La proliferación de drones baratos y precisos está alterando el equilibrio militar global y obligando a las potencias tradicionales a replantear sus estrategias. En junio, Ucrania e Israel redefinieron el uso de drones en conflictos de alta intensidad con operaciones que demostraron la efectividad de este nuevo tipo de armamento.
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En la Operación Telaraña, Ucrania utilizó cientos de drones de ataque de corto alcance para destruir o dañar al menos 11 bombarderos estratégicos rusos. Mientras que en la Operación León Ascendente, Israel destruyó sistemas de defensa aérea iraníes mediante drones, permitiendo obtener el control total del espacio aéreo enemigo.
Estos éxitos tácticos marcan una transición en la guerra moderna, donde los sistemas no tripulados, potenciados por inteligencia artificial, se han vuelto esenciales. Según cifras de autoridades ucranianas, el 70% de las bajas en el frente de la guerra entre Rusia y Ucrania se deben a drones de ataque unidireccional. Se ha sugerido que el uso de drones precisos y baratos ha vuelto inútiles a tecnologías como los tanques, cambiando el paradigma de la guerra.
A pesar de la efectividad demostrada, el Departamento de Defensa de Estados Unidos continúa destinando la mayor parte de su presupuesto a sistemas heredados de alto costo. Esto plantea el desafío de adoptar una combinación de fuerzas: grandes cantidades de activos baratos junto a plataformas y armas costosas en menor número. La capacidad de desplegar sistemas no tripulados precisos y masivos, integrándolos con sistemas heredados, se vuelve crucial para operar de manera más creativa y eficaz.
Las operaciones ucraniana e israelí evidencian la eficacia devastadora de los ataques de masa precisa, incluso contra adversarios sofisticados, al imponer costos asimétricos a los mismos. La diferencia en los tiempos de reposición de sistemas de armas puede igualar fuerzas o incluso decidir el resultado de un conflicto prolongado. En este sentido, los ejércitos que dependen demasiado de sistemas heredados costosos pueden verse en desventaja en guerras de desgaste, ya que solo podrán permitirse perder un número limitado de estos sistemas antes de que los costos sean insostenibles política o financieramente.
En resumen, el impacto de los drones baratos está redefiniendo la forma de hacer la guerra, lo que obliga a replantear estrategias y a encontrar un equilibrio entre plataformas y armas costosas con sistemas no tripulados precisos y masivos.