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El Papa Francisco bajo fuego por su postura hacia regímenes de izquierda en América Latina

El Papa Francisco ha enfrentado crecientes críticas por su relación con gobiernos de izquierda y su enfoque moderado hacia dictaduras en América Latina, en particular por su reticencia a condenar explícitamente las violaciones de derechos humanos en países como Cuba, Nicaragua y Venezuela. Estas críticas apuntan a un patrón de silencio o moderación en sus declaraciones hacia regímenes autoritarios, lo que ha generado controversia sobre su postura frente a gobiernos que reprimen a sus ciudadanos.

En el caso de Cuba, la relación cercana del pontífice con el exlíder Raúl Castro ha sido objeto de debate. Francisco ha mantenido un vínculo estrecho con el gobierno cubano, lo que se evidenció en una entrevista en la que destacó su «relación humana» con Castro, pero evitó condenar de manera explícita las violaciones de derechos humanos en la isla. Este enfoque ha generado malestar entre quienes esperaban una postura más firme por parte del Papa, especialmente dado el historial de represión política y la falta de libertades en Cuba.

Por su parte, en Nicaragua, a pesar de la creciente persecución contra la Iglesia Católica y la represión sistemática del régimen de Daniel Ortega, el Papa ha mantenido un discurso centrado en el «diálogo sincero». Esta postura ha sido interpretada por algunos como un respaldo implícito al gobierno, sobre todo porque Francisco ha evitado pronunciarse de manera directa contra las acciones del régimen, que incluyen la detención de obispos y la expulsión de congregaciones religiosas, como la de las Misioneras de la Caridad. La falta de una condena más contundente ha generado un profundo descontento entre sectores de la Iglesia y defensores de los derechos humanos que denuncian la brutal represión en Nicaragua.

En Venezuela, la situación es similar. A pesar de los esfuerzos del Vaticano por mediar entre el régimen de Nicolás Maduro y la oposición, Francisco ha sido criticado por no condenar con la suficiente contundencia las violaciones de derechos humanos del gobierno chavista. Venezuela ha sido escenario de protestas masivas, represión y una grave crisis humanitaria, y el silencio o las declaraciones moderadas del Papa sobre estos abusos han provocado malestar tanto en Venezuela como en la comunidad internacional. Críticos del pontífice sugieren que su enfoque conciliador no ha servido para aliviar la situación en el país y que una posición más firme podría ejercer mayor presión sobre el régimen de Maduro.

Este patrón de moderación o silencio hacia gobiernos de izquierda ha alimentado las críticas hacia Francisco, quien ha sido acusado de mantener un doble rasero cuando se trata de dictaduras. Sus detractores argumentan que mientras el Papa ha sido más directo en condenar regímenes autoritarios de derecha, su falta de una condena explícita a gobiernos de izquierda como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela refleja una postura ideológica que algunos consideran problemática.

Por otro lado, los defensores del pontífice argumentan que su enfoque responde a una estrategia diplomática y pastoral, orientada a fomentar el diálogo y la paz, en lugar de escalar las tensiones con estos regímenes. Aun así, este enfoque ha sido insuficiente para muchos que piden una condena más directa y activa contra las violaciones de derechos humanos en América Latina.