El año pasado, Rubén Héctor Torres (52) tuvo la mala fortuna de no poder salir a tiempo de un sector violento, tomado por el narcotráfico y las bandas y un tiroteo, se desencadenó en la puerta de su casa. Dos familias que hacía tiempo se disputaban aquello que nadie quiere confesar habían decidido volver a cruzar tiros. Y allí, en el medio, Torres quedó sin lograr escapar. Un balazo le impactó en el ojo y lo mató.
Cayó en la puerta de su casa, la 7 de la manzana D, en Villa Inés, a un paso de Campo de la Ribera. O, escrito de otra manera, en “la Quinta”, ese enorme conglomerado social conformado también por Maldonado, Müller y Bajada San José, donde lo único que sobra son armas y drogas. El resto, siempre falta.
Todo sucedió en la madrugada del 19 de junio de 2023. La investigación llevó hacia un adolescente de sólo 14 años como el autor material del crimen, junto a otro de 16 y uno un poco más grande, de 24. Para la ley, el asesino de Torres no es responsable por su edad.
Esa misma casa se derrumbó en la madrugada de este lunes. El informe oficial, seco, indica que se trató “por la tormenta”. La realidad es mucho más dramática. Una familia de escasos recursos que sobrevivía como podía. Más desde que Torres fuera asesinado el año pasado. Él juntaba cartones y era peón de albañilería. Desde su asesinato, la viuda salía a pedir, además de juntar el dinero de la asignación universal por hijo. Nunca recibieron algún otro auxilio estatal.
La familia se quedó en la casa que había sido del padre de él. En todos estos meses, ya no pudieron hacer los arreglos mínimos que necesitaba. Cuando el techo colapsó en la madrugada de este lunes, adentro Noemí del Valle Farnochi (45) se guarecía de toda la intemperie junto a sus tres hijos de 13, 10 y 2 años. No tuvieron tiempo a nada.
Hace un año, el barrio había sido una trampa mortal para el padre de esta familia.
Esta madrugada, fue el propio hogar.
Una vivienda endeble, como la realidad en esa parte de la ciudad. Los escombros mataron al hijo mayor de la familia, Rubén Torres (13). La madre sobrevivió y hoy pelean por continuar vivos los otros hermanitos más chicos.
Paradojas de las leyes: con 14 años, el asesino del padre de esta familia, fue declarado inimputable, para garantizar su derecho a no ser encerrado en contra de su voluntad; para los hijos de Torres no hubo derechos, ya que se quedaron sin ninguna garantía de poder aspirar a un futuro acaso un poco más digno.
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