(Desde Jerusalén, Israel) El cese del fuego que puso fin a la Guerra de los 12 Días entre Israel e Irán abre un capítulo histórico en Medio Oriente. La alianza estratégica de Donald Trump y Benjamín Netanyahu ahora trazará una hoja de ruta inédita para la región.
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Antes de la Guerra de los 12 Días, el líder religioso Ali Khamenei tenía posibilidades de controlar un arsenal atómico, disponía de las organizaciones terroristas Hamas, Hezbollah y Huties, fabricaba 300 misiles balísticos por semana y actuaba como una potencia dominante en territorio árabe. Este proyecto de poder regional se terminó cuando Khamenei aceptó el cese del fuego con Netanyahu.
La derrota militar del régimen chiita, infligida por los sistemáticos ataques aéreos de Israel y la operación nocturna de Estados Unidos contra Natanz, Fordow e Isfahan, implicaría la declinación política de Khamenei.
Khamenei deberá entregar el control del uranio enriquecido y las centrifugadoras desplegadas en Natanz, Fordow e Isfahan a la Agencia Internacional de Energía Atómica, que dirige Rafael Grossi.
Si el ataque preventivo ejecutado por Israel tenía como objetivo esencial destruir la iniciativa atómica de Irán, tras su derrota ante Washington y Jerusalén no tendrá otra alternativa que ponerse a disposición del director Grossi.
Este aspecto clave del cese del fuego anunciado por Trump sería ejecutado por la Agencia internacional de Energía Atómica y controlado por Estados Unidos, China, Rusia, Francia y el Reino Unido, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
La eventual caída de Khamenei contrasta con el empoderamiento que logró Trump con su decisión de respaldar la ofensiva de Netanyahu y avanzar con su operación aérea para bombardear las instalaciones nucleares de Irán.
En este contexto, Trump tiene margen de maniobra para insistir en un acuerdo diplomático entre Israel y Arabia Saudita, que cambiaría el escenario geopolítico en Medio Oriente. Se trata de la hoja de ruta regional que diseñó para su segundo mandato en la Casa Blanca: ascenso saudí con Israel, y caída de los regímenes dictatoriales en Irán y Siria.
A este escenario inédito en Medio Oriente, Trump puede sumar que Hamas, Hezbollah y los Huties han perdido influencia en sus territorios, y eso significa menor cantidad de actos terroristas contra Israel y el comercio internacional que opera en el Mar Rojo. Junto a la perdida de poder real de Irán en Medio Oriente, el final de la Guerra de los 12 Días permitirá a Israel y Estados Unidos forzar una solución a la crisis de los rehenes en Gaza.
Tras los ataques terroristas del 7 de octubre de 2023, Hamas se llevó a cientos de cautivos a la Franja para usar como objeto de cambio en las negociaciones con Israel. Hoy quedan 50 rehenes -entre vivos y muertos-, y hay una oportunidad política para lograr su inmediata libertad.
Trump quiere terminar con el proyecto nuclear de los ayatollahs y liberar a los rehenes que mantiene Hamas en los túneles de Gaza.
Se trata de capitalizar una victoria militar a través de hechos políticos que Irán tratará de dilatar en el tiempo. Pero el resultado de la Guerra de los 12 Días impone una agenda que supera el poder que ahora detenta Khamenei y su aparato militar. Una nueva época, se supone, inició hoy en Medio Oriente.