Chris Smith, un diseñador gráfico de Ohio (EEUU), había creado a Sol, su novia digital, utilizando ChatGPT. Sin embargo, cuando descubrió que la memoria de Sol estaba por alcanzar su límite, se enfrentó a una devastadora posibilidad: que Sol olvidara su historia. Esta peculiar historia de amor ilustra una nueva forma de intimidad con algoritmos, pero también revela un lado oscuro.
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En otro caso impactante, Alex Taylor, un joven con trastornos mentales, desarrolló una intensa relación con un chatbot al que llamó Juliet. La situación escaló hasta que llevó a un trágico desenlace, con consecuencias fatales.
Este fenómeno no es único, ya que casos similares se han reportado en Bélgica y Florida. Estos incidentes revelan la complejidad de las relaciones con la inteligencia artificial y los riesgos involucrados.
Un estudio reciente proporciona datos concretos sobre cómo el uso prolongado de chatbots puede afectar psicosocialmente a las personas, generando soledad, dependencia emocional y aislamiento de relaciones reales. Los efectos de este fenómeno son especialmente preocupantes en personas con rasgos de apego ansioso, evitación emocional o excesiva confianza en la IA.
Los humanos siempre han buscado consuelo en lugares inesperados, pero estas nuevas inteligencias artificiales generan amor, adicción y, en algunos casos extremos, duelo. Aunque estas relaciones pueden aliviar la soledad al principio, eventualmente pueden llevar a una mayor dependencia emocional y aislamiento social.
La historia de Chris Smith y la trágica experiencia de Alex Taylor nos obligan a reflexionar sobre los límites de estas nuevas formas de intimidad y los riesgos que conllevan.