Mohammed Jundia, un palestino de 32 años desplazado del barrio de Shujaiya, es el símbolo de una crisis humanitaria que ha desbordado toda escala de emergencia. En un dramático testimonio, relató: ‘Vivimos bajo una enorme injusticia. Estamos en hambruna’. La vida en Gaza se resume en calles repletas de personas exhaustas, camiones de ayuda humanitaria rodeados por multitudes desesperadas, niños que cargan harina como si fueran adultos, ambulancias sin sirena y cuerpos debilitados por el hambre más que por la guerra.
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GRAVEDAD DE LA SITUACIÓN
Los datos más recientes confirman la gravedad de la emergencia alimentaria en Gaza. Más de 17.000 niños sufren desnutrición aguda, y al menos siete menores han muerto por desnutrición desde el viernes 18 de julio. La situación es especialmente crítica en el norte de Gaza, donde las familias apenas consiguen alimentarse una vez al día, con platos pobres en nutrientes. La agencia de la ONU para los refugiados palestinos alertó sobre el riesgo de hambruna total.
CATÁSTROFE HUMANITARIA
La falta de transporte, el colapso del sistema de salud, la inflación de precios de alimentos y la escasez de agua potable agravan una situación que ya no se puede describir solo como crisis: es una catástrofe humanitaria a gran escala en Gaza. Desde el inicio de la campaña militar israelí en 2023, más de 59.000 palestinos han muerto, y casi toda la población se ha visto desplazada. La espera en Gaza es la imagen persistente del hambre, el grito de miles de gargantas secas clamando por ayuda.