Murguero, tatuador, diseñador, librepensador, autodidacta, piquetero, de convicciones profundas, el joven se las ingeniaba para estar en todas partes. Perteneció a la murga Caprichoso Rejunte para después formar Colgados de la Luna, con la que solían reunirse en la plazoleta de calle Libertad. Trámites, permisos y la propia organización de cada juntada lo tenían siempre al frente.
Lo mismo que las marchas callejeras. Los reclamos contra el gatillo fácil, la violencia de género y la persecución policial siempre contaban con su presencia. Como así también cualquier movilización para legalizar el aborto en el país.
“Un día nos sentó a todos en la cocina y nos convenció de apoyar la legalización del aborto”, recuerda Norma, la madre.
La mujer no duda en definirlo: “Era un chico libre; se daba el gusto de renunciar a los trabajos”.
A Sergio, mucho no le cerraba la forma de vida de su hijo mayor. Para él, cortar las calles era una pérdida de tiempo y una molestia para el resto. Un día, Federico se lo explicó de manera simple: “Ojalá nunca me pase nada y tengas que ir a una marcha para darte cuenta de que los que están ahí no son vagos”, le dijo.
Federico fue asesinado el domingo a la madrugada, minutos después de las 6, cuando empezaba a aclarar.Federico se bajó del colectivo de la línea 30 y no alcanzó a caminar más de 50 metros cuando lo emboscaron en la esquina de Barbados y Nicaragua, a sólo tres cuadras de su casa.
Lo despojaron de su teléfono celular y de una billetera. Pero, sobre todo, le quitaron la vida de un fortísimo golpe en la cabeza. Con un caño o una piedra de grandes dimensiones, especulan los investigadores de Robos y Hurtos que trabajan bajo las órdenes del fiscal Alfredo Villegas.
Mientras Federico agonizaba en el suelo, a la espera de una ambulancia del servicio 107 que nunca llegó, pese a tener una base en el cercano CPC de Villa El Libertador, unos jóvenes que estaban en un quiosco cercano vieron cómo llegaba ensangrentado y con la mirada desorbitada un adolescente de 18 años, conocido en la zona por ser un delincuente callejero. Quiso esconderse y no lo dejaron.
Se fue a otra esquina y desde allí se asomaba para darse cuenta de que Federico ya no se iba a levantar más.
Un día después, este mismo muchacho intentaba vender entre sus conocidos el celular del joven asesinado. Nadie duda de que estaba drogado al momento del robo.
Agustín Olivares (18) está detenido desde el martes, acusado de homicidio en ocasión de robo.
extracto de un poema que su amigo le dedico al asesino
Sus familiares y amigos «anti yuta» salieron a pedir por más presencia de la maldita policia en las calles
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