La actividad industrial de China ha registrado su cuarto mes consecutivo en descenso, reflejando el debilitamiento de la economía bajo el régimen de Xi Jinping. En julio, el índice de gerentes de compras (PMI) cayó a 49,3 puntos, por debajo del umbral de 50 que separa la expansión de la contracción. Esta crisis estructural afecta tanto a la industria como a los servicios y la construcción, mostrando signos de debilidad y desaceleración.
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El PMI manufacturero revela que solo la producción y los plazos de entrega se mantuvieron en zona positiva, mientras que el resto de los subíndices continúan en contracción. La caída en la demanda y la capacidad operativa de las fábricas chinas son cada vez más evidentes, generando presión en el régimen de Beijing por la falta de resultados concretos tras promesas reiteradas de reactivación.
La desaceleración no se limita a la industria, ya que el índice PMI no manufacturero también mostró una caída, reflejando una desaceleración generalizada. Beijing reanudó negociaciones comerciales con Washington esta semana, sin avances concretos, lo que refuerza el escepticismo sobre la voluntad real del régimen chino de corregir sus desequilibrios estructurales. En un clima de desconfianza, el modelo económico chino muestra signos de agotamiento mientras aumenta la presión internacional sobre Beijing.