un momento interreligioso.
El histórico encuentro, que incluyó la plantación de un olivo como símbolo de paz en los jardines vaticanos, se dio finalmente el 8 de junio de ese año.
A fines de 2014, Francisco volvió a la región con una visita de tres días a Turquía, pese a las amenazas que en los días previos había hecho la milicia Estado Islámico, considerada por entonces como una de las mayores amenazas de la región.
En suelo turco, Francisco abordó la cuestión de la paz en la región de un modo ecuménico, a partir de los encuentros que mantuvo con el Patriarca Bartolomé, líder espiritual de los 250 millones de cristianos ortodoxos del mundo.
Junto a Bartolomé, el Papa firmó un documento en el que ambos líderes religiosos reclamaron por la defensa de los cristianos en la región y alertaron por la situación de violencia que ya por entonces se vivía en Irak y Siria, al tiempo que denunciaron «la terrible situación de los cristianos y de todos los que sufren en Oriente Medio».
Tras un período en el que se dedicó a promover el diálogo interreligioso desde el Vaticano y luego del viaje que hizo a la isla griega de Lesbos en 2016 con Bartolomé para visibilizar la situación de los migrantes, Francisco regresó a Medio Oriente en febrero de 2019.
En lo que fue el primer viaje de un Papa a Emiratos Árabes Unidos, Jorge Bergoglio visitó esa monarquía del Golfo Pérsico, en donde firmó uno de los documentos más importantes de su pontificado en tema de diálogo interreligioso.
Tras meses de negociaciones y acercamientos, Francisco firmó el denominado «Documento sobre la Fraternidad Humana» junto al Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, considerado la máxima autoridad de la rama mayoritaria del islam en el mundo, el sunnismo.
El escrito, con el que los líderes aspiraron a «alcanzar una paz universal que disfruten todas las personas en esta vida», sirvió de base a un grupo de alto nivel formado por el Papa para trabajar en el acercamiento entre católicos y musulmanes.
El documento de 2019, además, fue el principal insumo de la última encíclica de Francisco, Fratelli tutti (Hermanos todos, en español), que tiene como título una frase similar al lema oficial de la visita a Irak: «Son todos hermanos» (You are all brothers).
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