El cónclave que eligió al papa León XIV: detalles de la elección y reacciones

Una investigación del diario Corriere della Sera revela los entretelones del último cónclave que culminó con la elección de Robert Francis Prevost como nuevo líder de la Iglesia católica.

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LA VOTACIÓN INICIAL

El cónclave comenzó con un empate entre Pietro Parolin, Peter Erdő y Robert Prevost, pero la división del bloque italiano debilitó a Parolin, mientras que Erdo no logró ampliar su base. Prevost, designado días antes para coordinar las reuniones previas, fue ganando respaldo hasta imponerse en la cuarta votación.

EL MOMENTO DE LA ELECCIÓN

Cuando alcanzó los 89 votos requeridos, los presentes estallaron en una ovación, mientras el nuevo Papa permanecía sentado, incrédulo. Fue necesario que alguien lo ayudara a levantarse, marcando así su consagración como nuevo líder de la Iglesia católica.

EL ASCENSO DE PREVOST

Prevost, inicialmente no favorito para suceder a Francisco, ganó terreno a medida que se desarrollaban las reuniones previas al cónclave. Su estilo sobrio, metódico y dialogante lo convirtió en una figura de consenso frente a otros candidatos que dividían al colegio electoral. Observaron cómo aceptaba un caramelo ofrecido por el cardenal Tagle para aliviar su tensión durante la votación.

EL PAPEL DE LOS ITALIANOS

La falta de cohesión entre los cardenales italianos fue determinante en la caída de las opciones de Parolin. Mientras Parolin quedaba atrapado en las fracturas de su propio grupo, Prevost se consolidaba como figura neutral y confiable para muchos sectores, incluidos algunos italianos sin candidato propio.

LOS COMPETIDORES PRINCIPALES

Peter Erdő, apoyado por una alianza conservadora, no logró captar los votos de los cardenales nombrados por Francisco. Su dificultad para tender puentes en un electorado muy plural terminó por aislar su candidatura.

EL MOMENTO DE LA ELECCIÓN

Prevost fue elegido con una abrumadora mayoría en el cuarto escrutinio, superando la barrera simbólica de los 89 votos. La sala estalló en una ovación de pie y la escena fue profundamente emotiva, con felicitaciones antes de que se confirmara el conteo final, que se acercaba a las tres cifras. Varios cardenales tenían lágrimas en los ojos, expresando que fue un momento de comunión, no de cálculo político.