El Gobierno califica el paro como un fracaso con un 95% de rechazo según cifras oficiales

El Gobierno nacional consideró que el paro general convocado por la CGT fue un fracaso, con una alta tasa de rechazo por parte de la población, alcanzando un supuesto 95% de desaprobación, según datos oficiales. A pesar de la medida de fuerza, el presidente Javier Mileise fue visto trabajando en la Casa Rosada junto a su Gabinete, mostrando una postura activa en medio de la jornada de protesta.

DESARROLLO DESDE EL GOBIERNO

Desde temprano, las autoridades gubernamentales minimizaron el impacto del paro y destacaron la disponibilidad de la línea telefónica 134 para denunciar amenazas a quienes no adhirieran a la medida. El vocero Manuel Adorni apuntó que se trataba de un paro liderado por la casta sindical kirchnerista, haciendo hincapié en la supuesta desconexión entre los líderes gremiales y la mayoría de la población afectada.

Por otra parte, se mencionó que el paro había sido organizado por el sector sindical kirchnerista, vinculando a los Moyano con una presunta falta de conexión con la realidad de los trabajadores. Se enfatizó la supuesta contradicción entre el discurso de justicia social y el estilo de vida de ciertos dirigentes.

CRÍTICAS Y REACCIONES

El diputado Damián Arabia, cercano a la ministra Patricia Bullrich, criticó la medida de fuerza, resaltando que mientras se llevaba a cabo el paro, los organizadores habrían estado inactivos durante otros momentos críticos para el país. En este sentido, se cuestionó la efectividad y las intenciones detrás del tercer paro general en un año.

ANÁLISIS Y CONSECUENCIAS

Durante y después del paro, se observó que varios comercios continuaron abiertos y la adhesión a la medida fue limitada, lo que llevó a considerar que el impacto del paro había sido escaso. En la Casa Rosada se calificó la protesta como liderada por el 'tren fantasma', con poca representación de los líderes sindicales y un supuesto 95% de rechazo por parte de la población.

Por su parte, desde el Gobierno se expresó cierto descontento con la cúpula cegetista, considerando la medida como una decisión política sin fundamento. En ese contexto, se impulsaron modificaciones en el Congreso sobre la ley de la 'cuota solidaria', buscando desregular ciertos aspectos laborales en oposición a la postura sindical.

En resumen, el Gobierno calificó el paro como un fracaso con un alto porcentaje de rechazo, mientras que desde la CGT se consideró la medida como exitosa, generando un contraste de interpretaciones sobre el impacto y la viabilidad de la protesta.