Canasta escolar: 70% de aumento, y grandes diferencias de precios

La compra de los útiles que las escuelas ya empezaron a pedir para el inicio de clases del 6 de marzo se verá fuertemente impactada por el pico inflacionario de los últimos meses. Por un lado, los padres que salen a recorrer librerías se encuentran con que los costos de llenar la mochila crecieron incluso bastante más que el 47,6% anual del índice de precios oficial. Por otro lado, tras semejantes subas, se les volvió complejo saber cuánto es razonable pagar por cada producto, ya que el mismo artículo hoy se puede hallar a valores muy distintos según el negocio, llegando al extremo de que es posible abonar casi el doble en un local que en otro.

Un relevamiento en Buenos Aires le puso cifras al fenómeno. Realizado esta semana en seis librerías y tres cadenas de supermercados de Buenos Aires, dio como resultado que un listado de 22 artículos típicos de la “vuelta al cole” se hallan actualmente entre 34 y 93% más carosque hace 12 meses.

En los útiles comparados, que incluyen desde cuadernos y lápices hasta crayones y témperas, las subas fueron en promedio del 70%. Esto es, unas dos veces y media el 27% que se había encarecido el mismo listado el año anterior, entre 2017 y 2018.

Entre los rubros más afectados hay dos que son claves para la compra del inicio de clases: el de papelería y el de elementos para escribir y dibujar.

El repuesto de 480 hojas de carpeta Rivadavia, por ejemplo, pasó de $ 375 a $ 673 (79% más), y el Laprida se fue de $ 219 a $ 410 (87% más). Mientras que el tradicional de 288 hojas Éxito, hace un año a $ 175, ya ronda los $ 322 (84% más). Hubo blocs de hojas A4 que saltaron 78% (de $ 50 a $ 89) y cuadernos forrados de tapa dura que aumentaron un 65% (de $ 119 a $ 196).

Algo similar pasó con los lápices de colores. Si se toman los más baratos de la marca Faber Castell, en un año los cortos se dispararon de $ 42 a $ 81 (93% más) y los largos, de $ 71 a $ 132 (86%). Cajas de 20 marcadores de segunda marca que costaban $ 77 se consiguen ahora a $ 128, crayones Jovi que valían $ 60 se fueron a $ 101 (68%), y un corrector Liquid Paper de $ 45 escaló hasta los $ 80 (78%).

Incrementos de hasta un 86% en pegamentos Voligoma, del 47% en cajas de plastilinas Model y del 44% en las de 12 témperas Maped son otros de los casos que se destacaron.

Daniel Iglesias López, presidente de la Cámara Argentina de Papelerías, Librerías y Afines (CAPLA) asegura que, al considerar la totalidad de los productos, el aumento anual fue menor: 45 a 50%, “en línea con el índice de inflación”. Aunque reconoce que ya eso “para las familias es muchísimo” y que “en algunas líneas hubo incrementos parecidos a lo que subió la cotización del dólar”, que pasó en un año de $ 20 a casi el doble.

“El rubro de escritura subió demasiado porque en gran parte es importado. Hay bolígrafos que pasaron de $ 5,50 a $ 10. Lo de papelería en general es nacional, pero es de un commodity que en parte cotiza en dólares. Y en marroquinería parte es nacional y parte, importado”, detalla.

Vanesa Castro, gerenta de Marketing de la cadena de librerías Staples Argentina, coincide en que “la devaluación fue la principal causa” de los aumentos registrados, “no sólo en el caso de los importados, sino en el de los nacionales, ya que incide en los insumos utilizados para su fabricación”. “El mix de productos de librería escolar fue acompañando en promedio la inflación interanual del Indec. Pero los importados aumentaron por encima de este índice, y en algunos casos los nacionales estuvieron por debajo”, suma.

Así y todo, Iglesias López remarca que las librerías siguen teniendo productos accesibles. “Un lápiz negro Faber sale $ 12, doce pinturitas largas muy buenas cuestan $ 70. Una cartuchera tipo sobre, genérica, vale $ 84. Una tijerita, $ 35. Yo garantizo que se puede poner a un chico en la escuela por $ 600, mucho menos de lo que vale un par de zapatillas”, compara. Y atribuye simplemente a la “sana competencia” y a las estrategias comerciales de cada negocio las grandes diferencias de precios entre locales.

Fuente: Clarín