El gobierno minoritario de Japón se enfrenta a una nueva prueba en las urnas, con una votación para la Cámara Alta que podría debilitar aún más su posición y afectar la confianza de los inversores. La coalición gobernante, compuesta por el Partido Liberal Democrático (PLD) y su socio Komeito, debe obtener al menos 50 de los 125 escaños en juego para mantener la mayoría.
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Según proyecciones, el PLD y Komeito podrían perder su control, reflejando el revés que sufrieron en las anteriores elecciones de la Cámara Baja. Aunque el resultado no implica directamente la caída del gabinete, podría dejar al primer ministro Ishiba dependiente de acuerdos con partidos de la oposición. Esto añadiría incertidumbre a las conversaciones con Estados Unidos sobre tarifas comerciales, especialmente relevantes antes del plazo del 1 de agosto para negociar la suspensión de aranceles estadounidenses a productos japoneses.
Analistas señalan que la incertidumbre sobre eventuales concesiones fiscales para apaciguar el descontento social podría intensificar el nerviosismo sobre la capacidad de Japón para gestionar su deuda, la mayor del mundo, y obstaculizar el objetivo del Banco de Japón de normalizar la política monetaria.
Además, se enfrentan a la amenaza del avance de Sanseito, un partido de extrema derecha que podría conseguir entre 10 y 15 escaños, emergiendo como fuerza inesperada dentro del panorama político japonés. El aumento del precio del arroz, que se ha duplicado en el último año, ha sido un factor central en la insatisfacción de los votantes y ha impulsado a los partidos opositores a prometer recortes fiscales y aumentos del gasto social.
Esta votación representa una encrucijada para la política y la economía japonesa, en medio de la presión internacional por las negociaciones comerciales y la delicada situación doméstica.
(Con información de Reuters)