Es el balance que deja una jornada terrible para Brasil, mientras los servicios de emergencia tratan de localizar a los más de 400 desaparecidos en el municipio de Brumadinho, en el estado de Minas Gerais (sureste de Brasil).
La rotura de la represa Córrego do Feijão, que pertenece a la compañía minera Vale, desencadenó el viernes un alud de aguas residuales que arrastró todo a su paso convirtiendo la zona en un barrizal.
La avalancha sepultó las instalaciones de la presa, la mina de hierro y varias viviendas en áreas rurales.
En esta mina, el hierro se extrae con agua. Los residuos líquidos se albergan en balsas o represas alrededor de la mina para, en teoría, su posterior tratamiento.
La rotura de la presa en Brumadinho provocó la avalancha en las zonas colindantes, provocando la catástrofe.
En estas horas cruciales, los servicios de emergencia han rescatado a casi cincuenta personas del fango.
Sin embargo, las autoridades en el estado de Minas Gerais dicen que las posibilidades de encontrar más sobrevivientes son escasas.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que sobrevoló la zona por la mañana, emitió un comunicado en el que dice que tomará todas las medidas necesarias para castigar a los responsables y evitar que vuelva a ocurrir una tragedia similar.
Los fiscales ordenaron a la compañía minera, Vale, suspender las operaciones en el sitio, y los técnicos han empezado a centrar sus pesquisas en las causas de la tragedia.
La primera de las preguntas sin resolver es por qué no funcionó ninguna alerta.
María Júlia Andrade, que integra el Movimiento por la Soberanía Popular en la Minería (MAM), explicó a BBC Brasil que los habitantes de la zona confirmaron que el sistema de alarma no funcionó en el momento del accidente.
Vale promovió un entrenamiento con los residentes de la región para casos de accidente, orientándolos sobre cómo actuar y para dónde huir si oyen la alarma.
Sin embargo, según Andrade, ninguna sirena fue accionada tras el accidente.
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