El Gobierno de Irak ha anunciado una investigación tras una serie de ataques con drones suicidas que afectaron a sistemas de radar en al menos dos bases militares del país. Aunque no hubo víctimas fatales, las autoridades calificaron las agresiones como “cobardes y traicioneras”, advirtiendo de una peligrosa escalada en el conflicto regional.
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INVESTIGACIÓN EN CURSO
Los blancos principales fueron los sistemas de radar en la base de Taji, situada 20 km al norte de Bagdad, y la base Imam Ali, en la provincia meridional de Dhi Qar, ambas con “daños severos” en sus sistemas de vigilancia, pero sin víctimas. Otros cuatro intentos de incursión con drones fueron interceptados a tiempo en otras instalaciones militares. El primer ministro iraquí ordenó la creación de un comité de alto nivel para identificar a los responsables, manteniendo la preocupación por los objetivos específicos de inteligencia militar y la vulnerabilidad del país en conflicto regional.
Uno de los blancos, la base de Taji, ha sido atacada en diversas ocasiones por milicias proiraníes mediante cohetes. Los recientes eventos han situado a Irak en una situación de alta vulnerabilidad, atrapado en la disputa entre Teherán y Washington, con Israel aceptando un alto el fuego de Donald Trump y el gobierno iraquí reabriendo su espacio aéreo. Aunque ningún grupo se atribuyó los ataques, las autoridades temen el retorno del país como escenario de guerras por poder.