¿Cómo es la situación política – social en Brasil a un día de las elecciones?

Falta solo un día para que los brasileños decidan votar entre los dos candidatos que llegaron a la segunda vuelta, el ultra-derechista Jair Bolsonaro  (favorito en las encuestas) y el petista Fernando Haddad.

La decisión electoral se encuentra marcada por un odio de los grupos mas conservadores -como el caso de los evangélicos-, esto expresado en las declaraciones misógenas, homofobicas y racistas de Bolsonaro. Otro aspecto segregador es el profundo rechazo contra el Partido de los Trabajadores y sus representantes, ya que en un difícil contexto económico y social, han perdido confianza con los casos de corrupción que salieron a la luz.

Logrando un paralelismo con la situación de Argentina, en las elecciones de 2015 los medios de comunicación se encargaron de transmitir un discurso despectivo hacía el kirchnerismo. Esto logro convencer para»dejar atrás el pasado» y buscar «un cambio». Mencionado esto, se puede decir que las intensas campañas mediáticas y Fake News en el país vecino han logrado cosechar votos para la derecha.

«Fuera el Partido de los Trabajadores. Han robado demasiado. No aguanto otro Gobierno de estos rojos». Inácio es informático y detesta al partido fundado por Da Silva. «El PT se ha convertido en una secta mesiánica lulista fundamentalista. Hay gente muriendo en las filas de los hospitales y todavía muchas personas defienden la gestión de estos impresentables», agrega. Paradójicamente, Inácio votó dos veces al PT, antes de decepcionarse definitivamente con los dos mandatos de Dilma Rousseff.

«Sé que no todo lo que propone Bolsonaro es aceptable. Tiene sus defectos, como todo hijo de vecino. Es verdad que ha hecho alguna declaración infeliz sobre negros y gais, pero creo que en el fondo es como una especie de Liga Norte a la brasileña, que hace mucho ruido pero no muerde. No me imagino un fascismo en nuestro país. Necesitamos un cambio radical y Bolsonaro es el único que puede conseguirlo», suelta Inácio de forma acalorada.

Sus argumentos son parecidos a los de muchos votantes de Bolsonaro, el 56% del electorado según el último sondeo. Un estudio de la empresa Datafolha indica que el 30% de los electores de este candidato desea una renovación o simplemente apuestan por un político nuevo que nunca ocupó cargos públicos. El 25% le votará porque rechaza rotundamente el PT y no quiere volver a lo mismo. Solo el 17% lo escoge porque se sienta seducido por su programa sobre seguridad pública y el 12% porque crea que tiene mejores propuestas y planes de Gobierno.

«Varios electores no comulgan con la totalidad de la agenda conservadora representada por Bolsonaro, pero los errores del PT fueron tan grandes que la población ha desarrollado un rechazo enorme hacia este partido», señala Carlos Pereira, politólogo y profesor en la Fundación Getúlio Vargas (FGV). De hecho, el 54% de los brasileños afirma que jamás votaría a Haddad , lo que supone 10 puntos más que Bolsonaro, que en este momento tiene el 44% de reprobación popular.

Bolsonaro podría llegar representar una amenaza para la democracia debido a su discurso agresivo hacia las instituciones. En el pasado, el ultraderechista dijo que la Cámara de Diputados debería cerrar y esta semana ha habido un gran revuelo en la opinión pública por un video de su hijo Eduardo, el diputado federal más votado de la historia de Brasil. Hace cuatro meses, el vástago de Bolsonaro (además de su mejor consejero en las redes sociales), declaró que para cerrar el Tribunal Supremo Federal «bastan un soldado y un cabo».

Manifestación contra Dilma Rousseff en Sao Paulo mientras se decidía su 'impeachment', en marzo de 2016. (Reuters)
Manifestación contra Dilma Rousseff en Sao Paulo mientras se decidía su ‘impeachment’, en marzo de 2016.

No obstante, el hastío de los brasileños con la corrupción y la violencia, que el año pasado se cobró la vida de 63.880 personas en este país tropical, es tan elevado que muchos ven con mejores ojos el riesgo de un régimen autoritario que el mantenimiento de un status quo que rechazan vehementemente. Este sentimiento ha quedado reflejado en el resultado de las elecciones generales del pasado 7 de octubre, cuando se renovó el 47,3% de los escaños en la Cámara de Diputados. El PT perdió el 19% de sus diputados y se quedó con un grupo parlamentario de 56 integrantes. El Senado también experimentó la mayor renovación de su historia, equivalente al 87%. Tres de cada cuatro senadores que intentaron la reelección, no la consiguieron, incluida la expresidenta Dilma Rousseff.

«El rechazo hacia Haddad reúne a personas que asocian la crisis económica al PT, aquellas que se indignaron por los escándalos de corrupción, revelados por la operación Lava Jato, y una parte considerable del electorado conservador que no está de acuerdo con las políticas de tutela de los derechos de las minorías, como los movimientos LGBT y los negros, históricamente ligados al PT», opina el politólogo Carlos Mello. 

«Yo voté a Lula porque realmente creí que los pobres podríamos progresar. Pero ¿dónde está la mejora? ¿Quién puede permitirse hoy mandar a sus hijos a la universidad? ¿Quién consigue pagar un seguro médico privado con el sueldo de vendedor ambulante?», se pregunta Paulo sin ocultar su decepción. «Ahora voy con Bolsonaro, le pese a quien le pese», añade. «Hacía más de 30 años que no votaba. Este año decidí acudir a las urnas solo para evitar que vuelva el PT. Esta gente ha hundido nuestro país en la miseria. Nunca vi una situación tan lamentable. Es inaceptable», se desahoga Luis, taxista en Río de Janeiro.

En opinión del Carlos Pereira, politólogo de la FGV, en un futuro próximo el PT tendrá que reconocer sus errores, como la corrupción, la mala gestión económica, la intervención excesiva del Estado en la economía y la irresponsabilidad fiscal. «Hoy, todo esto es sinónimo de PT. Al inicio del Gobierno Lula, el PT era un partido capaz de ofrecer inclusión social con responsabilidad. Pero el segundo mandato de Lula y el Gobierno Dilma estuvieron marcados por unas irresponsabilidades enormes, que colocaron el país en una situación trágica. De una economía engrasada pasamos a la recesión. Hoy todavía seguimos patinando por los errores de la época petista, además que por la corrupción», afirma.

Algunos electores admiten que no se sienten representados por ninguno de los dos políticos que han llegado a la segunda vuelta. Por esta razón, han optado por no votar a ningún candidato. «Tuvimos 13 candidatos en la disputa, había personas muy buenas y la población polarizó en los dos peores. Es una auténtica faena. Quienes votaron a estos dos políticos deberían ser considerados los grandes culpables de esta situación y no quien está anulando el voto o decidiendo no votar, como yo», asegura Bernard -quien voto en la primera vuelta y anulará mañana su voto-.

Un cartel con la leyenda 'No deje que su antipetismo permita elegir a un fascista', durante una protesta contra Bolsonaro, en Sao Paulo, el 11 de octubre de 2018. (Reuters)
Un cartel con la leyenda ‘No deje que su antipetismo permita elegir a un fascista’, durante una protesta contra Bolsonaro, en Sao Paulo, el 11 de octubre de 2018. 

Los que no votarán… y los que sí

La abstención y el voto nulo o en blanco han sido los grandes protagonistas de la primera vuelta de las elecciones de Brasil. El 20,3% de los brasileños, es decir, 30 millones de personas, prefirieron no ejercer su derecho de voto. Es el nivel más alto desde 1998. Si a este dato se suman los votos nulos y en blanco, el resultado es un impactante 29,12%. Uno de cada tres electores optó por no escoger al presidente del país más grande de América Latina. Es otra forma de barrer a la izquierda del mapa, sin tener que casarse con un candidato extremista como Bolsonaro.

Este, por su parte, ha sabido capitalizar con una gran maestría el sentimiento antipetista de la población. Su discurso políticamente incorrecto ha hecho mella en muchos electores, que lo elogian abiertamente. En un acto electoral celebrado en el Estado de Acre antes de ser apuñalado, Bolsonaro cogió un trípode como si de un fusil se tratara y berreó que acribillaría a todos los ‘petralhas’, como son llamados en Brasil los votantes del PT. Sus seguidores le dedicaron ovaciones entusiastas.

El domingo pasado, durante una manifestación masiva contra el PT celebrada por sus fans en la Avenida Paulista de São Paulo, fue proyectado un vídeo en el que Bolsonaro gritaba: «Vamos a barrer del mapa a los bandidos rojos». «Esta gente, si quiere quedarse aquí, va a tener que colocarse bajo la ley de todos nosotros. O se van a otro país o irán a la cárcel», soltó el candidato delante de una muchedumbre enfervorizada que repetía «¡Fuera PT!».

«Estoy a favor de la tortura y lo sabes. Y el pueblo también es favorable”. La frase es de Jair Bolsonaro, Su enaltecimiento de la dictadura militar abre las viejas heridas,

Para muchos analistas políticos, una parte del electorado se siente genuinamente atraída por este discurso antipetista y agresivo. «Yo no me creo la justificación de aquellos que dicen que van a votar contra un partido. No existe el voto en contra. Al final, los seguidores de Bolsonaro dejarán en el poder durante cuatro años a alguien que elogia a un torturador, que dice que prefiere un hijo muerto a un hijo gay y que sostiene que las mujeres tienen que ganar menos. Es imposible que las personas que votan a alguien con estas características no se sientan al menos un poco identificadas con estas ideas», dice Carolina, una activista feminista de Río de Janeiro.

«Esta campaña ha hecho salir del armario a todas aquellas personas de derechas, homófobas, machistas e incluso fascistas. Creo que siempre fueron así, pero no se atrevían a manifestar sus opiniones por miedo al rechazo social. Ahora se han caído las máscaras», apunta. «Independientemente de quien gane el domingo, la caja de Pandora ha sido abierta y no hay quien la cierre tan rápidamente».

Fuente: Diario El Confidencial (España)