Los cuerpos pertenecían al periodo del Imperio Chimú, una cultura preincaica que se desarrolló en el norte del Perú y que su supone que no hacía sacrificios.
137 cadáveres de niños, tres cuerpos de adultos y 200 llamas sacrificadas. Este fue el macabro hallazgo que encontraron los arqueólogos en el yacimiento de Huanchaquito-Las Llamas en Perú. Lo que había comenzado con la aparición de algunos huesos sueltos en 2011 acabó con la confirmación de que se encontraban ante el mayor enterramiento de niños de toda América. Sin embargo, un detalle en concreto fue el que heló la sangre de los investigadores: a todos los niños se les había extraído el corazón antes de morir.
Al parecer, los cuerpos pertenecían al periodo del Imperio Chimú, una cultura preincaica que se desarrolló en la zona noroeste del Perú entre los siglos XI y XV. Hasta el momento del hallazgo se desconocía que esta cultura realizase sacrificios rituales aunque las marcas de laceraciones en las costillas de los menores (todos ellos entre los 5 y los 14 años de edad) no dejan dudas de que sus pechos fueron abiertos con el objetivo de extraer el corazón, algo que también ocurrió con los animales.
«Donde empezamos a cavar sale otro (resto). Es algo incontrolable esto de los niños, donde excavas hay uno más», agregó el jefe de arqueólogos John Verano, quien no daba crédito a la enorme concentración de cuerpos de menores a pesar de haber dedicado 35 años a excavar la zona ocupada por la cultura Chimú. En este sentido, el investigador apunta a que el motivo para semejante matanza podría haber guardado algún tipo de relación con las fuertes lluvias que se produjeron en la etapa final del periodo Chimú.
En concreto, la posición de los cadáveres humanos mirando al océano y de los animales orientados hacia las montañas unido a los restos de múltiples pisadas en los sedimentos del yacimiento apuntan a que el rito del sacrificio habría incluido numerosas procesiones y la colocación ritual de los cuerpos según iban siendo sacrificados. Algo así como una ofrenda continuada para aplacar la ira de los dioses hasta que se consiguió que las lluvias torrenciales se detuvieran. Algo que explicaría la enorme concentración de cuerpos en un mismo lugar aunque lo cierto es que el hallazgo sigue desconcertando a los investigadores.
La Ofrenda 48 en el Templo Mayor en la ciudad mexicana de Tenochtitlan era, con un mínimo de 42 individuos entre los dos y los siete años, la mayor evidencia arqueológica sobre un sacrificio infantil masivo que se conocía. “Los antropólogos apuntan que los cuerpos de los niños con frecuencia se consideran entidades híbridas y se podían ver como particularmente apropiados como mensajeros o regalos a los dioses”, escriben los autores.
“Se conocen relativamente pocos ejemplos convincentes de sacrificios de niños en el Viejo Mundo, y en la mayoría de los casos, existe un debate sobre si estos pueden ser identificados como matanzas intencionales, dada la falta de evidencias sobre la causa de muerte”, concluyen los investigadores.
Fuente: Historias y curiosidades del mundo
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