El juicio oral contra Samanta Joana Vilches, expareja de un preso vinculado a la narcocriminalidad, inició en Rosario. Se la acusa de participar en extorsiones a comerciantes, orquestadas por su novio desde la cárcel. También son juzgados Vanesa Luna y Lucas Robay Romagnoli por su implicación en la misma red.
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SOFISTICACIÓN DELICTIVA
El fiscal Pablo Socca destacó la sofisticación de los esquemas delictivos comandados desde las cárceles de Santa Fe, haciendo énfasis en la expansión de las denominadas «pymes carcelarias». Según el fiscal, se implementaron sistemas de extorsión conocidos como «protección» a comerciantes, resaltando la falta de control o incluso la posible connivencia de autoridades penitenciarias. Estas acciones formaban parte de una estructura que mezclaba extorsiones, amenazas y homicidios encargados desde la cárcel.
FUNCIONAMIENTO DE LA ESTRUCTURA
Samanta Joana Vilches, clave en la organización, realizaba tareas de inteligencia como tomar fotografías o recopilar datos sobre comerciantes, que luego eran utilizados para ejecutar mensajes intimidatorios o acciones directas por su novio desde la cárcel. Esto incluía persecuciones sistemáticas, amenazas directas y ataques a los comercios de aquellos que no pagaban la suma exigida. También se detalla la implicación de otras personas en la comisión de estos delitos y su conexión con el líder de la banda.
ACUSACIONES Y PENAS
Vilches enfrenta acusaciones por dos extorsiones consumadas, dos en grado de tentativa, y su papel como organizadora de la asociación ilícita, con un pedido de condena de 20 años de prisión por parte del fiscal. Vanesa Luna, imputada por extorsión, enfrenta una solicitud de pena de 9 años. Por otro lado, Lucas Robay Romagnoli, también implicado en la red, está acusado de tentativa de extorsión, con una solicitud de 6 años de prisión. El líder de la banda, Fabio Giménez, ya cumple condena por homicidio y múltiples extorsiones, coordinadas con Vilches y otras parejas.
ENLACE ENTRE LA CÁRCEL Y LAS CALLES
Las maniobras incluían tanto extorsiones directas como la disposición de mano de obra para ejecutar los ataques, a menudo seleccionada entre sectores marginalizados. El celular, introducido de forma ilícita en los pabellones, fue el nexo entre el liderazgo carcelario y las calles rosarinas.