Luego de un arranque complicado del segundo semestre, el Gobierno decidió acelerar dramáticamente la implementación de la “segunda fase” del plan económico. El objetivo es revertir la incertidumbre que se apoderó de los inversores y que se reflejó en una cifra: 1.500. A esa cotización llegó el dólar libre el viernes y hasta ese nivel llegó el riesgo país, pese al millonario pago de deuda por USD 2.500 millones que se efectuó el martes pasado.
Luis “Toto” Caputo decidió apurar todo lo posible el plan que desde el primer día viene comentando el Presidente. En cada oportunidad que se le presenta, Javier Milei se refiere al “ancla nominal”, que no es otra cosa que dejar congelada nominalmente la base monetaria. En otras palabras, ir a un esquema de emisión cero como estrategia principal y única para combatir la inflación.
La intención no es solo derrumbar la inflación a un “entorno cercano a 0% mensual”, como repiten desde el equipo económico. Además, es imperioso achicar la brecha cambiaria. El incremento hasta el 60% que ocurrió en los últimos días tendría efectos nefastos; de perdurar, los exportadores no querrán liquidar a la espera de una devaluación, habrá una fuerte demanda artificial de importadores y muchos precios se empezarán a mover al compás de los dólares financieros. Ni más ni menos que lo que siempre ocurrió en Argentina.
Cierre de canillas
El cierre de “canillas” de emisión monetaria se llevará adelante de inmediato. El Banco Central ya había dejado de hacerlo para financiar al Tesoro, gracias al superávit fiscal que se mantiene desde enero. Desde la próxima semana desaparecerán los pasivos remunerados del Central, que serán reemplazados por Letras Fiscales de Liquidez (LEFI) emitidas por el Tesoro.
El anuncio que realizó ayer el ministro a través de redes sociales, junto a una aparición radial del Presidente, apunta a otra de las canillas que permanecían abiertas: la emisión de pesos para comprar dólares. El ministro anunció que la absorción de esos pesos se hará con la venta de los propios dólares adquiridos por el Central en el mercado único de cambios (MULC). El detalle es que la venta se hará a través del contado con liquidación. Arrancarán paulatinamente con los USD 220 millones adquiridos en lo que va de julio.
Intervención cambiaria
Esta nueva operatoria supone el uso directo de reservas para intervención cambiaria, algo que es mal visto por el FMI. Ese aumento de la oferta de dólares debería ayudar a mantener bajo control las cotizaciones de los dólares financieros. Al mismo tiempo, el BCRA obtendrá una ganancia por adquirir dólares al tipo de cambio oficial ($ 960) y venderlos por el CCL a más de $ 1.400.
Milei y Caputo tienen un objetivo que suena hoy casi imposible de lograr: derrumbar el tipo de cambio y llevarlo nuevamente a la zona de $ 1.100, es decir, llevar la brecha cambiaria nuevamente a niveles inferiores al 10% o directamente nulos si se toma en cuenta el efecto del impuesto PAIS sobre el dólar aplicado a las importaciones. La venta de dólares de las reservas compradas recientemente por el Central a través del mercado financiero persigue dos objetivos simultáneos: absorber pesos que se habían emitido y que no tenían la correspondiente demanda y presionar a la baja las cotizaciones del MEP y del contado con liquidación.
Contra los puts
Durante la semana, y ayer de vuelta, Milei había apuntado contra un banco específico por haber salido a ejercer estos puts, obligando al Central a emitir para recomprar esa deuda. Resta conocer a qué valor serán recomprados estos derechos, pero será básicamente al mismo costo que pagaron los bancos por obtenerlos. El derrumbe de la brecha es indispensable para que la inflación pueda converger al 2% mensual y después más hacia abajo aún. La especulación del mercado es que si el Gobierno es exitoso en achicar la brecha cambiaria, entonces también se acercarían los tiempos para la salida del cepo cambiario.
Riesgos
¿Cuáles son los riesgos del plan? El más obvio es que el Central la tendrá todavía más difícil a la hora de acumular reservas, que hasta hace poco era uno de los objetivos primordiales. Esto obligaría a tener una férrea disciplina fiscal y monetaria para evitar que haya presiones sobre el tipo de cambio, teniendo en cuenta que el BCRA tendrá escaso poder de fuego. Otro de los riesgos es que la escasez de pesos ahogue aún más a una economía que no termina de recuperarse.
Y el mayor peligro es claramente que nada de esto funcione, que no baje la brecha, ni la inflación ni el riesgo país. En ese caso, el ministro de Economía terminaría siendo un fusible y obligaría a Milei a ir por otro camino, obviamente ya con otro equipo económico.
Resta saber qué opinión tendrá el FMI, que por un lado no respaldaría que se usen reservas para intervenir en el mercado financiero. De hecho, ya había recomendado eliminar el esquema de “80%-20%” que le permite a los exportadores entrar una parte de sus divisas a través del contado con liquidación. En la semana hubo indicios claros de que las negociaciones con el FMI no van a la velocidad que deseaba el Gobierno y que ni siquiera han comenzado. El organismo apoya la competencia de monedas, pero al mismo tiempo desconfía que el objetivo de Milei-Caputo sea finalmente acelerar los tiempos hacia la denominada “dolarización endógena”.
Debe estar conectado para enviar un comentario.